dimarts, 14 de març del 2017

Revolución cientifica, disrupciones y transición


1-La Cuarta Revolución Industrial tendrá un efecto disruptivo sobre el empleo, ¿pero cómo?


Hoy las tecnologías disruptivas están dictando nuestro futuro, a medida que las innovaciones difuminan cada vez más los límites entre los ámbitos físico, digital y biológico. Los robots ya están en nuestras salas de operaciones y restaurantes de comida rápida; hoy podemos usar imágenes en 3D y extracción de células madre para desarrollar huesos humanos a partir de las células del propio paciente, y la impresión en 3D está creando una economía circular en que podemos usar y reutilizar las materias primas.

Este tsunami de innovación tecnológica seguirá cambiando profundamente nuestra manera de vivir y trabajar, y cómo funcionan nuestras sociedades. En lo que hoy se llama la Cuarta Revolución Industrial, convergerán las tecnologías que alcanzan su mayoría de edad, como la robótica, la nanotecnología, la realidad virtual, la impresión 3D, la Internet de las Cosas, la inteligencia artificial y la biología avanzada. Y a medida que se las siga desarrollando y adoptando ampliamente, producirán cambios radicales en todas las disciplinas, sectores y economías, y en la manera como las personas, las compañías y las sociedades producen, distribuyen, consumen y desechan los bienes y servicios.
Asimismo, han dado origen a ansiosas preguntas sobre el papel que los seres humanos desempeñarán en un mundo dominado por la tecnología. Un estudio realizado por la Universidad de Oxford en 2013 estima que cerca de la mitad de los empleos de Estados Unidos se podrían perder debido a la automatización en las próximas dos décadas. Por otra parte, economistas como James Bessen, de la Universidad de Boston, argumentan que la automatización va de la mano con la creación de nuevos empleos. Entonces, cuál de las dos consecuencias es… ¿nuevos empleos o un desempleo estructural masivo?
En este punto podemos estar seguros de que la Cuarta Revolución Industrial tendrá un efecto disruptivo sobre el empleo, pero nadie puede predecir todavía la escala del cambio. Así que antes de tragarnos todas las malas noticias, deberíamos ver sus precedentes históricos, que sugieren que el cambio tecnológico tiende más bien a afectar la naturaleza del trabajo que la oportunidad de participar en el trabajo mismo.
La Primera Revolución Industrial movió la manufactura británica de los hogares a las fábricas y marcó el inicio de la organización jerárquica. Se trató de un cambio a menudo violento, como lo demostraron las famosas revueltas de los luditas en la Inglaterra de principios del siglo diecinueve. Para encontrar trabajo la gente se vio obligada a migrar desde las áreas rurales a los centros industriales, y durante este periodo surgieron los primeros movimientos sindicalistas.
La Segunda Revolución Industrial vino de la mano de la electrificación, la producción a gran escala y las nuevas redes de transporte y comunicaciones, y creó nuevas profesiones como la ingeniería, la banca y el profesorado. En ella surgieron las clases medias, comenzando a exigir nuevas políticas sociales y un mayor papel en el gobierno.
Durante la Tercera Revolución Industrial, los modos de producción se automatizaron más aún con la electrónica y las tecnologías de la comunicación y la información, y muchos empleos humanos pasaron de la manufactura a los servicios. Cuando los cajeros automáticos llegaron en los años 70, se supuso al principio que serían un desastre para los trabajadores de la banca, pero en realidad la cantidad de sucursales se elevó con el tiempo, a medida que bajaban los costes. La naturaleza del trabajo había cambiado: se volvió menos transaccional y más centrado en el servicio al cliente.
Cada revolución industrial anterior conllevó disrupción, y en la cuarta no será diferente. Si tenemos en mente las lecciones de la historia podemos gestionar el cambio. Para comenzar, tenemos que centrarnos en las habilidades, no solo en los empleos específicos que vayan a surgir o desaparecer. Si determinamos las habilidades que necesitemos, podemos educar y entrenar a la fuerza de trabajo humana para aprovechar la totalidad de las nuevas oportunidades que cree la tecnología. Los departamentos de recursos humanos, las instituciones educacionales y los gobiernos deberían liderar este esfuerzo.
En segundo lugar, la experiencia del pasado ha mostrado una y otra vez que es necesario proteger las clases más desposeídas: los trabajadores vulnerables al desplazamiento por parte de la tecnología deben tener el tiempo y los medios para adaptarse. Como vimos en 2016, puede haber consecuencias de largo alcance cuando un alto nivel de desigualdad en las oportunidades y resultados hace que la gente crea que en el futuro no hay lugar para ellos.
Por último, pero no menos importante, para asegurarnos de que la Cuarta Revolución Industrial se traduzca en crecimiento económico y frutos para todos, debemos colaborar entre todos para crear nuevos ecosistemas normativos. Los gobiernos tendrán un papel crucial en esto, pero los líderes empresariales y comunitarios también habrán de colaborar con ellos para determinar las regulaciones y estándares correspondientes para las nuevas tecnologías e industrias.
No me hago ilusiones de que esto vaya a ser fácil. La política, no la tecnología, marcará el ritmo del cambio, e implementar las reformas necesarias será un trabajo lento y difícil, especialmente en las democracias. Requerirá una combinación de políticas de vanguardia, marcos normativos ágiles y, sobre todo, alianzas eficaces más allá de los límites de las naciones y las organizaciones. Un buen modelo a tener en mente en el sistema de “seguridad social flexible” de Dinamarca, en que un mercado laboral flexible va acompañado de una sólida red de seguridad social que incluye servicios de capacitación y actualización de las habilidades para todos los ciudadanos.
Puede que la tecnología avance con rapidez, pero no producirá el colapso del tiempo mismo. Los trascendentales (de hecho, revolucionarios) cambios por delante ocurrirán a lo largo de varias décadas, no como un Big Bang. Las personas, compañías y sociedades tienen tiempo para adaptarse, pero no hay tiempo que perder. Debemos comenzar ahora la creación de un futuro en el que todos podamos beneficiarnos.

2-THE FUTURE OF EMPLOYMENT: HOW SUSCEPTIBLE ARE JOBS TO COMPUTERISATION?

 Carl Benedikt Frey† and Michael A. Osborne‡ September 17, 2013 
We examine how susceptible jobs are to computerisation. To assess this, we begin by implementing a novel methodology to estimate the probability of computerisation for 702 detailed occupations, using a Gaussian process classifier. Based on these estimates, we examine expected impacts of future computerisation on US labour market outcomes, with the primary objective of analysing the number of jobs at risk and the relationship between an occupation’s probability of computerisation, wages and educational attainment. According to our estimates, about 47 percent of total US employment is at risk. We further provide evidence that wages and educational attainment exhibit a strong negative relationship with an occupation’s probability of computerisation. 

http://www.oxfordmartin.ox.ac.uk/downloads/academic/The_Future_of_Employment.pdf

3-¿Cómo afecta a la automatización del ordenador Empleos: Tecnología, Empleo, y Habilidades

How Computer Automation Affects Occupations: Technology, Jobs, and Skills
Este artículo investiga las relaciones básicas entre la tecnología y las ocupaciones. La construcción de un modelo de trabajo de forma general, miro ocupaciones detalladas desde 1980 para explorar si los ordenadores están relacionados con la pérdida de empleo u otras fuentes de desigualdad salarial. Las ocupaciones que utilizan ordenadores crecen más rápido, no más lento. Esto es cierto incluso para las ocupaciones altamente rutinarias y mediados de los salarios. Las estimaciones rechazan las computadoras como una fuente de desempleo tecnológico neta significativa o la polarización de trabajo. Pero ocupaciones computarizados sustituto de otras ocupaciones, la transferencia de empleo y que requieren nuevas habilidades. Debido a que las nuevas habilidades de aprendizaje es costoso, el uso del ordenador se asocia con sustancialmente mayor desigualdad salarial dentro de la ocupación.

Bessen, James E., How Computer Automation Affects Occupations: Technology, Jobs, and Skills (October 3, 2016). Boston Univ. School of Law, Law and Economics Research Paper No. 15-49. Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=2690435 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2690435
https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2690435

4-El reto de dar forma a la Cuarta Revolución Industrial

GINEBRA – De entre los muchos desafíos que enfrenta el mundo en la actualidad, quizás el mayor sea cómo orientar la Cuarta Revolución Industrial que comenzó a principios de siglo. Las nuevas tecnologías y enfoques están fusionando los mundos físico, digital y biológico de maneras que transformarán a la humanidad en su esencia misma. Del modo en que abordemos los riesgos y oportunidades que vayan surgiendo dependerá lo positiva que esta transformación pueda llegar a ser.
La Cuarta Revolución Industrial se basó en la Tercera Revolución Industrial, conocida también como Revolución Digital, que dio pie a la proliferación de los ordenadores y la automatización de los registros, pero la nueva ola transformadora difiere de sus predecesors en varios aspectos clave. En primer lugar, las innovaciones se pueden desarollar y difundir más rápido que nunca. Segundo, la reducción de los costes de producción y al auge de las plataformas que reúnen y concentran actividades de diferentes sectores aumenta los rendimientos de escala. Tercero, esta revolución global afectará a todos los países (y será moldeada por ellos), con un impacto a nivel de sistema en muchas áreas diferentes.
La Cuarta Revolución Industrial tiene el potencial de empoderar a personas y comunidades a medida que cree nuevas oportunidades de desarrollo económico, social e individual. Pero también puede causar la marginación de algunos grupos, exacerbar la desigualdad, dar origen a nuevos riesgos para la seguridad y socavar las relaciones humanas.
Para aprovechar las oportunidades y evitar sus riesgos, debemos ponderar ciudadosamente las interrogantes que plantea: reconsiderar nuestras ideas sobre el desarrollo económico y social, la creación de valor, la privacidad y la propiedad, y hasta la identidad individual. Tenemos que abordar como individuos y colectivo los problemas morales y éticos que pone por delante la investigación de vanguardia  en inteligencia artificial y biotecnología, cuyos hallazgos harán posible una importante extensión de la vida, el diseño de los bebés y la extracción de la memoria. Y tenemos que adaptarnos a nuevos modos de conocer personas y alimentar relaciones.
No se puede sobrestimar la escala del reto. La Cuarta Revolución Industrial podría llevarnos a formas de aumento de las capacidades humanas que nos hagan cuestionar la naturaleza misma de nuestra existencia, y más pronto de lo que podríamos imaginar.
Pensemos en cómo la tecnología móvil ya ha cambiado nuestras vidas y relaciones. A medida que la novedad de las prendas tecnológicas o wearables abra paso a su necesidad cotidiana (y, más tarde, cuando se conviertan en tecnología integrada a nuestras vidas), ¿perderemos la oportunidad de hacer pausas, reflexionar y participar de conversaciones significativas y sustanciales? ¿Cómo cambiarán nuestra vida interior y la de quienes nos rodean? Se trata de preguntas de peso sobre las cuales probablemente aumente la intensidad del debate en los años venideros.
Por supuesto, la tecnología no es una fuerza exógena sobre la que los seres humanos no tengamos control. No estamos limitados a una elección binaria entre aceptación y rechazo. Más bien, las decisiones que cada día tomemos como ciudadanos, consumidores e inversionistas marcarán el rumbo del avance tecnológico. Mientras más pensemos sobre esas decisiones, nosotros mismos y los modelos sociales de los que dependemos, mejores serán nuestras posibilidades de orientar la revolución de modo que vaya en dirección de nuestros objetivos comunes y sostenga nuestros valores.
En esta dirección será esencial desarrollar nuevas formas de colaboración y gobernanza, junto con una narrativa positiva en común. Para ello son necesarios tres pasos.
Primero, debemos seguir creando conciencia y comprensión acerca de lo que está en juego. La toma de decisiones no puede ocurrir aisladamente. Necesitamos un enfoque amplio que reúna a las mentes más brillantes de todo el planeta, de los ámbitos tanto público como  privado.
En segundo lugar, desarrollar narrativas constructivas e integradoras acerca del rumbo que debería tomar esta Cuarta Revolución Industrial. Por ejemplo, asegurándonos de que nuestros comportamientos en lo individual y colectivo se guíen por valores morales y éticos, también en los mercados financiero y de capitales. Debemos ir más allá de la tolerancia y el respeto para abrazar una empatía y compasión genuinas y lograr que el empoderamiento y la inclusión se conviertan en principios guía de nuestras acciones.
En tercer lugar, debemos reestructurar nuestros sistemas económico, social y político. Está claro que nuestras actuales estructuras de gobierno y los modelos predominantes de creación de riqueza no pueden satisfacer nuestras necesidades actuales ni, lo que es más importante, las futuras. Hoy no necesitamos ajustes menores ni reformas marginales, sino una transformación amplia y creativa que abarque todo el sistema.
El modo en que se desarrolle la Cuarta Revolución Industrial dependerá de las personas, la cultura y los valores. Con todo lo notables que puedan ser, las nuevas tecnologías son en lo fundamental herramientas creadas por personas para personas. Debemos recordar esto y asegurarnos de que la innovación y la tecnología sigan poniendo a la gente en primer lugar, impulsándonos hacia un desarrollo sostenible e integrador.
Una vez lleguemos a ese punto, podemos avanzar todavía más. Tengo la firme convicción de que la nueva era tecnológica, si se encara de forma responsable y asertiva, podría catalizar un nuevo renacimiento cultural que nutra la noción de que somos algo mucho mayor que nosotros: una verdadera civilización global.
La Cuarta Revolución Industrial puede poner en peligro las fuentes que tradicionalmente han dado sentido a la humanidad (trabajo, comunidad, familia e identidad), o conducirla a una nueva conciencia colectiva y moral que se base en la noción de un destino en común. Está en nosotros decidir.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
https://www.project-syndicate.org/commentary/fourth-industrial-revolution-human-development-by-klaus-schwab-2016-01/spanish

5-De análisis económico a crecimiento inclusivo

WASHINGTON, DC – La mayoría de las economías están en busca de una receta para un crecimiento económico inclusivo, en la que se implementen tasas altas de inversión, innovación rápida y fuertes alzas del PIB junto con medidas para reducir la desigualdad de ingresos. Los conservadores insisten en que el crecimiento requiere de impuestos bajos y de incentivos como mercados laborales flexibles para estimular la iniciativa empresarial. Pero para reducir la desigualdad hacen falta niveles más altos de gasto gubernamental y tributación (excepto cuando el gobierno busca un gasto deficitario para estimular una economía deprimida).
Se suele invocar el modelo económico escandinavo para achicar esta brecha. El sistema de "flexiguridad" danés, en particular, históricamente ha ofrecido un desempeño económico sólido junto con una desigualdad baja. Economistas prominentes como Philippe Aghion han publicado excelentes análisis de cómo este modelo podría equilibrar crecimiento, igualdad y satisfacción general de los ciudadanos en otras partes del mundo.
Estos economistas sostienen que los mercados laborales con pocas restricciones en cuanto a contratación y despido, impuestos bajos a la iniciativa empresarial e incentivos generosos para la innovación son compatibles con una distribución de ingresos relativamente equitativa, un alto gasto social por parte del gobierno y políticas sociales igualadoras como la educación gratuita universal.
Este modelo ha sustentado un debate en curso en Europa, que hoy es relevante en Estados Unidos, porque la nueva administración de Donald Trump ha prometido ayudar a los "perdedores" de la globalización mejorando al mismo tiempo la innovación y el crecimiento. Pero en Estados Unidos es mucho más difícil, desde un punto de vista político, ofrecer razones a favor de un gasto público generoso en educación, atención médica y seguridad financiera para los jubilados, porque hacerlo siempre plantea el espectro de impuestos altos.
Un modelo de crecimiento inclusivo parecería tener que cuadrar el círculo en materia de políticas. Tendría que aumentar sustancialmente el gasto público, especialmente en educación, beneficios de desempleo, capacitación y salud.
Resulta útil analizar los números de los ejemplos danés y sueco a los que se hace referencia con tanta frecuencia. En términos generales, esos países tienen excelentes indicadores económicos. Si bien el crecimiento del PIB no es mayor que en Estados Unidos, la mayoría de la gente comparte un nivel de vida alto, mientras que las encuestas demuestran que los escandinavos (especialmente los daneses) están entre las personas más felices del mundo. Pero, como demuestra el siguiente cuadro, esos países también tienen uno de los gastos gubernamentales y ratios tributación-PIB más altos de la OCDE.


government spending percent gdp

    Si Estados Unidos, hipotéticamente, adoptara la política de educación gratuita universal de Dinamarca, pero mantuviera su ratio impuestos-PIB sin modificar, su déficit fiscal superaría el 6% del PIB. Estados Unidos ha experimentado déficits tan altos sólo durante la Segunda Guerra Mundial y la Gran Recesión de 2008-2009, cuando se implementó un gigantesco paquete de estímulo para impulsar la economía. De modo que el solo hecho de ofrecer educación gratuita universal en Estados Unidos haría subir el déficit del país al nivel más alto que se haya registrado en tiempos normales.
En el contexto de esta comparación, parecería que el círculo no se puede cuadrar sin un importante giro macroeconómico. Los países escandinavos son más pequeños y pueden recaudar ingresos y administrar los servicios públicos de manera más eficiente. Pero, aun si Estados Unidos se acercara a esta eficiencia -una tarea difícil en un país tan grande y diverso-, la solidaridad social seguiría exigiendo impuestos efectivos altos, como en Dinamarca y Suecia.
Otro componente crucial del modelo escandinavo es la flexibilidad del mercado laboral. En el índice de "Legislación de Protección del Empleo" de la OCDE, Estados Unidos arroja un resultado de 1,2 en una escala de 0 a 5, donde cero indica flexibilidad plena. Por su parte, el resultado para Francia y Alemania es 2,8, para Italia 2,9 y para Dinamarca y Suecia 2,3 y 2,5 respectivamente. Esto demuestra que, aunque los mercados laborales escandinavos son más flexibles que en otras partes de Europa continental, el mercado laboral estadounidense es mucho más flexible -y ofrece menos seguridad- que cualquiera de ellos.
Este amplio cálculo estático sugiere que deberíamos proceder con cautela a la hora de aplicar las lecciones del modelo escandinavo a países grandes como Estados Unidos. De modo que, para evaluar el impacto a largo plazo que un modelo puede tener en el bienestar de los ciudadanos, necesitaríamos un análisis más dinámico en el curso de por lo menos diez años. Recién ahí podríamos medir hasta dónde la inversión y la innovación responderían a los incentivos, cuánto costaría la educación universal gratuita en el mediano plazo o cómo incidirían las estructuras demográficas en las diferentes políticas sociales.
El análisis económico por sí solo no puede dirimir el debate político entre derecha e izquierda. Lo que puede hacer es ayudar a acotar y focalizar ese debate. La clave es que los participantes en ambos lados sean más explícitos respecto de los valores y objetivos que, a su entender, debería procurar la sociedad, y cuantifiquen sus presunciones sobre cómo un desempeño dinámico responderá a incentivos particulares. Recién ahí una democracia puede elegir de manera efectiva cuál sendero seguir.
Un buen análisis económico puede permitir que los "populistas constructivos" debatan con los "populistas post-factuales e ilusorios" que parecen estar en aumento, con un discurso alternativo realista -que sea transparente y esté basado en expectativas creíbles de las políticas y los resultados económicos-. En otras palabras, el análisis económico puede facilitar las buenas decisiones; no puede tomarlas.
https://www.project-syndicate.org/commentary/flexicurity-scandinavian-model-america-by-kemal-dervis-and-karim-foda-2017-01/spanish

6-Justicia tecnológica: ni tasa sobre los robots, ni renta básica universal

http://www.eldiario.es/zonacritica/Justicia-tecnologica-robots-basica-universal_6_620547964.html

7-Cuarta Revolución Digital y Renta Mínima (con incentivos)

http://nadaesgratis.es/j-ignacio-conde-ruiz/carlos-ocana-orbis-cuarta-revolucion-digital-y-renta-minima

8-Un impuesto negativo sobre la renta

Con la crisis y el alto nivel de desempleo, sobre todo el de largo plazo, se ha vuelto a poner en boga en algunos sectores la propuesta de una renta básica universal pagada directamente por el Estado. Sin embargo, puede haber una propuesta interesante que produce unos resultados similares: un impuesto negativo sobre la renta. La adelantó en los años 40 la conservadora británica Juliet Rhys-Williams, y posteriormente el propio Milton Friedman en 1962, pese a todo un "conservador con un programa de bienestar social", como lo definió un artículo en The New York Times a su muerte en 2006. La idea vuelve ahora, y no por casualidad, de la mano de otros proponentes como Erick Brynjolfsson y Andrew McAfee, en su  The Second Machine Age ( La segunda era de las máquinas), y no por casualidad, pues esta era está redefiniendo el entorno no sólo económico sino también social.
La renta básica generalizada tiene sus propios problemas, pues iría no sólo a los más necesitados, sino incluso a los acomodados. En una de sus aproximaciones Tony Blair la experimentó en el Reino Unido con un plus fiscal que se aplicó a todos y que en época de bonanzas sirvió a las clases medias como suplementos para viajes u otros gastos no necesarios. Además, la renta básica implicaría un nivel de gastos que en la actualidad los Estados no podrían permitirse. El impuesto negativo sobre la renta no está, sin embargo, exento de problemas. Y de hecho, cuando se propuso desde sectores ultra-liberales (no como vuelve en la actualidad) era para suprimir a cambio buena parte de los gastos del Estado del bienestar.
Se ha experimentando en algunos casos en EEUU e incluso en Israel. ¿Cómo funcionaría un impuesto negativo sobre la renta? Se establecería un nivel de ingresos mínimo deseable. Y si no se llega, incluso trabajando, la diferencia sería cubierta por una tasa negativa. Así, si el nivel deseable, por citar un ejemplo se fijara en 20.000 euros anuales para una familia de cuatro, y la tasa de renta negativa en un 50%, (el tipo que proponía Friedman), la familia que ganara 10.000 euros recibiría el 50% de la diferencia entre esto y el nivel deseable, es decir, 5.000 euros suplementarios del Estado, con lo que sus ingresos ascenderían a 15.000. Una persona sin ingresos recibiría 10.000. Y lo podría hacer a través de declaraciones anuales o trimestrales.
Esto aseguraría un cierto ingreso mínimo para las personas que se mantendrían así como consumidores, a la vez que alentándoles a permanecer en el mercado de trabajo y a buscar empleo, en contra de lo que a menudo se dice. Si el renacimiento de la propuesta tiene sentido es porque estamos en una época de falta de empleo, de una cobertura del paro insuficiente, de trabajos en precario o de bajos salarios en algunos sectores y ocupaciones, que se puede agravar con la automatización y los robots en esta nueva era de las máquinas y de la globalización.
El mayor problema –cálculos presupuestarios aparte- puede versar sobre el apoyo que puede recibir tal medida por parte de los contribuyentes positivos. Ocurriría también con una renta mínima garantizada. O con la idea de un Estado de bienestar dirigido a los más necesitados. Si las clases medias no se benefician del Estado del bienestar –de la educación y de la sanidad públicas, principalmente- éste perderá su apoyo. Es algo que puede estar ocurriendo en España (aunque no en Alemania o Francia, donde la universalidad se mantiene en estos ámbitos). Un impuesto negativo sobre la renta puede resultar sumamente progresivo, aunque corre el riesgo no sólo de estigmatizar a los receptores, sino de perder el apoyo de los ciudadanos que más contribuirían a su financiación. Sin embargo, vale la pena estudiarlo más a fondo, pues es un tipo de medida que puede ser sumamente relevante en un entorno de bajo salarios y de pobreza ya no sólo de los desempleados, sino de muchos con trabajos mal remunerados.
http://www.eldiario.es/zonacritica/impuesto-negativo-renta_6_250634953.html

9-Robotica y ocio gratuito

https://antinomiaslibro.wordpress.com/2017/03/13/robotica-y-ocio-gratuito/

10-otros enlaces:

http://economia.elpais.com/economia/2017/03/10/actualidad/1489165785_466140.html

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