Empresas bogotanas: 20 indicadores para que midan su aporte al bien común
Bogotá es una máquina
para generar empresas. Entre 10 mil y 40 mil nuevas se registraron
en los primeros trimestres de los últimos dos años en la Cámara
de Comercio. Sus productos y servicios compiten ahora en
un mercado local de más de 700 mil (cifra a 2017).
Las filas interminables para renovar la matrícula mercantil de
repente no parecen absurdas: ¡ese total es siete veces el número
de compañías que existen en Medellín!
Pero la cantidad de registros cancelados también es
significativa. Entre enero y septiembre del año
pasado 4.534 firmas dejaron de serlo, es decir, casi el 30 por ciento de
las creadas en ese mismo periodo. Nadie ha dicho que sostener un negocio
sea 'papitas'.
Por esto, la Cámara ofrece a sus afiliados (más del 90 por
ciento son microempresarios) un portafolio de servicios para ayudarlos a
superar obstáculos. Las capacitaciones de la entidad cubren seis ejes
temáticos: Financiero y financiamiento, Estrategia empresarial,
Innovación, Internacionalización, Mercadeo y ventas, y Producción y
calidad.
Llama la atención, sin embargo, el enfoque tradicional de
estas asesorías. Con el auge global de propuestas como las "empresas B" y el
clamor de la sociedad para que las organizaciones asuman su
responsabilidad frente a los impactos sociales y medioambientales de sus
acciones, se hace necesario otro
eje donde se discutan opciones, alternativas y
metodologías para que las empresas entiendan cuál es su lugar frente
al "bien común".
Ese último es el ideal de figuras legales
como las "empresas B" (sociedades de beneficio e interés
colectivo). Según María Emilia Correa, abogada colombiana cofundadora
de Sistema B, el objetivo de esta opción para constituir un negocio es "que las empresas no solo dejen de
hacer daño, sino que vayan más allá y, además de diseñar con menos recursos, se
comprometan con una solución a los problemas sociales y ambientales" (ver entrevista completa).
Esta iniciativa certifica que en Colombia existen 40 firmas de
ese tipo, entre ellas Crepes & Waffles, lo
que demuestra el interés de pequeños empresarios y
organizaciones multimillonarias por lograr un balance entre
el interés privado y el colectivo.
El asunto es que un planeta con recursos limitados, desigualdad rampante
y una destrucción imparable de los recursos naturales no puede darse el lujo de seguir promoviendo el
crecimiento, la riqueza, y la competencia sin consecuencias,
así sus generadores prometan cumplir un código ético que
aboge por el bienestar de la sociedad.
Existe entonces una alternativa que cava más profundo: La Economía del Bien Común (EBC) es una
iniciativa que, con unas premisas filosóficas que parten de valores como: la
empatía, la dignidad humana y el respeto al medio ambiente,
busca transformar los objetivos del libre mercado y los
propósitos de las empresas.
Fundada en el año 2010 por el austriaco Christian Felber, quien se para
de cabeza al inicio de sus conferencias TED para llamar la atención sobre la
"economía que está patas arriba" (ver video más abajo), la EBC cree
en la posibilidad de un modelo económico más justo en el que
las compañías poco a poco entiendan que su aporte al "bien
común" es fundamental.
La
"Matriz del Bien Común" (ya
en la versión 5.0) es la herramienta
metodológica, con 20 indicadores en cinco áreas, que ofrece
la EBC para que las organizaciones empresariales,
privadas, públicas, o de carácter
social, identifiquen los aspectos internos y externos
con los que inciden positiva o negativamente en el "bien común" y
logren, con el tiempo, un equilibrio como el ya mencionado.
matriz-del-bien-comun.jpg
Esto no significa que las compañías tengan que ser iguales, o
que cedan su libertad, creatividad, originalidad o capital. Tampoco
que asuman una carga adicional que, en teoría, no les compete. Pero
una parte de la sociedad pide a gritos una transformación.
El ideal de un sistema económico responsable, más allá del homo economicus como centro del
universo, no es nuevo, lo buscan hace décadas otros movimientos
y modelos como la Economía Solidaria, el "Buen Vivir", "los
comunes" y "los convivialistas". Estos han logrado
proyectos colectivos exitosos más allá de la propiedad privada y el
mercado tradicional.
Enfoques budistas sobre la economía, además, resaltan la naturaleza
cooperativa de los seres humanos y defienden
la producción de bienes y servicios cuando su objetivo es
generar el bienestar personal y colectivo. La filosofía Zen, además,
invita a "nunca ser disruptivos".
Sin embargo, la propuesta de Felber es una alternativa secular y
pragmática para que los emprendedores y dueños de empresas tengan una
opción práctica para pensar en cómo ser más igualitarios,
mejorar las condiciones laborales de sus empleados, responsabilizarse
de sus cadenas de distribución y promover prácticas de transparencia, sin necesidad de convertirse en templos
tibetanos o en la La Congregación Mariana de Medellín (pionera
en aplicar la "Matriz del Bien Común" en Colombia).
La Economía del Bien
Común en Colombia
La Congregación Mariana de Medellín fue
la primera en el país en implementar la metodología de Felber. Sus
directivas invitaron al austriaco el año pasado a su
sede para que conociera los avances que realizan en las
cinco áreas principales de su iniciativa: dignidad humana, solidaridad y
justicia social, sostenibilidad económica, transparencia y
codeterminación.
Entrevisté a Javier Duque Ramírez*, director ejecutivo de la
Fundación Organización VID (que es la que administra las obras de la
congregación), para entender de primera mano qué tan viable es
la implementación de la Matriz del Bien Común y compartir su
experiencia con las empresas o personas interesadas en probar lo mismo.
Más de 2.000 las organizaciones en todo el mundo apoyan
este modelo y 400 han medido su aporte al "bien común" (ver
ejemplos de reportes), incluyendo municipalidades públicas en
España, instituciones educativas, universidades, bancos y pequeñas empresas
europeas (ver todas). El estudio de la EBC está en
auge, así como su propagación: ya cuenta con 100 capítulos de apoyo en todo el
mundo.
(Para más información
sobre la ECB y cómo aplicar el Balance del Bien Común, pueden entrar aquí. Asimismo, en
este momento existe el propósito de crear un "campo de energía"
del Bien Común en Bogotá, un grupo de personas que visibilice de qué
se trata este proyecto y ayude a impulsarlo en el sector empresarial y
público).
--
1. ¿Qué necesidad o qué
camino hace que una organización religiosa y social se interese en la propuesta
novedosa de evaluar indicadores organizativos a partir de criterios del bien
común, como parte además de un modelo económico alternativo?
La Congregación Mariana (VID) nació hace 80 años como una entidad
privada, sin ánimo de lucro, conformada por laicos, guiados por la
espiritualidad ignaciana. En estas ocho décadas ha forjado un holding empresarial con 13 obras de
servicio a la comunidad en las áreas de salud, educación, familia y
comunicaciones, (www.vid.org.co)
que bajo la administración y dirección ejecutiva de la Fundación Organización
VID, da empleo a 1.300 personas directamente y atiende a más de 600.000
personas anualmente.
Sabemos que el modelo de la Economía del Bien Común es una propuesta
novedosa (...). Quisimos autoevaluarnos con sus indicadores, dándonos cuenta de
que teníamos gestiones ya implantadas en nuestra empresa, que se alineaban con esta
propuesta.
2. ¿Cómo fue el primer
contacto de la VID con la EBC?
En el año 2012, el grupo directivo comenzó a estudiar el libro de
Christian Felber, La Economía del Bien Común, ese fue el primer contacto.
Encontramos que la Congregación ya venía trabajando por el bien común y
coincidimos en muchas orientaciones y acciones enmarcadas en el modelo de
Felber, tales como: el cuidado ambiental, la inclusión, la calidad del puesto
de trabajo, la búsqueda de disminución de la brecha entre salario máximo y salario
mínimo, entre otros.
3. ¿Cuál fue el proceso
de socialización del modelo y del Balance del bien común al interior de la
organización?
Primero se estudió en un pequeño grupo de 27 personas. Luego al
hacer nuestro informe social del año 2013, dimos a conocer el tema
entre los empleados, proveedores, juntas directivas y otros públicos a quienes
hacemos llegar nuestro informe anual. Hicimos el ejercicio de mirar nuestra
organización a la luz de los indicadores de la Matriz del bien común
planteada por Felber. Identificamos las prácticas que se daban dentro de las 13
obras, la fundación y la congregación, orientadas hacia estos indicadores y
allí reportamos lo que hacemos que le apunta a este modelo.
4. ¿Qué dificultades
encontraron en su socialización?
La incredulidad de la viabilidad de este modelo.
5. ¿Qué dificultades
encontraron en su implementación?
Realmente no fue una implementación sino un descubrir. Este modelo nos
sirvió para evidenciar que desde hace muchos años venimos trabajando por el
bien común, de manera silenciosa, pero constante.
6. ¿Qué resultados
positivos arrojó la medición sobre el funcionamiento que ya tenía la
institución al momento de hacerla por primera vez?
Fue una experiencia muy positiva porque puso en manifiesto muchas
acciones que se nos quedaban por fuera a la hora de hacer nuestros informes y
que encajó perfectamente con la importancia que le damos al cuidado ambiental,
a la dignidad del ser humano y la vida.
7. ¿Qué indicadores
propios del balance quedaron por mejorar en la organización luego de la
medición?
Esto es un proceso evolutivo en construcción y aunque hemos trabajado con
esta orientación, debemos seguir tomando decisiones gerenciales que le aporten
al bien común. La nuestra es una institución dinámica que ha dado respuesta a
los retos de estas ocho décadas y ha sabido avanzar con prudencia hacia los
nuevos paradigmas sociales.
8. ¿Qué cambios o
acciones puntuales trajo al interior de la organización la aplicación del
Balance para cumplir con los indicadores?
Se realizó la medición de la huella hídrica y de carbono a todos los
empleados, retroalimentándolos sobre cómo poder generar un menor impacto al
planeta con su estilo de vida. Se acordó con un proveedor de insumos del
Laboratorio clínico que se nos recibiera de vuelta las neveras de icopor para
no generar nuevos consumos de estas neveras. Se prohibió la compra de vasos
plásticos en todas las obras.
9. ¿Cuáles son los
indicadores que creen son los más difíciles y retadores de cumplir que propone
el balance?
Los de la diferencia entre salario mínimo y máximo, dado que en nuestra
organización hay subespecialistas médicos que por su formación y experiencia
reciben salarios muy altos y eso hace difícil reducir la brecha.
10. ¿Es mejor la VID
luego de aplicar el Balance?
Indiscutiblemente sí, ya que nos puso a reflexionar y a buscar
innovaciones para seguir trabajando por el bien común.
11. ¿Qué consejos les
dejó Christian luego de su visita para seguir aplicando el modelo y difundir
sus ideas y prácticas?
Para él fue una grata sorpresa encontrar a una organización que se
analizó bajo su modelo, demostrando de esta manera que sí es posible
implementarlo en una organización, que es viable y de hecho es más rentable
para una empresa trabajar por el bien común, que por el bien particular. Nos
invitó a seguir trabajando el informe bajo la matriz 5.0 que está recién
lanzada y a publicarlo cada 2 años, no cada año.
12. ¿Recomendarían a
otras organizaciones el Balance del bien común?
Sí, es un ejercicio interesante que puede generar innovaciones que se
verán reflejadas en un clima laboral más positivo, en la transformación
cultural hacia el consumo desmedido y en la conciencia social y ambiental de
los empleados.
13.
¿Qué consejos le darían a una
organización neófita para implementarlo con más facilidad?
Primero deben conocerse como institución y estar dispuestos a revisarse
con sentido crítico compasivo, es decir con objetividad, pero sin culpas. La
invitación es a hacer de esta experiencia un proceso constructivo,
mirando hacia adelante con el lente de qué se puede mejorar para que los
beneficiodos sean más y los excluidos menos.
*Agradecimiento especial
a María Paola Botero por la entrevista.
Las empresas no la tienen fácil, pero la sociedad necesita que miren más
allá de producir, innovar y disruptir. Acá una propuesta práctica para
lograrlo y un caso de éxito en Colombia. ¿Listos para la Economía del
Bien Común?
Andrés Elasmar García
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