Gobernanza de la economía de la transición
La rápida transición económica requiere una gobernanza proactiva; los mercados no pueden realizar la tarea
2º parte del Informe Gobernanza de la economía de la transición.
Autores: Paavo Järvensivu, Tero Toivanen, Tere Vadén, Ville Lähde,
Antti Majava, Jussi T. Eronen . BIOS Research Unit, Helsinki, Finland.
Documentos de referencia del capítulo “Transformación: Economía” del
Informe Global Sustainable Development Report 2019 elaborado por el Grupo de Científicos Independientes.
De estos ejemplos (Energía, Transporte, Movilidad, Alimentación/Soberanía alimentaria, Vivienda…) (léase la 1º parte)
se desprende claramente que se requiere una gobernanza política sólida
para lograr las transiciones clave. La acción basada en el mercado no
será suficiente, incluso con un alto precio del carbono. Debe haber un
Visión integral y planes estrechamente coordinados. De lo contrario, es
inconcebible una rápida transformación sistémica hacia objetivos de
sostenibilidad global. Mazzucato (2013, 2018) ha examinado este tema
desde la perspectiva de la política de innovación y argumenta que,
históricamente, las principales innovaciones a nivel sistémico, tales
como El programa Apollo de EE. UU. han requerido que el estado
establezca la misión y coordine y financie gran parte de la
investigación y desarrollo relacionados. Según su investigación, lograr
transiciones sistémicas ha requerido y requerirá innovación proactiva
orientada a la misión – no será suficiente que el estado arregle los
“fallos del mercado” reactivamente. Por supuesto, la innovación por sí
sola no es suficiente. A continuación volveremos a la cuestión de
limitar el uso de recursos y de la organización de los trabajos.
La típica oposición a la necesidad de una rápida transición
coordinada en la mayoría de los países occidentales, comienza con la
influyente idea de que solo bajo un régimen de “intervención” limitada
del gobierno, el mercado puede sostener su eficiencia. Por lo tanto, si
el estado prioriza una tecnología sobre la otra, lo más probable es que
priorice la errónea. Si el estado emplea a personas para construir una
nueva infraestructura, desplazará a la empresa privada. Desde este punto
de vista, muchos economistas se han conformado con los precios del
carbono como la política menos intervencionista, económicamente más
eficiente y la “mejor opción” para reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero (Jenkins 2014). Los precios de carbono se pueden
lograr mediante impuestos al carbono o límites de emisiones y comercio
de permisos (“Cap and Trade” o “tope y comercio”). Un precio del carbono
es una “tarifa Pigouviana” (Pigou 2017 [1932]) diseñada para corregir
externalidades de mercado no deseadas que no tienen precio.
Un problema clave con los precios del carbono ha sido que los
estados, federaciones o sindicatos no los han aplicado a un nivel
suficientemente alto por temor a deslocalizaciones industriales hacia
países menos regulados ambientalmente. Por esta razón, muchos
economistas y políticos esperan la implantación de un precio global del
carbono. Pero si nos remitimos a los cuatro ejemplos anteriores (véase 1º parte):
energía, transporte, alimentos y vivienda, podemos percibir que sería
altamente improbable que incluso los precios globales del carbono
guiasen la actividad económica en la dirección correcta, al menos con
suficiente rapidez y amplitud. Como herramienta política, los precios
del carbono carecen del elemento crucial de coordinar un conjunto
diverso de actores económicos hacia un objetivo común. Los actores
individuales tendrían un incentivo para disminuir las emisiones de
carbono, pero todavía competirían a través de sus propias lógicas de
negocios; no habría nada que garantizase que cualquier lógica
empresarial respaldase la transición sistémica hacia la sostenibilidad.
Además, en los últimos años ha sido extremadamente difícil resolver casi
cualquier cosa con un impacto tan amplio a nivel internacional.
Otra idea influyente que se opone a la
transición guiada por el estado hacia la sostenibilidad es el
objetivo de un presupuesto estatal equilibrado, que se considera
esencial incluso en un relativo corto plazo. Esto significa, por un
lado, que los estados deben evitar gastar para no incurrir en
déficits presupuestarios, y por otro lado, que deben evitar las
regulaciones que afecten negativamente a la empresa privada existente
y, en consecuencia, los ingresos fiscales. Así, los estados no han
tenido mucho interès ni en invertir en la transformación hacia la
sostenibilidad o en limitar las actividades económicas intensivas
en recursos.
Los dos argumentos a priori en contra
de una gobernanza estatal fuerte presentados anteriormente dependen
de un tipo particular de teoría económica, es decir, la escuela
neoclásica. Si cambiamos a otra lente teórica, mirando la economía
desde otra perspectiva, estos argumentos pierden su efecto. El
movimiento teórico es análogo a un cambio desde un enfoque en el
conocimiento individual a las dimensiones sociales o estructurales
del comportamiento humano, donde empezamos a ver que las necesidades
individuales, por ejemplo, no son meramente individuales sino que se
producen o están condicionadas por un conjunto de dimensiones
extraindividuales. Este tipo de cambio teórico es un procedimiento
normal para cualquier alumno de ciencias sociales o humanas.
Teoría económica para apoyar la
gobernanza de la transición
Mientras que la escuela neoclásica de
la teoría económica parte de un conjunto de axiomas teóricos que
representan la realidad en términos de funciones matemáticas
simplificadas que conducen al equilibrio y que se presupone que se
mantienen en cualquier situación histórica, la escuela
poskeynesiana (Hein y Stockhammer 2011, Lavoie 2009) construye sus
teorías sobre las instituciones económicas existentes. El análisis
poskeynesiano es de naturaleza histórica; los mercados no existirían
y no existen sin regulación política. En consecuencia, el enfoque
postkeynesiano a priori no desconfía del papel del estado en el
mercado. No da por sentado que los mercados siempre busquen el
equilibrio, pero en cambio, sostiene que las economías capitalistas
tienden a generar burbujas de mercado y otras crisis. Los mercados no
conducen a resultados social y ecológicamente deseables por sí
mismos, sino que requieren una orientación política activa.
Muchos poskeynesianos que trabajan en el marco de la teoría monetaria moderna, enfatizan el papel económico de los estados o de
las uniones de estados con sus propias monedas y bancos centrales
(Wray 2015, Mitchell 2015, Lavoie 2013). Un postulado central de
estos académicos es que los estados nunca pueden quedarse sin su
propia moneda. A diferencia de los recursos naturales, sociales y
tecnológicos, las monedas soberanas no son un factor limitante de la
acción colectiva como la transición a la sostenibilidad. Esto ha
sido así desde que se abandonó el estándard del oro y se adoptó
el dinero fiduciario en los años setenta. El estado siempre puede
gastar e invertir en su propia moneda Además, no tiene porque
aferrarse a determinados puestos de trabajo o industrias por el
bien de los ingresos tributarios. En otras palabras, desde esta
perspectiva, la acción colectiva, organizada al menos en parte a
través del estado, debe guiarse no por la necesidad de obtener
fondos públicos, sino sobre la base de objetivos sociales y de las
límitaciones materiales.
Como una herramienta política práctica, los poskeynesianos han
propuesto el llamado trabajo garantízado (Cook et al. 2008, Murray y
Forstater 2017, Tcherneva 2018), que garantizaría que todas las personas
capaces y dispuestas a trabajar podrían tener un trabajo permanente,
financiado por el estado y administrado localmente. Los trabajos mas
adecuados para el programa serían aquellos que casi cualquiera puede
hacer con una preparación limitada. Los trabajos podrían ser modelados
para ser útiles a la
transición hacia la sostenibilidad y crear capacidades para
adaptarse al cambio climático: por ejemplo, la instalación de
soluciones energéticas descentralizadas y la preparación para
inundaciones. Además de activar la transición, la garantía de
empleo aseguraría el pleno empleo, disminuiría la inseguridad y la
necesidad de competir por empleos ambientalmente destructivos a nivel
individual y colectivo.
El enfoque poskeynesiano desafía la
ortodoxia económica y apoya las transiciones hacia la sostenibilidad
en el contexto económico y político actual de los países
occidentales y otros países con organizaciones parecidas. El
desarrollo en China sirve como recordatorio de que las teorías
económicas distintas de las neoclásicas son ya efectivas en el
mundo. En China, las transiciones económicas no han sido frenadas
por la ideología de la mínima intervención estatal o de un
presupuesto equilibrado. Las transiciones anteriores han sido, sin
embargo, ecológicamente insostenibles en muchos aspectos. Más allá
de la teoría poskeynesiana, puede haber una variedad de teorías
económicas que apoyen transiciones rápidas materialmente y
ecológicamente beneficiosas. El requisito teórico clave es que
deben permitir que la política reconozca los objetivos sociales de
transformación y los límites materiales de la actividad económica.
El nuevo orden geopolítico durante
y después de la gobernanza de la transición
Tomadas en conjunto, ¿qué
significarían estas medidas políticas para la economía mundial y
la geopolítica? Por supuesto, como siempre ocurre en las
transformaciones sociales a gran escala, es difícil predecir el
resultado global cuando hay múltiples variables, pero en general, la
dirección sería hacia “un mundo keynesiano con fronteras
planetarias ”: economías y sociedades singulares y autónomas,
comprometidas con el comercio internacional por razones específicas,
como la seguridad alimentaria, en lugar de
comprometerse en pro del libre comercio como principio. Los
individuos, las organizaciones y las naciones abordarían la economía
como una herramienta para permitir una buena vida más que como un
fin en sí misma. La actividad económica ganará sentido no
alcanzando el crecimiento económico sino reconstruyendo la
infraestructura y las prácticas hacia un mundo post combustibles
fósiles con una carga radicalmente menor sobre los ecosistemas
naturales. En los países
ricos, los ciudadanos tendrían menos poder adquisitivo que ahora,
pero este se distribuiría más equitativamente. Los ciudadanos de
todos los países tendrían acceso a empleos con sentido y
podrían confiar en que se está construyendo un futuro deseable a
nivel colectivo.
El enfoque en objetivos de mejora de la
vida y en la reducción de emisiones en lugar de objetivos económicos
abstractos también caracteriza las relaciones entre los países en
desarrollo y los desarrollados; la actividad económica entre ellos
consistiría en un aprendizaje bidireccional para construir una
infraestructura y prácticas nuevas y adecuadas a nivel local en
ambos extremos. Este tipo de gobernanza económica liderada por un
estado proactivo y orientado hacia la producción y el consumo de
baja emisión y autosostenible funciona al contrario del orden
político mundial actualmente dominante, que se ha organizado en
torno al libre comercio internacional. Instituciones internacionales
claves, como el Fondo Monetario Internacional que ha sido conocido
por sus políticas de privatización industrial y dirigida hacia la
exportación, necesitarán ser reconfiguradas en consecuencia.
El cambio climático y otros cambios
ambientales amenazan los medios de vida en todo el planeta y son
causa de migraciones masivas. Es de interés para todos los países
mantener las oportunidades locales para una buena vida. Debido a que
los diferentes países y zonas tienen diferentes rutas- dependencias
y metas, no existe una solución técnica que se ajusta a todos. Una
limitación especialmente importante para los países ricos es que la
dramática reducción de emisiones desde los altos niveles actuales
de consumo es muy desafiante, si no imposible. En cambio, algunos
países en desarrollo pueden hacer mejoras significativas en el
bienestar de sus pueblos con nuevas inversiones en soluciones bajas
en carbono. Estos países en desarrollo no necesitan comenzar por el
desmantelamiento de la infraestructura de combustibles fósiles que
ha proporcionado una gama de producción de bajo costo y de
oportunidades de consumo en los países ricos durante décadas.
Desplazar las zonas climáticas de la tierra hacia los polos Norte y
Surd, añade otro imperativo para el aprendizaje: por ejemplo, los
productores de alimentos en el norte de Europa tienen mucho que
aprender de sus colegas del sur.
En vista de los desafíos enfrentados hoy en la implantación de
acuerdos internacionales significativos, la opción más probable para
iniciar transiciones hacia la sostenibilidad sería que un grupo de
estados progresistas tomaran la iniciativa. Esto requeriría un
pensamiento económico que permitiera grandes programas de inversión
pública, por un lado, y fuerte regulación y limitaciones ambientales,
por otro. En la economía global moderna, los estados son los únicos
actores que tienen la legitimidad y la capacidad para financiar y
organizar transiciones a gran escala.
Traducción: Neus Casajuana
https://www.revoprosper.org/2019/03/21/gobernanza-de-la-economia-de-la-transicion/?fbclid=IwAR1fwN7saLClc6zwXXORysvfO56u2qO_sTp7cn8JtYh7QHouFZsjprzKF4I-
https://bios.fi/bios-governance_of_economic_transition.pdf
Unidad BIOS, Helsinki: propuestas para hacer frente a la crisis ambiental/cambio climático
Los modelos económicos convencionales ignoran casi del todo las dimensiones energéticas y materiales de la economía. Los límites planetarios que imposibilitan el crecimiento permanente. El cambio climático y la extinción de especies se aceleran a medida que las sociedades experimentan una creciente desigualdad, desempleo, lento crecimiento económico, aumento de los niveles de deuda y gobiernos impotentes. Contrariamente a la forma en que los legisladores suelen pensar, estos problemas no son en realidad ninguna crisis separada.Energía
La era de la energía barata se está acabando. Y el capitalismo y la economía dominante no pueden resolver el agotamiento sistemático de los ecosistemas planetarios y los recursos ambientales. Las sociedades necesitan abandonar los combustibles fósiles a causa de su impacto en el clima.La nueva era se caracteriza por la ineficiencia de la producción de combustibles fósiles y los costes crecientes del cambio climático. El pensamiento económico capitalista convencional ya no puede explicar, predecir o resolver el funcionamiento de la economía mundial.
Producir los niveles actuales o crecientes de energía necesarios en las próximas décadas y hacerlo con soluciones de bajo contenido en carbono será extremadamente difícil, si no imposible. Se tiene que transformar toda la infraestructura energética hacia un sistema no contaminante/renovable. Implementar una drástica reducción de los sistemas de producción y consumo de energía. Ir hacia el decrecimiento energético.
Transporte / movilidad
Radical transformación de la movilidad. Uso/implementación de modelos no contaminantes, electrificación y reducción de los desplazamientos obligatorios cambiando la organización/planificación de las ciudades: modificar las conexiones entre la vivienda y el trabajo, educación, salud, derechos/servicios básicos, que se tienen que acercar para poder andar, ir en bicicleta y en última instancia usar el transporte electrificado no contaminante.Drástica reducción del transporte internacional de mercancías y de la aviación. El transporte internacional de mercancías y la aviación no pueden continuar creciendo a ritmos actuales, a causa de la gran cantidad de emisiones que abocan y de que no se dispone de sistemas alternativos para sustituirlos.
Alimentación/Soberanía alimentaria
El cambio climático y otros cambios ambientales amenazan los medios de subsistencia a todo el planeta y son la causa de la migración masiva. Es del interés de todos los países mantener oportunidades locales para una buena vida.Una amplia gama de la investigación demuestra que los países en vías de desarrollo tendrían que centrarse en proporcionar nutrición diversa a las personas, producida en el país por cuenta propia y, de este modo, aumentar las oportunidades de vida locales y mejorar las condiciones sociomateriales generales.
El sistema impuesto de exportar una selección reducida de materias primas y materiales y la importación de alimentos básicos baratos no ha funcionado para las comunidades locales.
Simultáneamente, la mayoría de los países ricos y desarrollados se enfrentan a grandes y variados retos en la producción de alimentos. Sería demasiado arriesgado confiar en la producción de unos cuántos alimentos principales e importar el resto.
Esto tendrá repercusiones en el comercio internacional de alimentos, también a Europa y en los Estados Unidos. Países que actualmente confían en la importación de alimentos en cantidades significativas tendrán que lograr un alto grado de autosuficiencia (soberanía) alimentaria.
El comercio internacional de alimentos se tendrá que limitar a la seguridad alimentaria y en ningún caso al libre mercado de alimentos.
En cuanto a las prácticas de producción y consumo, los productos lácteos y la carne tendrían que dejar paso a dietas vegetales.
Mobilització a Barcelona dels Friday for Future | Pol Rius
Vivienda
Sustitución de los sistemas de construcción basados en el hormigón y el acero, muy intensivos en el uso de energía y significativamente contaminantes. Considerar el uso de la madera, que requeriría una gran transformación en su sistema de producción como sería el caso de la silvicultura. [La madera para la construcción de edificios tendría que competir, por ejemplo, con la fabricación de papel y usos energéticos.]Cambios en los modelos de confort. Conservación de la capacidad calorífica. Aislamiento para evitar consumo y pérdidas de energía a través de la calefacción y el aire acondicionado.
Economía
Economías únicas y autónomas y sociedades dedicadas a la regulación del comercio internacional por razones específicas, como la seguridad alimentaria, en lugar del libre comercio como principio. Las personas, las organizaciones y las naciones entenderán la economía como una herramienta para permitir un bien, la vida, y no como un fin en sí mismo. La actividad económica tendrá sentido sin crecimiento económico.Garantía de trabajo
Todas las personas que sean capaces y estén dispuestas a hacerlo tendrían que poder trabajar de forma permanente. Los puestos de trabajo del programa serían los que prácticamente cualquier persona puede hacer con una formación limitada. Los ciudadanos de todos los países tendrían acceso a trabajos significativos y podrían confiar que se construye un futuro deseable a nivel colectivo.Un trabajo financiado estatalmente y administrado localmente. Trabajos útiles y modeladas para la transición hacia la sostenibilidad y para adaptarse al cambio climático. La garantía de tener trabajo aseguraría la plena ocupación y reduciría la inseguridad y la necesidad de competir por puestos de trabajo ambientalmente destructivos a nivel individual y colectivo.
Gobernanza
Los mercados no pueden hacer la transición. La rápida transición económica requiere de una gobernanza proactiva. Hay de haber visión global y planes estrechamente coordinados.Los estados no pueden quedarse sin su propia moneda soberana. Tienen que poder invertir – financiar las transformaciones – a través de la propia moneda. A diferencia de los recursos naturales, sociales y tecnológicos, las monedas soberanas no son limitantes en la transición hacia la sostenibilidad.
La acción colectiva, organizada al menos parcialmente a través del Estado, no se tiene que guiar por la necesidad de asegurar fondos públicos, sino en base a objetivos sociales y condiciones de límites materiales.
Los mercados se opondrán, pero solo con una transición coordinada en la mayoría de los países occidentales y bajo la intervención fuerte de los gobiernos sobre los mercados, se conseguirá la eficiencia.
Podéis consultar aquí el informe en inglés y el resumen cumplido en catalán
Ecofeminismo
La mirada ‘biofísica’ de la economía que nos propone el Dr. Paavo Järvensivu nos resulta insuficiente sin una visión ecofeminista de la vida. El punto de partida es la conciencia que la especie humana vive encarnada en cuerpos que son vulnerables y finitos. Cuerpos que hay que cuidar a lo largo de toda su existencia y más intensamente en algunos momentos del ciclo vital. El feminismo ha denunciado históricamente la naturalización del cuerpo de la mujer como herramienta para legitimar el patriarcado. Reducidas a cuerpo/máquina, las mujeres han sido sometidas, explotadas y obligadas a responsabilizarse, ellas solas, del cuidado de los cuerpos.Pero no tan solo las mujeres han sido cosificadas por el capitalismo/patriarcado. Todos los humanos lo están desde el momento en que el capitalismo considera que una persona solo tiene valor si se le puede poner precio para contabilizarla en el PIB. Y no tiene valor si no trabaja, si no ha sido mercantilizada.
Para el capitalismo, los cuerpos por sí mismos son cargas improductivas. Por consiguiente, prescindibles si no trabajan. Contrariamente, para el ecofeminismo, pero también desde el punto de vista de los derechos humanos, los cuerpos humanos son bienes fondo, como los bienes naturales que proporciona la naturaleza: minerales, fósiles, fotosíntesis, polinización. Y tienen derechos, todos los derechos, por el solo hecho de existir, trabajen, estén mercantilizados o no. Hablaremos en profundidad sobre ello en otro artículo
Transversalidad
Además del rápido cambio climático/calentamiento global, la creciente infertilidad del suelo, la pérdida de biodiversidad, las sequías, la acidificación oceánica, la pérdida de capacidad de polinización y de fotosíntesis, el aumento de los desastres naturales y otros peligros ambientales, las sociedades son testigos del aumento de la desigualdad, el aumento del paro, el lento crecimiento económico, el aumento de los niveles de deuda y gobiernos sin instrumentos prácticos para gestionar sus economías.Esta degradación de la vida, de los derechos, también está causada por la creciente crisis ecológica. A medida que los costes ecológicos y económicos del excesivo consumo industrial continúan aumentando, el crecimiento económico al que nos hemos acostumbrado está en peligro. Pero los responsables de la política, los políticos, los partidos, no reconocen ni aceptan los problemas subyacentes. Tampoco las élites económicas que controlan/dominan la economía vigente, el sistema económico capitalista, hacen nada para evitarlo, muy probablemente, porque ya le va bien.
En un reciente documento del
”Institute forPublic Policy Research” de Gran Bretaña, se detalla: en
el mundo y desde 1950, el número de inundaciones se ha multiplicado por
15, acontecimientos de temperatura extrema por 20, los incendios
forestales siete veces; la superficie vegetal ahora se pierde entre 10 y
40 veces más rápido que el tiempo de recuperación de los procesos
naturales; los 20 años más cálidos desde que se iniciaron los registros
el 1850 han sucedido en los últimos 22 años; las poblaciones de
vertebrados han caído en una media del 60% desde la década de 1970, y el
número de insectos (vitales para la polinización) han disminuido
todavía más rápido en algunos países.
Los autores relacionan directamente esta intensa y dramática crisis
climática con la salud, la precariedad/pobreza, desposesión,
acumulación/riqueza, desigualdades, migraciones. Una amenaza similar a
la de la crisis financiera de 2008. Estos procesos, sostienen,
amplifican e interactúan con los problemas sociales y económicos
existentes. En términos extremos, la crisis ambiental podría provocar un
colapso catastrófico de los sistemas humanos. Choques económicos,
sociales y políticos que se contagiarían a través de la globalización. Y
ponen el ejemplo en la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios que
confían en solo cinco especies animales y 12 plantas para proporcionar
el 75% de la nutrición mundial.
La lucha contra el cambio climático/calentamiento/crisis ambiental
será larga y dura porque significa combatir el capitalismo, que es, en
definitiva, el principal causante. Una lucha que no se puede hacer tan
solo desde los movimientos ambientales. Todos los movimientos sociales,
las mareas, tienen que entender que la crisis que vivimos es de
civilización y que no se resolverán sus problemas ni lograrán
/reconquistarán sus legítimos derechos si no levantan la mirada y
comprenden que la causa es el sistema económico dominante, que ignora
casi del todo las dimensiones energéticas y materiales de la economía:
los límites planetarios que imposibilitan el crecimiento permanente en
el que está basado.
La transición/transformación ecológica, que en realidad es una
revolución, no se hará si no es socialmente justa, equitativa,
transparente, sincera y con las personas/ciudadanía como protagonistas. Y
no se puede hacer beneficiando a los más ricos. Y se tiene que llevar a
cabo si se quiere que los jóvenes que se manifiestan tengan el futuro
que reclamen y al que tienen derecho. Y también todos nosotros.https://www.revoprosper.org/2019/03/06/rebelion-o-extincion-crece-la-protesta-contra-el-cambio-climatico/
https://sustainabledevelopment.un.org/globalsdreport/2019
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