Economia del conocimiento / Desarrollo / Soetenibilidad / SUSTAINABLE KNOWLEDGE-BASED ECONOMY
1-Economía
del conocimiento para la sostenibilidad
SUSTAINABLE KNOWLEDGE-BASED ECONOMY
Pedro César Cantú-Martínez
Economia del conocimiento / Desarrollo / Soetenibilidad / SUSTAINABLE KNOWLEDGE-BASED ECONOMY
1-Economía del conocimiento para la sostenibilidad
SUSTAINABLE KNOWLEDGE-BASED ECONOMY
Resumen
El presente manuscrito muestra la trascendencia
que posee la economía del conocimiento para el logro de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible. Se reconoce el conocimiento como un elemento necesario
para la búsqueda del bienestar social del ser humano y, además, para la
reducción de la pobreza y la falta de equidad social. La economía del
conocimiento es el análisis del comportamiento y los hechos relacionados con la
aplicación económica del saber. Esto ha llevado a la transformación de las
sociedades cuando el conocimiento se convierte en aprendizaje y este se encuentra
orientado a resolver los problemas sociales y ambientales.
This
paper shows the importance of knowledge-based economy to achieve sustainable
development objectives. Knowledge is recognized as a necessary element for the
search for social welfare, the reduction of poverty and the lack of social
equity. Knowledge-based economy is behavior analysis and the facts related to
the economic application of knowledge. This has led to the transformation of
societies when knowledge becomes learning and it is oriented to solve social
and environmental problems.
Keywords:
economy; knowledge; development; sustainability.
Fecha de recepción: 03-11-2016. Fechas de
reenvíos: 14-11-2016, 08-11-2016, 27-03-2017, 26-04-2017. Aceptado el
08-05-2017. Publicado el 21-06-2017.
Pedro César Cantú-Martínez http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/economia/article/view/8809/11751
1.
Introducción
En el marco global considerado recientemente por
los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) el impulsor y dispositivo para
alcanzar la sostenibilidad y mejorar la calidad de vida de todas las personas
lo encontramos en el conocimiento (Cantú-Martínez, 2016a). Esto es ratificado en la
Agenda Nacional en Ciencia, Tecnología e Innovación en México (AA. VV., 2012, p. 2), al aseverar que se ha
“reconocido repetidamente por muchos líderes políticos, sociales, académicos y
empresariales en los países más desarrollados, [que] el fortalecimiento de la
inversión en educación, así como en Ciencia, en Tecnología y en la Innovación
(CTI) no es un lujo, sino una verdadera necesidad”. Lo anterior particularmente
porque la utilización del conocimiento se instituye en una circunstancia
necesaria y pertinente para el bienestar social de toda colectividad humana
(Cantú-Martínez, 2012a; Cantú-Martínez y Moreno, 2012).
Sánchez y Ríos (2011, p. 44) señalan que un
desarrollo sostenido que brinde a la sociedad una mejora sustancial de la
calidad de vida se apuntala en la “economía del conocimiento”. En este ejemplo
encontramos el caso de Corea del Sur; estos autores afirman que “las
causalidades del crecimiento coreano son una fuerte apuesta e inversión en la
educación y la capacitación, el impulso a la innovación científica a través de
una política intensa de investigación y desarrollo”, entre otras condiciones.
Finquelievich (2004) indica que:
(…) ente los elementos comunes a dichas
estrategias se destaca la importancia de la investigación y desarrollo (I+D)
científicos, la formación de personal altamente calificado, la creación de un
medio ambiente rico en iniciativas para sostener la creación y el crecimiento
de empresas intensivas en conocimiento e investigación. (p. 7)
Sin lugar a dudas, en las situaciones más
exitosas prevalecen políticas de carácter integral cuyo orden es complementario
en las cuales se configuran escenarios tan relevantes como la vinculación entre
el sector académico y el productivo para hacer uso del mejor capital
intelectual humano y del conocimiento de frontera (Cooke y Leydesdorff, 2006; Mallén, 2013).
Rosenberg (2003) menciona que desde hace
tiempo nuestro mundo se encuentra en una economía del conocimiento, ya que,
después de todo, las instituciones de educación superior son las principales
creadoras de este en toda sociedad y además son las principales emisoras;
mientras, por otra parte, son las que adicionan nuevos conocimientos a los ya
antepuestos. Cómo advierte Cabrero (2014), “se crean relaciones que
permiten generar y aprovechar, de manera más eficaz y eficiente, el
conocimiento” (p. 36), en el cual se halla la sostenibilidad como componente
clave.
En este momento, se torna pertinente y necesario
entender qué es sostenibilidad en el marco del desarrollo de toda sociedad y,
particularmente, en el concepto de la economía del conocimiento que tratamos.
Referirse a esta noción conlleva una reflexión sobre la forma en que se ha
erigido y denominado el desarrollo al que hace alusión el Informe Brundtland,
denominado en algunas naciones como “desarrollo sostenible” y en otras como
“desarrollo sustentable”. En este sentido, Cantú-Martínez (2014) indica que en:
(…) esta situación de orden semántico no media
ninguna discrepancia de significado aparente […], ya que, de manera general, lo
que se suscribe simbólicamente en estas expresiones es el precepto de largo
alcance y se esboza un amplio rango de acciones sociales, que nos permitan
coexistir con una vida plena” (p. 41).
Condición que trasladamos al término de
sostenibilidad y sustentabilidad. En el presente manuscrito pretendemos abordar
y esclarecer a qué se refiere la economía del conocimiento, explorando sus
principios y fundamentos, para finalmente observar su contribución a la
sostenibilidad de las sociedades.
-¿Qué
es el conocimiento?
-Hoy en día el conocimiento ha sido un
detonador del desarrollo económico que ha trascendido en una mayor
competitividad, particularmente respecto a la productividad, donde esencialmente
el conocimiento generado, aunado al componente tecnológico, se han constituido
en los elementos claves para incrementar la productividad y dinamizar la
economía (Powell y Snellman, 2004; Cabrero, 2014). De acuerdo con Barceló (2001):
El conocimiento surge a partir del Dato, como
representación de un grupo de objetos y acontecimientos que se dan en el mundo
real […] una vez que el dato adquiere un determinado significado […]
encontramos un segundo nivel en la información. El flujo de experiencias […] e
información convierten a este segundo nivel en […] conocimiento. (p. 14)
- Por lo tanto, todas las sociedades son
generadoras de conocimiento, distinguiéndose cuatro tipos a considerar. Asó,
Lundvall y Johnson en 1994 (citados por Barceló, 2001) diferencian entre:
· Saber-qué: generalmente hace referencia a
hechos y a proposiciones ciertas.
· Saber-por qué: hace referencia al conjunto de
estructuras explicativas de los principios y leyes de la naturaleza; es decir,
al entendimiento.
· Saber-cómo: se refiere a las capacidades y
habilidades para hacer algo.
· Saber-quién: engloba la información sobre
quién sabe qué y quién sabe cómo hacer qué. Las dos primeras menciones
corresponden al conocimiento explícito o codificado; y las dos restantes, al
conocimiento de carácter tácito o no codificado. El primero es aquel que se
adquiere mediante la utilización de bases de datos, o bien, mediante la lectura
de libros, entre algunos ejemplos; mientras el segundo conocimiento está
sustentado primordialmente en la experiencia y lo ostentan las personas
(Barceló, 2001). De tal manera que el
conocimiento es el agrupamiento de representaciones abstractas producto de la
adquisición o de la experiencia alcanzada en función de la observación de la
realidad. Esta información, posteriormente, la traducimos en acción para
modificar o recrear la realidad (Luque, 1993; Potts, 2001; Cantú-Martínez y
Waliszewski, 2012; Kanuma, Butera y Butera, 2015). Así, se transita del saber
al hacer mediante el conocimiento.
- Principios de la economía del conocimiento
- La relevancia del conocimiento como un insumo
único para la sociedad se ha constituido gradualmente en un tópico de sumo
interés, esencialmente cuando las naciones industrializadas observaron en ello
un factor determinante para el desarrollo económico, como ha sucedido “desde la
segunda revolución industrial [donde] la vinculación entre el conocimiento
científico y las tecnologías productivas es evidente” (Vilaseca, Torrent y
Díaz, 2002, p. 5). En este sentido, la
Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo esgrimió, desde el año
1996, la conveniencia de alinear las políticas de ciencia, tecnología e
industria hacia la búsqueda del máximo bienestar social y el rendimiento
productivo; a esto lo denominó “economías basadas en conocimiento”
(Organisation for Economic Cooperation and Development, 1996). De acuerdo con Sánchez y
Ríos (2011):
Una economía del conocimiento es aquella en la
que el conocimiento es un activo más importante que los bienes de capital y
mano de obra, y donde la cantidad y sofisticación del conocimiento que permea
en las actividades económicas y sociales, llega a niveles muy altos. (p. 46)
Esto es, además de reconocer el valor de invertir
para fortalecer y acrecentar el conocimiento, también se estima como sumamente
apreciable la distribución del conocimiento mediante redes sociales tanto
formales como informales, para mejorar el repartimiento y ejercicio económico
en la sociedad y así favorecer un bienestar social masivo (Canales y León, 2013; Guzmán, 2016), lo que conlleva a que, en
el escenario de las políticas públicas, estas se centren especialmente en la
actualización del capital humano y en la promoción de la obtención de mejores
habilidades para aprender.
Sánchez y Ríos (2011) indican que para el Banco
Mundial el conocimiento cuenta con cuatro puntales que dan soporte a la
economía del conocimiento, estos son: a) educación y la capacitación de la
fuerza laboral, b) adecuados servicios para la propagación y utilización de la
información y el conocimiento, c) contar con sistemas de innovación en los que
se plasme la vinculación entre las instituciones de educación superior y las
empresas, d) un régimen institucional de estímulos financieros que permita la
concesión de recursos de forma eficaz para afirmar la práctica eficiente del
conocimiento. En todo lo anterior resulta notorio, como aluden Moreno, Pelayo y
Vaca (2007):
(…) que conocimiento y aprendizaje deben ir unidos:
el conocimiento es el recurso y el aprendizaje es la capacidad para obtenerlo,
crearlo y usarlo. Ambos son inseparables. Por tanto, el aprendizaje puede
entenderse como una acción que, en sentido amplio, toma el conocimiento como
input y genera nuevo conocimiento. (p. 3611)
Ahora bien, de acuerdo con Cabrero (2014), consolidar estos puntales:
Brinda a los países un ambiente idóneo para que los
tres actores principales interactúen dentro de una economía basada en el
conocimiento: las universidades y centros de investigación –encargados de
formar mano de obra calificada y crear conocimiento–; las empresas –que
absorben el conocimiento y a los egresados de las universidades, a la vez que
realizan innovaciones–; y el sector público o gobierno –orientado a encaminar
las políticas públicas en materia de ciencia, tecnología e innovación (CTI)
para facilitar la relación entre los sectores educativo y productivo, y a
llenar los vacíos que impidan una interacción efectiva entre ambos–. (p. 36)
A este modelo antes citado se le denomina como la
“Triple Hélice”, que es donde se inspira el proceso de innovación y que permite
afianzar la capitalización del conocimiento, vinculando distintas disciplinas y
conocimientos, además de fomentar substancialmente las relaciones de
colaboración entre los tres actores, instituciones de educación superior,
empresa y gobierno (Chang, 2010; Laydesdorff, 2010). Esto ha conllevado en gran
parte a una transformación de las sociedades, concatenada hoy en día “a la
revolución biotecnológica, el avance científico y la era de la información”
(González, 2006, p. 11), que despunta los
alcances e influencia de los sucesos tecnocientíficos en la humanidad y de las
sucesión de cambios que hurgan en la cotidianidad de la vida diaria
(Gentzoglanis, 2000; Cantú-Martínez, 2012b; Rodríguez-Ponce y
Pedraja-Rejas, 2015). En este sentido, Canales y
León (2013, p. 62) mencionan que es muy
relevante apreciar “que si bien el conocimiento siempre ha estado presente en
las transformaciones productivas, en la actualidad está siendo creado y
transferido con mayor rapidez, en contraste con lo que ocurría en décadas
pasadas”.
Lo antes mencionado se puede observar claramente
en dos dimensiones del conocimiento, de acuerdo con Bernal (2008): “i) la dimensión global,
que abarca el proceso de producción, transferencia y uso del conocimiento fuera
de su contexto (codificado) y ii) la dimensión local, que incluye el proceso de
aprendizaje y sedimentación, cuando el conocimiento se arraiga” (p. 25).
- Economía del conocimiento en la
sostenibilidad
- La transformación de la realidad que se suscita
en derredor nuestro, en este período de modernidad, es sumamente complicada ya
que ha conllevado progreso por una parte, como también dificultades de orden
social. En la actualidad, Cantú-Martínez (2012a) sostiene que:
(…) la realidad es bastante compleja, y su
resultado es el reflejo en conjunto de la concatenación de la formación de
recursos humanos, de la disponibilidad del saber científico y técnico, de las
condiciones y aplicabilidad práctica y económica de la misma, así como de la
demanda social que en materia de conocimiento tecno-científico lograra existir.
(p. 30)
Esto evidencia que los problemas en las esferas
económica, social y ambiental son inconvenientes primordialmente humanos, que
denotan lo importante del conocimiento existente para evaluar, resolver y
emplear este mediante aplicaciones concretas al servicio de la sociedad, con la
finalidad de reflexionar en las estrategias generales de desarrollo económico
para promover claramente los principios de la sostenibilidad (Fundación
Friedrich Naumann y Fundación Este País, 2005; Cantú-Martínez, 2015a).
De acuerdo con lo antes mencionado, la economía
del conocimiento se yergue como una vía para fomentar un desarrollo sostenible
con un carácter continuo, como una ruta para sufragar la escasez y carencia de
recursos y, con esto, cerrar las brechas existentes, favoreciendo la equidad
social y eliminación de la pobreza (Chen y Dahlman, 2005). En este sentido, Holling (2000) advierte, en el marco de lo
que considera un sistema de correspondencia entre la simplicidad y la
complejidad, que la sostenibilidad nos conduce a la capacidad de encontrar una
armonía y adaptación permanente entre las dimensiones social, económica y
ambiental, mientras que el desarrollo denota el proceso de crear y mantener
vigentes las oportunidades entre las dimensiones antes mencionadas. Es así que
se construye el desarrollo sostenible, como la vía social para concebir, por
una parte, capacidades de adaptación y, por otra, labrar oportunidades para la
continuidad de la sociedad humana. Es más, esta postura requiere, conforme
Torrent-Sellens (2016, p. 30):
(…) articular nuevas funciones de comportamiento
y nuevas métricas de la economía. De hecho, y como ya ha sucedido en otras
fases de la historia de la economía, la economía del conocimiento necesita
articular un nuevo paradigma científico, que explique con más fidelidad la
realidad económica.
Un esfuerzo fehaciente de lo antes señalado es la
presentación de la Agenda Ciudadana en Iberoamérica Ciencia, Tecnología e
Innovación, preparada por el Comité Organizador Iberoamericano
Colombia-España-México, en la reunión celebrada el 6 y 7 de octubre del 2016 en
Cartagena de Indias, Colombia, a la que asistieron los ministros y autoridades
de Ciencia, Tecnología e Innovación. Esta agenda responde al planteamiento de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones
Unidas (Cantú-Martínez, 2016b), y en ella se ocupa de los
primeros siete temas planteados en estos: Energía; Seguridad Alimentaria;
Sociedad Digital; Educación; Medio Ambiente; Cambio Climático y
Sustentabilidad; y Agua y Salud. El octavo tema fue seleccionado por cada país,
por ejemplo, Colombia eligió Paz, mientras que España y México, Envejecimiento
(Inzunza, 2016).
El propósito es que esta agenda se constituya en
un documento orientador que induzca su aplicación a reflexiones, generación de
ideas, creación de patrimonio, progreso social, acopio y regeneración del
conocimiento y que brinde, además, oportunidades para mejorar las condiciones
de vida en toda sociedad. Según señaló José Franco, miembro de la Comisión
Coordinadora en Iberoamérica durante la reunión: “en este ejercicio estamos
apostándole al gran valor de nuestra región y sus culturas. A nuestro futuro,
porque tenemos los recursos naturales, materiales y sobre todo el invaluable
talento, creatividad y determinación de nuestra gente” (Inzunza, 2016, p. 27). De cumplirse la
Agenda Ciudadana, se favorecerá en definitiva al desarrollo sostenible basado
ahora en el conocimiento, desde su lanzamiento por el Informe Brundtland
(Cantú-Martínez, 2008; Cantú-Martínez, 2015b).
Es importante reconocer que las economías basadas
en el conocimiento, aunque contribuyen al desarrollo sostenible, requieren de
grandes cantidades de recursos que deben ser empleados en la educación,
investigación, innovación científica y, posteriormente, para la transferencia
social y aplicación; además, es esencial contar con un marco de referencia con
cierto nivel de desarrollo industrial existente. Ramos (2015) advierte lo siguiente:
No es casual que las economías más fuertes en
conocimiento, como Estados Unidos, Japón, Alemania y recientemente Corea o
China, sean las que tienen niveles más altos de consumo de energía y
materiales, así como los sectores industriales más desarrollados. (p. 9)
-Conclusiones
-Desde la promulgación del Informe
Brundtland en 1992, las autoridades gubernamentales de todas las naciones han
comprendido que no se debe considerar únicamente las cuestiones económicas,
sino también las de carácter social y ambiental para mejorar las condiciones de
vida y satisfacer las demandas de orden social. En el contexto de la
actualidad, los principios que rigen el concierto internacional para allegarse
el desarrollo sostenible se fundan en el conocimiento. Con estos nuevos marcos
referenciales de la economía del conocimiento se ha introducido este como la clave
para resolver los problemas que nos aquejan, ya que es observado como insumo y
como un bien de creciente cuantía y significación, al estar orientado hacia la
búsqueda del respeto de los derechos humanos, la satisfacción de las
necesidades sociales y la conservación del entorno.
Cabe recordar que, según se encuentra
documentado, hasta hace unos años el desarrollo económico de un país estribaba
en la capacidad para generar riqueza en el tiempo, que se percibía como el
hecho de acumular capital y trabajo únicamente mediante el acto de incrementar
la productividad. Además, de forma particular se pensaba que una nación con
amplios recursos económicos y naturales poseía ventajas sobre otra con recursos
escasos (Marquina y Rozga, 2015). No obstante, hoy en día
estos pensamientos se han ido abandonando paulatinamente al examinarse en las
distintas naciones que la ventaja reside sustancialmente en la manera eficiente
de utilizar los recursos con los que se cuenta, empleando el conocimiento como
la totalidad de factores que toman parte en la manufactura de otros bienes. A
partir de esto, se puede hacer hincapié en que el conocimiento se traduce en
labores humanas emanadas de las interacciones surgidas entre las sociedades con
un carácter dinámico que crean riqueza, bienestar social y también la
oportunidad acceder a la sostenibilidad que tanto se anhela.
Notas
1Doctorado en Ciencias Biológicas,
Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Autónoma de Nuevo León, San
Nicolás de los Garza, N.L., México. Correo electrónico: pedro.cantum@uanl.mx
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Venezuela. Recuperado de https://books.google.co.cr/books?id=CnlIzDmIAQcC&printsec=frontcover&dq=isbn:9800019669&hl=es-419&sa=X&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false
Sánchez, C. y Ríos, H. (2011). La economía del
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economía del conocimiento: paradigma tecnológico y cambio estructural.
España: UOC. Recuperado de http://www.uoc.edu/in3/dt/20007/20007.pdf
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2.La gestión del conocimiento en la nueva economía
Enric Serradell López-Director de programa de
Ciencias Empresariales (UOC)-eserradell@uoc.edu
Ángel A. Juan Pérez-Profesor coordinado
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre la importancia que tiene la gestión del conocimiento en las organizaciones actuales. En los últimos tiempos, la comunidadcientífica ha venido mostrando un creciente interés por la gestión del conocimiento, interésque ha ido parejo al estudio de temas tales como la nueva economía, la visión de lasempresas como organizaciones capaces de generar ventajas competitivas mediante elconocimiento, el capital intelectual, los activos intangibles, etc. En este sentido, en el artículo se plantea también un modelo integral de gestión del conocimiento y su relación con la nueva economía y la sociedad de la información, prestando especial atención al
papel de las universidades como centros especializados en la creación, organización ydifusión del conocimiento. Finalmente, se reivindica la necesidad de integrar la gestión delconocimiento en la política de recursos humanos de toda organización moderna –políticaque deberá estar orientada a crear y almacenar conocimiento, así como a su posteriordistribución y uso
La gestión del conocimiento en la nueva... (PDF Download Available). Available from: https://www.researchgate.net/publication/255625443_La_gestion_del_conocimiento_en_la_nueva_economia [accessed May 03 2018].
3-Introducción a las teorías modernas
del crecimiento económico
Hywel G. Jones,1979
"Basta una lectura rápida de la literatura
sobre el crecimiento económico real, o un somero conocimiento de la historia de
las economías en crecimiento para indicarnos que nuestros modelos, al poner el
acento en la acumulación de factores, han olvidado un elemento fundamental del
proceso de crecimiento económico: el cambio tecnológico." , J. Hywell
-
4-Tecnología y economía: una aproximación a la interpretación económica del conocimiento
Conclusiones A lo largo del artículo hemos visto como la teoría económica conceptualiza y representa el cambio técnico en el marco de una función de producción agregada que parte de cuatro hipótesis: productos marginales positivos, productividad marginal decreciente, rendimientos constantes a escala y carácter indispensable de factores productivos para la producción. Estas hipótesis determinan una forma funcional concreta de la producción agregada por trabajador, que parte del punto cero, es creciente y cóncava.
El punto de partida del análisis de la producción con cambio técnico es la definición de tecnología y la tasa de progreso que tiene. Según la literatura económica aceptada, la definición de tecnología que entronca con la visión clásica del desarrollo tecnológico tiene unas características intrínsecas que han determinado el análisis económico del cambio técnico. Efectivamente, los economistas entendemos la tecnología como un estock de conocimiento social relativo a las técnicas de producción de las actividades económicas. A medida que la actividad económica se ha terciarizado en una primera fase, y se ha hecho más intangible en una segunda fase, la definición misma de tecnología nos ha limitado a la hora de explicar el papel que tiene con relación al crecimiento económico. La visión inicial inspirada en la de Schumpeter del empresario innovador que tiene un conocimiento sobre las técnicas de producción y sobre las características del mercado de un output ha sido superada por la incorporación progresiva al valor añadido de las actividades de distribución, de los servicios no destinados a la venta, y, en la última fase de crecimiento, se ha caracterizado por las tecnologías de la información y la comunicación, por los problemas de valoración de este estock de conocimiento, con características intangibles.
Por lo tanto, parece evidente que el análisis clásico de la función de producción no acaba de interpretar correctamente la importancia del cambio técnico sobre el crecimiento económico. La incorporación del conocimiento -entendido como el output productivo de la información- como factor productivo de importancia creciente parece un camino correcto para mejorar el análisis del cambio técnico y la repercusión que tiene sobre el crecimiento económico. Sin embargo, la incorporación del conocimiento como factor productivo se debe entroncar con las hipótesis de la función de producción, en especial cabe mencionar que el estudio de los rendimientos decrecientes se antoja como el principal elemento que se debe determinar en este contexto nuevo. Un primer punto de partida, considerando la existencia de productividad marginal decreciente de conocimiento, nos permitiría replicar el análisis de la función de producción agregada con tres inputs que satisfacen las hipótesis fundamentales, aunque queda mucho camino por recorrer en cuanto a la evidencia empírica.
http://www.uoc.edu/web/esp/art/one/0104013/one04.html
Conclusiones A lo largo del artículo hemos visto como la teoría económica conceptualiza y representa el cambio técnico en el marco de una función de producción agregada que parte de cuatro hipótesis: productos marginales positivos, productividad marginal decreciente, rendimientos constantes a escala y carácter indispensable de factores productivos para la producción. Estas hipótesis determinan una forma funcional concreta de la producción agregada por trabajador, que parte del punto cero, es creciente y cóncava.
El punto de partida del análisis de la producción con cambio técnico es la definición de tecnología y la tasa de progreso que tiene. Según la literatura económica aceptada, la definición de tecnología que entronca con la visión clásica del desarrollo tecnológico tiene unas características intrínsecas que han determinado el análisis económico del cambio técnico. Efectivamente, los economistas entendemos la tecnología como un estock de conocimiento social relativo a las técnicas de producción de las actividades económicas. A medida que la actividad económica se ha terciarizado en una primera fase, y se ha hecho más intangible en una segunda fase, la definición misma de tecnología nos ha limitado a la hora de explicar el papel que tiene con relación al crecimiento económico. La visión inicial inspirada en la de Schumpeter del empresario innovador que tiene un conocimiento sobre las técnicas de producción y sobre las características del mercado de un output ha sido superada por la incorporación progresiva al valor añadido de las actividades de distribución, de los servicios no destinados a la venta, y, en la última fase de crecimiento, se ha caracterizado por las tecnologías de la información y la comunicación, por los problemas de valoración de este estock de conocimiento, con características intangibles.
Por lo tanto, parece evidente que el análisis clásico de la función de producción no acaba de interpretar correctamente la importancia del cambio técnico sobre el crecimiento económico. La incorporación del conocimiento -entendido como el output productivo de la información- como factor productivo de importancia creciente parece un camino correcto para mejorar el análisis del cambio técnico y la repercusión que tiene sobre el crecimiento económico. Sin embargo, la incorporación del conocimiento como factor productivo se debe entroncar con las hipótesis de la función de producción, en especial cabe mencionar que el estudio de los rendimientos decrecientes se antoja como el principal elemento que se debe determinar en este contexto nuevo. Un primer punto de partida, considerando la existencia de productividad marginal decreciente de conocimiento, nos permitiría replicar el análisis de la función de producción agregada con tres inputs que satisfacen las hipótesis fundamentales, aunque queda mucho camino por recorrer en cuanto a la evidencia empírica.
http://www.uoc.edu/web/esp/art/one/0104013/one04.html
"In
an economy where the only certainty is uncertainty, the one sure source of
lasting competitive advantage is knowledge... Successful companies are those
that consistently create new knowledge, disseminate it widely throughout the
organization, and quickly embody it in new technologies and products".I.
Nonaka
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La gestión del conocimiento en la nueva... (PDF Download Available). Available
from: https://www.researchgate.net/publication/255625443_La_gestion_del_conocimiento_en_la_nueva_economia
[accessed May 03 2018].
-
-
"Sin duda, el cambio tecnológico es uno de los
determinantes más importantes de la configuración y la evolución de la
economía. El cambio tecnológico ha mejorado las condiciones de trabajo, ha
permitido la reducción de las horas de trabajo, ha proporcionado un
incremento de la producción de bienes nuevos y viejos, y ha aportado muchas
dimensiones nuevas a nuestra manera de vivir."
The Economics of Technological Change , E. Mansfield y E. Mansfield( 1968)
http://www.uoc.edu/web/esp/art/one/0104013/one04.html
5-Bibliografia:
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La gestión del conocimiento en la nueva... (PDF Download Available). Available from: https://www.researchgate.net/publication/255625443_La_gestion_del_conocimiento_en_la_nueva_economia [accessed May 03 2018].
6.Enlaces relacionados:
➟ Software para la gestión del conocimiento:
➟ Asociación europea de gestión del conocimiento:
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➟ Recursos sobre gestión del conocimiento:
La gestión del conocimiento en la nueva... (PDF Download Available). Available from: https://www.researchgate.net/publication/255625443_La_gestion_del_conocimiento_en_la_nueva_economia [accessed May 03 2018].
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Lecciones de desarrollo económico
https://books.google.es/books?id=Iv24eXOtNZ8C&pg=PA78&lpg=PA78&dq=Introducci%C3%B3n+a+las+teor%C3%ADas+modernas+del+crecimiento+econ%C3%B3mico+,+J.+Hywell&source=bl&ots=MAa9tmvsr4&sig=wkxJWl0XZSg7PZO1RjBCsLwyWak&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwix3rXhn-naAhXEpFkKHY3kAcU4ChDoAQgoMAA#v=onepage&q=Introducci%C3%B3n%20a%20las%20teor%C3%ADas%20modernas%20del%20crecimiento%20econ%C3%B3mico%20%2C%20J.%20Hywell&f=false
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