«El comercio justo es una forma sencilla de trasladar los ODS a la ciudadanía»
Roberto Ballester, presidente de Fairtrade Ibérica, resalta la importancia del comercio justo para crear un mundo más sostenible a nivel social y medioambiental.
Octubre es un mes
especial, no solo porque las hojas de los árboles se tiñan de marrón y
amarillo y se preparen para caer, sino porque es el mes elegido para
sensibilizar sobre el comercio justo y la importancia de que los
productos que compramos incluyan el sello que certifica que proceden de
él. Hablamos con Roberto Ballester, presidente de Fairtrade
Ibérica, sobre qué impacto tienen nuestras decisiones como consumidores
y la forma en que el comercio justo y los Objetivos de Desarrollo
Sostenible se entrelazan para conseguir que el vivamos en un mundo más
justo para todos los que lo habitan.
Cada vez es más común encontrar productos con el sello fairtrade en los estantes de los distintos supermercados. ¿Qué significa?
El comercio justo es una manera de entender
las relaciones entre los países y las empresas que propone una serie de
criterios para que, cuando estemos comprando un producto aquí, también
estemos asegurando que las condiciones en las que se ha producido,
comercializado o distribuido sean justas para todas las partes, es
decir, tanto para los productores como para los consumidores. Podemos
entenderlo como un movimiento que intenta visibilizar que hay una manera
justa, sostenible y rentable de comprar, producir y distribuir. Dentro
de este tipo de comercio, Fairtrade es el sello que certifica que,
efectivamente, no se trata solamente de una filosofía, sino que todo el
proceso está comprobado, auditado y tiene un seguimiento para que el
consumidor y la empresa distribuidora tengan la certeza de que todas
estas condiciones de las que hablamos se cumplen.
¿Qué impacto tiene el sello Fairtrade en las condiciones de trabajo de los productores y trabajadores del sur global?
Hay varios elementos que están
relacionados. En primer lugar, asegurar unas condiciones laborales
justas y, por lo tanto, no permitir determinadas prácticas laborales que
a veces ocurren en algunos países se lleven a cabo —como la mano de
obra infantil—. Una segunda parte importante para el fairtrade
es fomentar y ayudar a generar un desarrollo local comunitario para que
sea una palanca que no solo beneficie a aquellos que trabajan bajo las
condiciones de comercio justo,
sino a la comunidad en su conjunto. Se consigue mejorar el desarrollo
del entorno, por ejemplo, asegurando un precio mínimo, es decir, ni se
compran ni se venden productos por debajo de esa cantidad. Esto fomenta
que se pueda conseguir un precio que asegure que las condiciones de
trabajo, económicas y sociales sean las más adecuadas. Además, damos una
prima para que las organizaciones tengan más capacidad de desarrollar
más infraestructura o más actividad, o incluso para que puedan
desarrollar proyectos locales.
«El comercio justo ayuda a garantizar la sostenibilidad ambiental de los productos que estamos consumiendo»
A la sociedad en general, especialmente en aquellos lugares donde se compra comercio justo, ¿cómo le beneficia?
Las condiciones que plantea Fairtrade es
que el comercio sea sostenible para todos, de la misma manera que no es
sostenible para nadie generar un impacto ambiental elevado. Además, se
intenta ayudar —en los países donde se distribuyen estos productos y
donde se puedan comprar— a generar un impacto positivo desde el punto de
vista de la concienciación de las personas, de entender que los
productos tienen que ser elaborados en condiciones justas. También se
conciencia desde un punto de vista de la sostenibilidad ambiental, otro
de los elementos que Fairtrade trabaja de manera concreta y en
profundidad. El comercio justo ayuda a garantizar que los productos que
estamos consumiendo son respetuosos con el entorno, por lo que permite
ser una palanca más para ayudar a generar un mundo y un mercado mucho
más sostenible.
¿En qué medida el comercio justo puede ayudar a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible?
Estamos totalmente alineados con los ODS
y trabajamos específicamente el objetivo de trabajo decente y
crecimiento económico o el de producción y consumo responsable. Son
nuestros pilares. La compra de productos de comercio justo es una manera
sencilla de intentar trasladar los ODS –que están en el lenguaje
cotidiano de las organizaciones– a la ciudadanía. Intentamos llevar este
mensaje a la gente haciéndole ver que pequeños comportamientos en el
consumo están ayudando a conseguirlos. Fairtrade concreta poner un
producto de unas características específicas en el lineal de un gran
distribuidor y, al final, también le alinea con los ODS.
¿A qué retos se enfrenta el comercio justo en España?
España está muy por debajo de la media
europea en la compra de productos de este tipo. La presión de la
sociedad sobre una determinada manera de comprar y consumir es más
reciente en nuestro país que en el resto de Europa. Además, la
distribución de productos con certificación de comercio justo también ha
llegado más tarde, es decir, la gran distribución está tardando más en
incluirlos. Si lo comparamos con Reino Unido o Alemania —que son los
mayores ejemplos de consumidores— vemos que la presencia de productos de
fairtrade en los supermercados es muy relevante, y ocurre lo
mismo con la demanda de los consumidores: son conscientes de que el
café, el azúcar y determinados productos no se entienden sin comercio
justo. España se ha incorporado mucho más tarde a este tipo de
distribución y, por eso, uno de los retos es facilitar la compra de un
producto certificado al consumidor, haciéndoselo asequible en sus
establecimientos habituales.
«Tenemos que romper la idea de que el comercio justo es solo para un nicho y empezar a pensar que es un elemento universal»
¿Los grandes supermercados en España están por la labor de facilitar ese acceso a productos certificados?
La gran distribución en los supermercados con presencia internacional —donde los productos de fairtrade
en otros países están presentes–, como Carrefour o Lidl, entre otros,
tiene tendencia a incorporarlos a sus lineales en España de manera
bastante rápida. En realidad, hay una apuesta clara por referenciar
determinados productos, pero España tiene una peculiaridad como país:
hay una gran distribuidora que acapara el 25% de la cuota de mercado,
algo que en otros lugares no sucede. El problema está en que tenemos
esta empresa, Mercadona, que considera que productos certificados por un
externo en materia de comercio justo no es relevante o no le atañe.
Esto distorsiona un poco el mercado, porque si existieran otro tipo de
empresas o Mercadona no copase una cuota de mercado tan grande,
probablemente habría más productos fairtrade en España.
¿Qué falla a la hora de concienciar
y sensibilizar a la sociedad española de la importancia del consumo de
productos de comercio justo?
Algo común tanto a la distribución como al
consumidor, aunque con características diferentes, es que se ha
trabajado toda la propuesta del movimiento del comercio justo como un
elemento alternativo al sistema. Cuando uno piensa y analiza
sociológicamente a ambos, ¿cuántas empresas y personas quieren estar en
un sistema alternativo? El porcentaje es muy bajo, por lo que acabas con
una propuesta para un nicho muy pequeño. Lo que está proponiendo
Fairtrade —y los ODS van en esa línea— es que el comercio justo no sea
una propuesta alternativa, sino que sea una propuesta dentro del sistema
para que este sea más justo y sostenible. Ahora bien, el hecho de estar
dentro de él no elimina ni un ápice de ser serios, rigurosos y críticos
con él en aquellas cosas que creemos deberían ser de otra manera.
Tenemos que romper esa idea de que Fairtrade es solo para un nicho y
empezar a pensar que es un elemento universal y que muchas personas
pueden empezar a consumir este tipo de productos si se lo ponemos fácil.
Y también para la distribución: si se lo ponemos fácil, probablemente
habrá más supermercados dispuestos a escuchar lo que demanda la
sociedad.
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https://ethic.es/2019/10/fairtrade-comercio-justo/
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