En este blog se debaten articulos relacionados con la transición siguiendo el enfoque del bien común,con las propuestas de J.Tirole, S.Zamagni, C.Felber,etc.
"La bioeconomía
es la única oportunidad de Europa para tener grandes empresas".
Rezagados en la carrera global por la Inteligencia Artificial #IA y la transición digital, a los #emprendedores europeos se les presenta una oportunidad con la emergencia climática, que según Xavier Marcet, Presidente Fundador de la Barcelona Drucker Society y profesor en la BSM - Universitat Pompeu Fabra, hará que "la economía sea la ecología".
Europa está en disposición de liderar las soluciones a muchos de los retos que plantean los #ODS
(Objetivos de Desarrollo Sostenible), construyendo a su alrededor un
ecosistema de empresas que pueden alcanzar una dimensión global.
Para ello necesitamos fortalecer un tejido industrial que ha asistido a
una progresiva terciarización de nuestra economía y apostar por
cuestiones clave como la Inteligencia Artificial. Solo combinando un
liderazgo en #bioeconomía con una base sólida en Inteligencia Artificial podremos situarnos en ese lugar de liderazgo global.
En Catalunya, la Estratègia d'Intel·ligència Artificial que acaba de presentar la Generalitat de Catalunya para ganar posiciones en esta materia es un paso, pero falta mucho todavía. ¿Somos conscientes de la oportunidad?
Xavier Marcet: «La bioeconomía es la única oportunidad de Europa para tener grandes empresas»
Xavier Marcet (Terrassa, 1961) es consultor en estrategia, innovación y emprendimiento corporativo. Con postgrados en las escuelas de negocios UC Berkeley, IESE y Esade, cuenta con una licenciatura anterior en Historia por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
Ha desarrollado consultorías internacionales en más de 20 países de Europa y América, en empresas como HP, Sony, Arauco, Grupo Suez, Repsol, Banc de Sabadell o Seat.
Preside Lead to Change (con sedes en Barcelona,
Madrid, Boston y Santiago de Chile), con empresas en red dedicadas a la
consultoría en estrategia e innovación, y 8Wires, una startup sobre Big Data y Management.
Es Presidente Fundador de la Barcelona Drucker Society y profesor de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) en la Barcelona School of Management.
Digitalización, sensorización, Internet de las Cosas,
Big Data, Inteligencia Artificial, fabricación aditiva... ¿hay alguno
que marque la diferencia en el futuro? Hay tres factores
que lo harán. El primero es que, en Europa, el cambio climático se
convertirá en una obsesión, y esto dará oportunidades a las empresas. El
segundo es que hay un triángulo de cambio de oportunidades consistente
en la Inteligencia Artificial, la biotecnología y los nuevos materiales.
El tercer factor es que cada empresa, sea grande o pequeña, tendrá que
sincronizar sus capacidades con las nuevas oportunidades.
Vayamos al primer factor, el de la emergencia climática: ¿a qué oportunidades se refiere?
Hay una acumulación de evidencias que llegan a todo el mundo, y eso
hace que sea un tema que entre en la lista corta. Es la gran oportunidad
de Europa, porque no veo a los grandes líderes asiáticos entrando en
una fase de equilibrio ambiental, de la misma manera que tampoco veo que
la cultura de los EEUU priorice esto. En Europa, en cambio, tenemos
tres cosas: hay sensibilidad, hay conocimiento y hay industria.
¿Y ahí es donde debemos encontrar nuestras oportunidades?
Efectivamente. Europa está lejos de atrapar la carrera de la
Inteligencia Artificial y la digitalización. Se va haciendo más pequeña a
medida que constatamos la dimensión de China, y la única oportunidad
que tiene de tener grandes empresas es en la bioeconomía. Pasará una
cosa: la economía será la ecología. Eso sucederá en todo el mundo, y es
nuestra gran oportunidad.
Mientras llega ese escenario, ¿cómo competimos con
empresas que ignoran la crisis climática en su día a día? Si no usamos
las mismas reglas de juego, unos van con ventaja... La
sincronización en términos de competitividad no será fácil, es cierto,
pero en las empresas europeas hay una voluntad de competir desde una
propuesta de valor que claramente sea sostenible. Con sectores que van
desde el químico hasta el de packaging, y que quieren afrontar esta
revolución. Es algo que me encuentro cuando constato el enorme futuro
que tendrá, por ejemplo, la construcción en madera.
¿Por el balance neutro en sus emisiones de CO2?
En efecto. Hay un cambio de sensibilidad que lleva a cambios en los
patrones de consumo, que es algo lento. Pero después hay una segunda
parte, que es normativa.
Aludía también a un triángulo entre Inteligencia Artificial, biotecnología y nuevos materiales. ¿En qué consiste?
Es un triángulo que veo mucho en universidades como el MIT
(Massachusetts Institute of Technology), que es el gran polo de
biotecnología mundial, con ejemplos como el MIT.nano y la escuela de
Inteligencia Artificial. Quien sea capaz de jugar con dos de estos
ángulos del triángulo, tendrá mucho ganado. Y cuando la Inteligencia
Artificial se estabilice, permitirá tomar decisiones de más calidad. La
biotecnología transformará la salud y la agricultura. En tercer lugar,
habrá nuevos tipos de materiales enormemente funcionales y retornables
al ciclo natural.
¿Y cómo se relacionan estos tres vértices?
La capacidad de diseñar nuevos materiales, por ejemplo, no existiría sin
la capacidad de computación y la Inteligencia Artificial, que nos
permiten hacer simulaciones en laboratorio. Es muy difícil que no se
cruce ninguno de estos tres elementos, y en Catalunya tenemos un buen
posicionamiento en el sector de la salud, con una base industrial
todavía muy importante.
Pero con una tendencia a la terciarización. La industria pierde peso en Catalunya. ¿Es preocupante esa terciarización?
Creo que la industria se ha demostrado a menudo como el sector con más
capacidad de evitar la precarización. Aquellos países europeos en los
que hay menos desempleo, curiosamente son los que utilizan más los
robots, porque son países de base industrial. La industria tiene la
capacidad de evitar la precarización general.
Queda el tercer factor que usted destacaba: la
sincronización de las capacidades empresariales con las nuevas
oportunidades. ¿Cómo se hace eso? Se trata de cómo las
empresas aprenden a ser ambidiestras: muy competitivas en su día a día
pero al mismo tiempo con capacidad para adaptarse e innovar. La gran
dificultad aquí es que la agenda está completamente colonizada por el
día a día.
¿En qué sentido? La clave es cómo obtenemos
resultados a la vez que creamos espacios en los que la innovación se
pueda convertir en los negocios del mañana. Al final, la innovación
consiste en poner a futuro la empresa del presente.
El presente artículo utiliza el pasado para comprender el
futuro. Aunque las nuevas tecnologías transforman el entorno laboral, no
siempre cambian la ética de los líderes que toman las decisiones
empresariales ni lo que sucede en el centro de trabajo. Al centrarse en
los retos éticos que hay que superar para crear líderes éticos, plantea
que una nueva era del trabajo exige líderes que sean realmente éticos y
eficaces. El artículo comienza por analizar algunos de los problemas
éticos recurrentes que plantea el mundo laboral. A continuación, examina
los retos éticos que conlleva el liderazgo y termina analizando tres
rasgos esenciales del líder ético.
¿Qué se necesitaría para alumbrar una nueva era del trabajo? Lo
primero en que pensarían algunos es en máquinas: robots y ordenadores
que satisficieran todas nuestras necesidades. Podríamos imaginarnos toda
clase de invenciones maravillosas que volvieran más fácil y eficaz el
trabajo. También podríamos concebir máquinas que, como los coches sin
conductor, tomaran decisiones vitales para nosotros. Todos los
artefactos y programas informáticos exigen un factor humano, aunque solo
sea el de los dedos que crean un algoritmo. Cuanto más se desarrolla la
inteligencia artificial, más aumenta la distancia entre ese factor
humano y las actividades de las máquinas. No obstante, cualquier
trabajo, al igual que la tecnología, precisa de alguien que tome las
decisiones fundamentales, inicie los procesos, organice a la gente y
determine lo que hay que hacer, por qué y cómo. Aquí radica el problema:
la tecnología cambia, pero la naturaleza humana permanece
obstinadamente en su sitio. En un futuro hipertecnológico, todavía
podrán dirigir el ámbito laboral líderes con personalidades y actitudes
medievales. Puede que los contextos laboral y social sean distintos,
pero el comportamiento ético o poco ético de los líderes suele ser
parecido al que fue.
Para captar las complejidades del liderazgo ético de ayer, de hoy o
del futuro debemos analizar la relación existente entre el liderazgo
como construcción social, partiendo de factores contextuales como la
historia, la cultura, los valores, las normas éticas o la tecnología, y
la naturaleza humana. «¿Los líderes nacen o se hacen?» es una cuestión
fundamental para el estudio del liderazgo. Dicho de otro modo, ¿la gente
excepcional sube al escenario de la historia y lo transforma, o es más
bien la historia la que forma el escenario hasta que alguien surge de
las sombras para desempeñar el papel de líder? Como siempre en ese tipo
de cuestiones, la respuesta suele conjugar ambas posibilidades. El
acceso de alguien al liderazgo, su forma de ejercerlo y la actitud de
quienes lo siguen son cosas que tienen mucho que ver con rasgos
personales y que emanan del contexto en el que vive y trabaja una
persona. Puede que la nueva era del trabajo avance desde el punto de
vista científico y tecnológico; sin embargo, ¿alcanzará ese progreso a
los seres humanos? ¿Los líderes y los seguidores de ahora son mejores
que los del pasado? En el mundo occidental, las luminosas y prometedoras
épocas de la Ilustración y la modernidad han dado paso a un entorno
posmoderno más sombrío. Hoy en día, la verdad es un terreno en disputa y
tanto la desigualdad social y económica como la destrucción del medio
ambiente insuflan en algunos más la añoranza del pasado que la
aceptación del futuro. No todo el mundo cree que una nueva era laboral
vaya a ser mejor que la antigua. Para algunos, esa nueva era no equivale
más que al desempleo.
En el presente artículo el pasado se considera un método para
comprender el futuro. Aunque las nuevas tecnologías transforman el
entorno laboral, no siempre cambian la ética de quienes toman las
decisiones empresariales ni lo que ocurre en el centro de trabajo. Al
centrarse en los problemas que hay que superar para que los líderes se
guíen por valores éticos, este artículo plantea que una nueva era del
trabajo exige líderes realmente éticos y eficaces. Así, comienza por
examinar algunos problemas éticos recurrentes del ámbito laboral. A
continuación, indaga en los retos éticos que conlleva el liderazgo y
termina con un análisis de tres cualidades esenciales que este debe
tener para ser ético.
Los problemas éticos del control, la tecnología y la economía
La historia nos dice que la introducción de nuevas tecnologías en el
ámbito laboral no siempre llega a materializar la esperanza de conseguir
mejores condiciones laborales. Por ejemplo, Aristóteles especuló con
desaliento sobre la posibilidad de que la tecnología acabara con la
necesidad de tener esclavos y sirvientes. Según él, utilizamos todo lo
que tenemos, herramientas e instrumentos incluidos, para mantenernos con
vida. Decía que los esclavos son los instrumentos vivos que la gente
tiene para utilizar instrumentos materiales. Dicho de otro modo, los
esclavos son instrumentos que utilizan instrumentos. Por esta razón,
Aristóteles y otros pensadores de la Antigüedad calificaban al esclavo
de instrumentum vocale, instrumento que habla. Aristóteles se
planteó qué ocurriría si los instrumentos llegaran a funcionar sin
necesidad de que nadie los accionara.
Si todos los instrumentos pudieran cumplir su cometido
obedeciendo las órdenes de otro o anticipándose a ellas, […] si las
lanzaderas tejieran solas y los plectros tocaran solos la cítara, los
maestros no necesitarían ayudantes ni esclavos los amos.1
En tanto que a Aristóteles le fascinaba la idea de que la gente no
tuviera que trabajar, lo que hoy en día nos preocupa son los
trabajadores que se ven desplazados por la tecnología, y nos preguntamos
si el trabajo acabará siendo tan escaso que lleguemos a un punto en el
que no haya empleos suficientes para quienes los quieren y necesitan.
Sin embargo, el comentario de Aristóteles plantea multitud de curiosas
cuestiones sobre el «maestro» y los «amos», o los líderes del entorno
laboral. Cualquier tecnología, desde los ordenadores a los robots,
pasando por los vehículos sin conductor o las cámaras de seguridad,
reduce o elimina la necesidad de tener empleados; sin embargo, ¿acaba
con el deseo de tener sirvientes o esclavos que sienten quienes ostentan
poder o autoridad? Puede que hablar de esclavitud resulte una forma un
tanto dramática de plantearse, en general, por qué algunos de los que
ocupan puestos de liderazgo tienden a controlar a los demás, ya sea su
trabajo, sus hábitos de consumo o su intimidad.
Cualquier tecnología reduce o elimina la necesidad de tener
empleados; sin embargo, ¿acaba con el deseo de tener sirvientes o
esclavos que sienten quienes ostentan poder o autoridad?
Desde la época de la esclavitud a la de la Revolución industrial, la
obtención de beneficios ha descansado sobre el supuesto de que a los
trabajadores había que sacarles la mayor productividad posible a cambio
de la menor cantidad de dinero. A ello contribuía, entre otras cosas,
tener el control de los empleados, lo que solía conllevar el control de
la productividad. En el ámbito laboral siempre se ha librado una pugna
por el control. En el siglo XVIII, Jean Jacques
Rousseau señaló que la edad de oro de los seres humanos había acabado
cuando estos comprendieron que podían aprovecharse del trabajo ajeno.2 Lo
habitual es que, cuanto más control se ejerce sobre los trabajadores,
más provecho se obtiene en relación con la productividad, el control de
calidad y los costes laborales.
La esclavitud fue el ejemplo más extremo de este aprovechamiento. En el siglo XIX,
un juez de Carolina del Norte llamado Thomas Ruffin escribió que el
objetivo de la esclavitud es el beneficio del amo: «Para que el
sometimiento del esclavo sea total, el poder del amo ha de ser
absoluto».3 En
esa época, algunos esclavistas sureños de Estados Unidos mantenían que
sus esclavos vivían mejor que los hombres, las mujeres y los niños que
trabajaban en las fábricas del Norte, en máquinas que formaban parte de
lo que entonces constituía una nueva era laboral denominada Revolución
industrial. Como señala el historiador Eugene Genovese, aunque a los
esclavos no se les pagaba y no eran libres para abandonar a sus amos, su
trabajo no se sometía a la rigurosa vigilancia laboral que los
industriales norteños necesitaban ejercer sobre sus trabajadores para
obtener el máximo de beneficios.4 En términos parecidos habló Friedrich Engels de los obreros industriales británicos.5 Estas
afirmaciones no pretenden minusvalorar los horrores de la esclavitud,
sino poner de manifiesto la relevancia del control de la producción en
el entorno laboral. Hoy en día existen nuevas tecnologías que permiten a
los empleadores ver, escuchar y supervisar lo que los empleados hacen
en el trabajo y, si así lo desean, en su casa. Se podría decir que desde
el instrumentum vocale a los peones de la Revolución industrial, en realidad, lo que muchos empleadores siempre han querido es tener robots.
El control sobre los trabajadores, lo que cuestan y la calidad de las
condiciones laborales tienen que ver con el respeto que los empleadores
muestran por los derechos humanos y la dignidad y autonomía de los
empleados
Planteo aquí la cuestión del control porque sintetiza muchos de los
problemas éticos que afrontan los líderes en el entorno laboral. El
control sobre los trabajadores, lo que cuestan y la calidad de las
condiciones laborales tienen que ver con el respeto que los empleadores
muestran por los derechos humanos y la dignidad y la autonomía de los
empleados. El deseo de mantener los costes bajos que tienen los
empleadores plantea cuestiones relativas a la equidad salarial y lo que
constituye una remuneración digna. Todos estos elementos conforman el
marco moral de las condiciones de trabajo.6 Lo
que quiero decir es que, si realmente queremos dar paso a una nueva era
del trabajo, el cambio más radical exigirá un tipo diferente de líder,
capaz de evitar los peores instintos que emanan tanto del ejercicio del
poder sobre los demás como de las presiones que comporta tener que
obtener beneficios ilimitados. Yo creo que, en una nueva era laboral,
crear líderes capaces de afrontar los retos éticos del liderazgo es algo
tan importante como algunas de las tecnologías más complejas que se
atisban en el horizonte, y quizá más difícil de alcanzar. Antes de
centrarme en cómo podría ser el liderazgo ético, me ocuparé de algunos
de los elementos personales y sociales que siempre han dificultado la
moralidad de los líderes.
Ética, eficacia y buen liderazgo
No importa cómo se accede al liderazgo: en ausencia de seguidores
dispuestos, nadie es líder. Tiranos, dictadores y matones imponen su
voluntad a los demás, pero eso es coacción, no liderazgo. El propio
concepto de líder tiene un carácter normativo. Damos por hecho que los
líderes asumirán la responsabilidad de fomentar el bienestar de sus
organizaciones o de quienes las componen. Aunque no todos los líderes
asumen ese papel, cuando describimos su labor solemos pensar en ese
bienestar. Por ejemplo, si quisiéramos encontrar a un importante
directivo, no redactaríamos un anuncio como este: «Se busca directivo
que, para alcanzar sus objetivos, pase por encima de sus empleados y de
la propia organización». El liderazgo no es una persona ni un puesto. Es
un proceso y una compleja relación moral que debe basarse en la
confianza, la obligación, el compromiso, la emoción y una visión
compartida del bien.7 El
reto capital del liderazgo radica en descubrir cómo asumirlo con gran
eficacia y de forma ética. Como ya se ha dicho, los esclavistas y los
industriales pueden ser muy eficaces en la labor de «aprovecharse» de
sus trabajadores, pero el trato ético que debían darles se sacrificó en
aras del beneficio. En todos los sectores sociales hay líderes que
actúan con eficacia, pero sin ética, y otros que son éticos, pero no muy
eficaces.8 De
ahí que una sencilla definición del buen liderazgo incida tanto en su
carácter ético como en su eficacia. Algunos líderes equiparan la
eficacia con la eficiencia, pero este segundo aspecto, que es solo un
elemento del primero, puede conducir a comportamientos muy poco éticos.
Para ser éticos y, a la vez, eficaces, los líderes deben tener
imaginación y deseo de reformular los elementos que constituyen un
liderazgo eficaz.
Sin embargo, los líderes deben enfrentarse primero a los retos que tiene ante sí el ser humano al ocupar posiciones de poder.
Si un buen líder es aquel que conjuga la ética y la eficacia, es
preciso comprender la relación entre ambos aspectos. Esta relación se
asienta en tres facetas del liderazgo:
La ética de los propios líderes: sus intenciones y su ética personal.
La ética que rige cómo lidera un líder o cómo afronta su función.
Esto incluye los medios que utiliza para que las cosas se hagan. También
se refiere a la relación entre los líderes y quienes se ven afectados
por sus acciones. Su forma de hacer las cosas se relaciona con su
competencia y su ética.
La ética que rige lo que realmente hace un líder o los objetivos de sus acciones.
En consecuencia, lo ideal es que un buen líder sea el que hace lo que
debe debidamente y por las debidas razones. Al utilizar derivados de
«deber» quiero decir que el líder actúa de manera ética y competente.
Algunos líderes solo cumplen dos de las tres condiciones. Por ejemplo,
el legendario héroe Robin Hood robaba a los ricos para dar a los pobres.
Tenía buenas intenciones y facilitaba la vida a los pobres, pero el
método que utilizaba para lograr sus fines –robar– no era ético. Algunos
líderes intentan lograr buenos fines con métodos indebidos, bien porque
creen que los fines justifican los medios o bien porque son
incompetentes y no saben cómo hacer ciertas cosas.
El príncipe de Maquiavelo subraya la tensión subyacente entre el comportamiento ético y la consecución de objetivos importantes.9 Maquiavelo
reconoce que, incluso cuando su príncipe no puede ser ético, es crucial
que lo parezca, con el fin de que pueda desempeñar con eficacia las
tareas que tiene encomendadas. Nos dice que los líderes deben aprender a
«no ser buenos». Las acciones del príncipe de Maquiavelo, interesado y
sediento de poder, o desinteresado y bondadoso, siempre influyen en el
bienestar de muchas personas. Cuando se tiene poder, las posibilidades
de lograr ciertos objetivos suelen ser mayores que las de la gente
corriente. De ahí que lo que se denomina «ensuciarse las manos»
constituya un problema ético fundamental para los líderes. Estos se
ensucian las manos cuando tienen que hacer algo malo con el fin de
cumplir con sus responsabilidades para con sus seguidores. Como señala
Michael Walzer, no hay ningún líder inocente.10 Resulta
difícil que los líderes respeten ciertos atributos morales cuando, por
ejemplo, están en juego los empleos de sus trabajadores. Puede que
tengan que despedir empleados para salvar la empresa; sin embargo, lo
crucial es que no tomen esa decisión a la ligera. Deben lamentar las
acciones que perjudican a los demás. Su conciencia debe inquietarlos,
para que ese comportamiento no se convierta en costumbre. Max Weber
también reconoce que en ocasiones los líderes han de recurrir a una
«dudosa moralidad» que tiene «ramificaciones perversas». Weber propone
una ética de la responsabilidad para los líderes, porque hay situaciones
en las que es inconveniente e ineficaz comportarse como un santo. Puede
que, en algunos casos, actuar éticamente salve el alma del líder, pero
que hacerlo así no responda a los intereses de quienes le siguen. Sin
embargo, en esas situaciones, Weber no permite que el líder salga
indemne. Afirma que, si alguien quiere ser líder, «debe saber que es
responsable de en qué puede convertirse por efecto de esas paradojas».11
Maquiavelo, Walzer y Weber comprenden que la labor del líder puede
exigirle que se comporte de forma perniciosa para sus seguidores: por
ejemplo, despidiendo a algunos trabajadores para salvar el empleo de
otros. Los líderes podrían adoptar la actitud de Weber: «Iré al infierno
porque hago lo que es mejor para la organización»; la de Maquiavelo:
«No iré al infierno porque he hecho lo que es mejor para la
organización»; o la de Walzer: «Iré al infierno cuando deje de sentir
que me ensucio las manos o cuando deje de sentirme culpable por lo que
he hecho». Aquí está la paradoja: queremos líderes que sean éticos y
seleccionamos o elegimos líderes para que tomen decisiones difíciles
que, en ciertos casos, conllevan renuncias morales. Cuando los líderes
hacen cosas negativas o incurren en esas renuncias morales en el
desempeño de su trabajo suelen decepcionar a sus seguidores.
Los retos personales del liderazgo
Los líderes se enfrentan a varios retos morales personales basados en
factores como el poder, el éxito, el privilegio y el ego. Los problemas
éticos de los líderes tienen mucho que ver con cómo alcanzan el poder y
con cómo lo utilizan. Los líderes ganan poder e influencia de muchas
maneras, entre ellas gracias a su posición, su capacidad para controlar
los recursos y para recompensar y castigar, su pericia o sus ideas, sus
contactos y su carisma. Lo normal es que, cuanto más elevada es la
posición de liderazgo, más poder tienen los líderes sobre los demás y
menos tienen los demás sobre ellos. En la República de Platón, la historia del «Anillo de Giges» pone de manifiesto, literal y figurativamente, el problema del poder y la moral.12 Plantea
cosas como: «¿Te comportarías moralmente si tuvieras poder suficiente
para ser inmoral?» y «¿Te comportarías moralmente si nadie viera lo que
haces?». Las cuestiones relativas al poder, la rendición de cuentas y la
transparencia se aplican tanto a los seguidores como a los líderes,
dado que los primeros pueden permitir el mal comportamiento de los
segundos. También resulta útil pensar en qué medida las instituciones,
las organizaciones y los grupos son responsables del comportamiento de
sus líderes.
Para los líderes, el problema del éxito es ligeramente distinto al
del poder. Cuando van teniendo éxito, pueden volverse excesivamente
confiados o bien descuidar sus obligaciones. Esos líderes pueden ser
víctimas de lo que Dean Ludwig y Clinton Longenecker denominan el
«síndrome de Betsabé».13 El
nombre del síndrome procede de la historia bíblica de David y Betsabé
(2 Samuel, 11-12). En ella, el rey David, un líder moral y bien
considerado, seduce a la esposa de uno de sus generales e intenta
ocultar el hecho ordenando la muerte del general. David es descubierto y
Dios lo castiga. El relato se ha reproducido a lo largo de la historia y
en los medios de comunicación actuales. En ocasiones, los líderes de
éxito se aíslan, pierden perspectiva y se centran en su trabajo,
sobrevaloran su capacidad para controlar los resultados y se vuelven
imprudentes. Cuando esto ocurre, pueden producirse escándalos sexuales,
malversación de fondos públicos u otras formas de comportamiento
arriesgado.
Otro de los retos éticos a los que se enfrentan los líderes es el
trato especial que suelen recibir, y que comporta privilegios materiales
como un lujoso despacho, o inmateriales como un trato deferente por
parte de quienes tratan de congraciarse con ellos. Según las
investigaciones, cuando los seguidores admiran a los líderes y confían
en ellos, en ocasiones les conceden «créditos de particularismo»,14 que
significan que, para esos seguidores, los líderes se han ganado su
condición de tales y que tienen permiso para innovar y apartarse de
algunas de las normas del grupo u organización. Los créditos de
particularismo pueden inducirles a cometer diversos errores morales.15 Cuando
los seguidores conceden privilegios y otorgan créditos de
particularismo, es más fácil que los líderes se crean especiales y
consideren que no deben atenerse a las mismas normas que los demás. Hay
quien piensa que a los líderes debería exigírseles más que a los demás.
Sin embargo, eso supondría que a los seguidores se les debería exigir
menos, y no es así. Todo el mundo debe cumplir unos requisitos morales.
En todo caso, a los líderes se les debería exigir un cumplimiento más
estricto de las normas morales que rigen para todo el mundo. Los
seguidores no deberían permitirles situarse al margen de las normas,
porque el liderazgo magnifica tanto lo moral como lo inmoral. Cuando los
líderes hacen algo, sea bueno o malo, las repercusiones tienen mucho
más alcance que cuando lo hacen los demás.16
No se debería permitir a los líderes situarse al margen de las
normas, porque el liderazgo magnifica tanto lo moral como lo inmoral
No hace falta decir que, como a los líderes se les suele tratar con
deferencia y se les otorgan privilegios y beneficios, sus egos no
pueden sino inflarse, sobre todo cuando tienen éxito. Hace tiempo que
comprendimos lo peligrosa que es la gente con egos inflados. Así lo
resumió el filósofo chino Lao Tse: «El que se asienta en la punta de los
dedos no está firme».17 Otro
escritor de la Antigüedad, Tertuliano, expresa el problema del poder,
el éxito y el ego al describir la práctica romana de colocar a un
esclavo tras el carro de un general cuando este hace una entrada
triunfal en la ciudad en medio de los vítores de la multitud.
Incluso en el triunfo, cuando [el general] está en lo alto de su
carro, se le recuerda que es un hombre, puesto que se le aconseja desde
detrás: «¡Mira detrás de ti, acuérdate de que eres hombre!». E incluso
se alegra de que su gloria brille tanto que se haga necesario recordarle
su condición.18
Tertuliano desconfía de la eficacia que este método pueda tener para
mantener bajo control el ego de un líder triunfante y poderoso. No todas
las culturas coinciden en la consideración que otorgan a los líderes y
en cómo esperan que se comporten. Por ejemplo, según el GLOBE Project,
que estudia el liderazgo en sesenta países, en culturas profundamente
igualitarias como la danesa, es indigno de un líder alardear de su poder
y presentarse como alguien especial. Sin embargo, en culturas como la
china, donde la desigualdad de poder es aceptable, los líderes deben
mostrarse distantes y por encima de los demás.19
Tres cualidades para un liderazgo ético y eficaz
Como ya hemos visto, a lo largo de la historia varios problemas
éticos fundamentales se han cernido sobre el ámbito laboral y sus
líderes. Algunos son aquellos de índole psicológica que conllevan el
poder y la avaricia, otros emanan de las responsabilidades del
liderazgo. Ocupémonos ahora de tres cualidades que los líderes necesitan
desarrollar para superar algunos de los retos éticos del liderazgo. No
son cualidades nuevas, pero con frecuencia los líderes no las han
adquirido. Son la capacidad para verse en perspectiva a sí mismos y al
mundo, una comprensión profunda de las personas y la imaginación moral.
Aunque no cabe esperar que los líderes empresariales pronostiquen el
futuro, sí les compete al menos anticiparse a él. En una ocasión, el
experto en gestión Chester Barnard afirmó: «El liderazgo es el arte de
percibir el todo».20 Para
ser un líder hace falta tener una visión global y observar cómo
interactúan entre sí las diferentes piezas; por su parte, un gestor se
centra en los elementos funcionales de la organización. Quizá sea la
perspectiva el elemento fundamental del liderazgo. La perspectiva se
aplica a la capacidad para entender sistemas complejos y también
facilita la reflexión y el conocimiento de uno mismo. La nueva era
laboral se desarrollará en un entorno caracterizado por complejos
sistemas sociales, políticos, económicos, tecnológicos y
medioambientales. A pesar de que a las escuelas de negocios se les llena
la boca diciendo que preparan líderes, la mayoría forman gestores y
especialistas. La formación empresarial se centra en la competencia en
diversos aspectos relativos a la empresa. Puede que en algunas
organizaciones ser competente en áreas como las finanzas o el marketing forme
parte del liderazgo; sin embargo, quienes suelen trabajar en esas áreas
son especialistas, no líderes. De manera que resulta irónico que, en
una época tan compleja, las escuelas de negocios parezcan empeñadas en
producir en serie meros especialistas.
Las tres cualidades que los líderes necesitan desarrollar para
superar algunos de los retos éticos del liderazgo son la capacidad para
verse en perspectiva a sí mismos y al mundo, una comprensión profunda de
las personas y la imaginación moral
Es más probable que los estudiantes aprendan a observar con
perspectiva, tanto a sí mismos como sus obligaciones morales para con
los demás y cómo funciona el mundo, a través de las artes liberales y,
en concreto, de las humanidades, que mediante cursos de negocios. Como
señaló en su día Aristóteles, las artes liberales enseñan cómo elegir
bien en una sociedad libre.21 Es
asombroso que muchos estudiantes de Administración de Empresas (MBA) no
hayan realizado cursos formales de historia, religión, literatura y
arte. Todas esas áreas de investigación nos hablan del lugar que
ocupamos respecto al resto del mundo. Las humanidades se centran en el
estudio de la condición humana y los valores, emociones y aspiraciones
de las personas. Nos hablan de lo que tienen en común todos los seres
humanos y de cómo la familia, la personalidad y la cultura los
convierten en individuos únicos. Este conocimiento constituye la base de
un principio ético fundamental: el respeto a la dignidad de todas las
personas. Por otra parte, las humanidades nos recuerdan la fragilidad
humana y los errores que se han cometido una y otra vez. Los filósofos
chinos y griegos de la Antigüedad creían que, para un líder, la virtud
más importante era la reverencia, porque los inducía a actuar como si
formaran parte de un todo mayor, impidiendo así que se comportaran como
dioses.22
Determinadas por factores como la inmigración, el medio ambiente, la
tecnología y el cambio político, las condiciones materiales del mundo
crean un nuevo contexto para el trabajo. En una nueva era del trabajo,
los líderes éticos tienen la obligación de considerar cómo afectan estos
factores a personas de todos los sectores. En consecuencia, además de
perspectiva, los líderes necesitan comprender a las personas y también
tener empatía. Aunque los cursos de gestión enseñan algo sobre el
comportamiento humano, suelen centrarse en cómo motivar a los
trabajadores para que sean productivos. Como el liderazgo es un tipo
concreto de relación moral entre las personas y los seres vivos, los
líderes deben percibir cómo tienen que tratar a los empleados y a los
demás afectados por sus acciones, teniendo en cuenta que son personas
con libre albedrío e importantes en sí mismas.23 Dicho
de otro modo, son individuos capaces de tomar decisiones razonadas
sobre su trabajo y su vida. En una nueva era laboral a los empleados no
se les trataría como a «instrumentos que hablan» o «instrumentos que
utilizan instrumentos» y que, a su vez, son utilizados para sacar
trabajos adelante.
La perspectiva y la comprensión del ser humano también deben ir
unidas a la última cualidad del liderazgo ético, la imaginación moral,
que forma parte de la resolución de problemas. La imaginación moral
tiene dos componentes: el cómo y el qué se imagina. El cómo es
de índole práctica. Tiene que ver con la concepción de nuevas formas de
pensar en las cosas y en cómo hacerlas. Conlleva una resolución de
problemas tan ética como eficaz. El qué se refiere al fomento de
la capacidad para ver y anticipar los problemas éticos que forman parte
del entorno laboral y que lo rodean.24 La literatura, la historia, la filosofía y las artes contribuyen a promover esos dos componentes de la imaginación moral.
Muchas escuelas de negocios imparten cursos de ética empresarial. Son
los lugares idóneos para crear líderes éticos. Sin embargo, son
relativamente pocas las escuelas del mundo que están dispuestas a
dedicarle a la ética empresarial todo un curso del programa o a
contratar a profesores cualificados, a tiempo completo, para que los
impartan. Un buen curso de ética empresarial debería ser una especie de
curso de humanidades centrado en los negocios. No debe limitarse en
absoluto a estudiar una serie de casos de empresas con comportamientos
indebidos. Esos casos ayudan a los alumnos a aprender a analizar
situaciones y a resolver problemas, pero no les aportan otras
capacidades necesarias para ser líderes éticos. La mayoría de estos
casos no inducen a la reflexión sobre uno mismo ni aportan formas
distintas de ver la empresa, la sociedad y el mundo. El estudio de la
ética constituye una manera excelente de profundizar en el liderazgo,
porque este consiste en asumir responsabilidades y en cuidar de una
organización y de los afectados por su actividad. Lo mínimo que un buen
curso de ética empresarial debería hacer es advertir a los estudiantes
sobre los retos éticos del liderazgo.
Los programas de MBA son cada vez más concisos y los cursos llamados
«blandos», como los de ética empresarial, suelen acortarse o eliminarse.
La mayoría de las escuelas de negocios, y por extensión sus alumnos,
suelen sobrevalorar la formación cuantitativa e infravalorar la humana.
Como los cursos de MBA son un gran negocio, seguramente no cambiarán por
sí solos, a menos que el mundo empresarial los obligue. Cuanto más
técnico sea el ámbito laboral, mayor es la necesidad de líderes
humanistas que puedan anticiparse a las consecuencias no deseadas de la
tecnología, y sopesar qué impacto tendrán las perturbaciones económicas
en los empleados y la sociedad. Los líderes empresariales con formación
técnica no suelen estar preparados para adoptar esa perspectiva global.
Sería ingenuo pensar que la educación es suficiente para producir
líderes éticos que puedan preludiar una nueva era laboral moralmente
superior, pero es un primer paso. Entre los posibles cambios también
podrían figurar nuevos tipos de gobernanza corporativa que ayuden a los
líderes a superar algunos de los retos personales y éticos del
liderazgo. Sin embargo, como ya hemos visto, las juntas directivas no
suelen evitar los comportamientos poco éticos de sus presidentes. Quizá
esto se deba, en parte, a que los integrantes de esas juntas son
demasiado parecidos a los líderes que deben supervisar: hombres
adinerados (normalmente blancos). Algunos de los problemas éticos que
plantean los líderes actuales también emergen de su dogmática fe en
ciertos principios económicos. Una pregunta a la que la mayoría de los
líderes empresariales no puede o no quiere responder es: «¿Qué cantidad
de beneficios es suficiente?». Los líderes corporativos que creen que su
principal obligación es crear riqueza para el accionista, piensan que
no deben responderla; en tanto que otros no quieren hacerlo. En
consecuencia, la idea de los beneficios potencialmente ilimitados
plantea un reto ético a los líderes empresariales, ya que una de las
formas de sacar más beneficios es volverse más eficaz, lo que en
ocasiones perjudica a los empleados y a otros sectores afectados por la
producción. Para evitar estos arraigados principios económicos sobre la
mano de obra barata y controlable, que nos acompañan desde la época de
Aristóteles, hace falta pensar con imaginación moral acerca de qué es el
trabajo y de la relación entre empleadores, trabajadores y beneficios.
Es algo de lo que debemos hablar si queremos concebir una nueva era de
ámbitos laborales éticos.
El reto de la formación de líderes empresariales éticos se viene
planteando desde el inicio de las escuelas de negocios. A comienzos del
siglo XX, algunos educadores se mostraron
preocupados por el impacto social y ético de las innovaciones
tecnológicas industriales y del materialismo histórico.25 En
1928, la Harvard Business School contrató a un filósofo llamado Carl
Taeusch para que impartiera el primer curso de ética empresarial de la
institución. El curso desapareció del programa siete años después porque
no tenía aceptación y porque había quien pensaba que no era más que una
«charla de escuela dominical».26 Los
requisitos que exige el liderazgo ético son los mismos hoy que en la
época de Taeusch. De ahí que el problema no radique en la falta de
conocimiento sobre ese liderazgo, sino en la falta de los valores
institucionales necesarios para crear líderes que lo pongan en práctica.
En 1926 Taeusch resumió el problema de la siguiente manera en su libro
de texto sobre ética empresarial:
El mundo necesita dos tipos de hombres que no abundan: los
expertos técnicos, que aportan el noventa y cinco por ciento del sudor
necesario para llevar a cabo adecuadamente el trabajo mundial, y el
cinco por ciento inspirado que cuenta con la suficiente visión global
para apreciar qué debe hacerse. Este último grupo es el que preludia
gran parte de las posibilidades y problemas de la humanidad, y es aquí
donde hay que encontrar al filósofo. En el pasado, este ha servido, y
todavía puede aportar su grano de arena, para canalizar las iniciativas
humanas hacia sendas que, por sí solas, no pueden descubrir o propiciar
ni una memoria útil ni una imaginación de largo alcance. Y cuando en
esta época tan práctica insistimos en que el filósofo baje de las nubes y
las cimas de las montañas, no es necesario que pierda su sentido de la
orientación en el mercado.27
El
Banco de Pagos Internacionales (BPI) ha publicado el libro titulado ‘El
cisne verde – Bancos centrales y sostenibilidad financiera‘ en el que
Frédéric Samama, Director de Inversión Responsable de Amundi, es uno de
los autores. El cambio climático plantea nuevos desafíos a los bancos
centrales, reguladores y supervisores. Este libro revisa formas de
abordar estos nuevos riesgos dentro del mandato de estabilidad
financiera de los bancos centrales. Sin embargo, integrar el análisis de
riesgos relacionados con el clima en la monitorización de la
estabilidad financiera supone un mayor desafío debido a la incertidumbre
radical asociada con un fenómeno físico, social y económico que cambia
constantemente e involucra dinámicas complejas y reacciones en cadena.
Los
bancos centrales por sí solos no pueden mitigar el cambio climático.
Este complejo problema de acción colectiva requiere la coordinación de
acciones entre muchos actores, incluidos los gobiernos, el sector
privado, la sociedad civil y la comunidad internacional.
Los
bancos centrales pueden tener un papel adicional que desempeñar para
ayudar a coordinar las medidas para combatir el cambio climático. Entre
ellas se incluyen políticas de mitigación del clima, como la fijación de
precios del carbono, la integración de la sostenibilidad en las
prácticas financieras y los marcos contables, la búsqueda de
combinaciones de políticas apropiadas y el desarrollo de nuevos
mecanismos financieros a nivel internacional. Todas estas acciones serán
complejas de coordinar y podrían tener importantes consecuencias
redistributivas que deberían manejarse adecuadamente, aunque son
esenciales para preservar la estabilidad financiera (y de precios) a
largo plazo en la era del cambio climático.
-
Los autores del libro son:
Bolton Patrick, Professor of Business at Columbia University
Despres Morgan, Deputy Head of the Financial Stability Department at the Banque de France
Pereira Da Silva Luiz Awazu, Deputy General Manager of the BIS
Samana Frédéric, Head of Responsible Investment at Amundi
Svartzman Romain, Economist at the Banque de France
El Cisne verde segun el BIS The green swan Central banking and financial stability in the age of climate change Patrick BOLTON - Morgan DESPRES - Luiz Awazu PEREIRA DA SILVA-Frédéric SAMAMA - Romain SVARTZMAN January 2020
“To
make the world work for 100% of humanity in the shortest possible time
through spontaneous cooperation without ecological offense or the
disadvantage of anyone.” — R. Buckminster Fuller
Much
of our day-to-day behaviour and cultural activity is structurally
determined by our monetary and economic systems. Their redesign is a
crucial enabler of the transition towards a regenerative culture. To
transform our economic system(s) at every scale is an audacious
salutogenic [health generating] design intervention, yet it is the only
way we can effect changes deeply enough to avoid the collapse of
civilization and further damage to ecosystems and the biosphere.
Q: Is it possible to create a regenerative economic system based on cooperation rather than competition?
Q How
can lessons from ecology — like symbiosis, circular no-waste systems
and whole-systems optimization — inform the redesign of our economic and
monetary systems?
In line with Buckminster Fuller’s central design intention, we have to ask ourselves: does our current economic and monetary system work for 100% of humanity without ecological offence and disadvantage to anyone? Clearly it does not! We need new economic rules and fundamental structural changes that incentivize regenerative and collaborative relationships.
The redesigned system will need to discourage the kind of pathological
behaviour patterns our current culturally dominant narrative of
separation, supported by neo-Darwinian biology and neo-classical
economics, justifies and rewards.
As
human beings, we are in our very nature compassionate and
collaborative, but our current monetary and economic systems are based
on the narrative of separation that creates and encourages competition.
For too long, we have told a story about nature ‘red in tooth and claw’
and excused the worst of human behaviour as natural. Scarcity is
primarily a mindset and lack of collaboration not a biophysical reality!
Competition creates scarcity, which in turn is used to justify competitive behaviour (a vicious circle).
The
natural limits of bioproductivity and healthy ecosystems functions
don’t create scarcity as such. Collaboration can turn these natural
planetary limits into enabling constraints to create abundance for all
within healthy ecosystems and a healthy biosphere. Collaboration creates shared abundance, which in turn invites more collaboration (a virtuous circle). We choose which world we want to bring forth together!
Our
economic systems have to be redesigned to enable rather than inhibit
vital changes towards improved whole-systems health. The healthier the
whole system is, the more abundance is generated by healthy ecosystems
functions. Our current monetary system generates money out of nowhere
based on debt (every time anyone takes out a loan). Differential
interest for lending and borrowing, along with compound interest,
further drive a system that is not only set up as a win-lose game, but
also requires continuous economic growth to keep going.
Furthermore,
this system depends on continuous extraction of natural resources,
turning them into (privatized) economic assets while externalizing the
ecological and social costs. This is a structurally unsustainable
system.
Rather
than creating a medium of exchange and a store of value that
incentivizes appropriate participation in the life-sustaining processes
of the biosphere, we have created a monetary and economic system that
drives the systematic exploitation and destruction of healthy ecosystem
functioning. In addition, this badly designed system makes us compete
rather than collaborate with one another. Our profoundly unsustainable monetary and economic systems lie at the root of many of the converging crises around us.
They reinforce a self-fulfilling prophecy of competition and scarcity. A
regenerative culture will only emerge if we address these necessary and
fundamental structural changes.
On his website Peak Prosperity, Chris Martenson, a former Fortune 300 executive, provides an excellent crash course
using a series of short video presentations exploring the
interconnected forces of our structurally dysfunctional economic system.
The economic growth phase of the global economy is nearing its systemic
(structural) end. I recommend this resource to everyone willing to
invest four hours in gaining a better understanding of why economic and
cultural transformation is inevitable and urgently needed. Like an
ecosystem reaching maturity, our economic systems need to shift from quantitative towards qualitative growth by revitalizing local and regional economies through the prosperity that comes from collaboration and community resilience. -
The word ‘regenerative’ in ‘regenerative cultures’ refers — in part — to a culture’s ability to regenerate and transform itself in
response to change. Most importantly it refers to a culture’s ability
to maintain and regenerate healthy ecosystems functions as the basis of
true wealth and wellbeing. If we finally understand that our current
monetary and economic systems are not fit for purpose, we can initiate
structural changes that will create conditions for life as a whole,
including all of humanity, to thrive.
The
founder of the World Economic Forum, Klaus Schwab, said in the run-up
to the 2012 forum that “capitalism, in its current form, no longer fits
the world around us […] a global transformation is urgently needed” (Economic Times, 2012).
In Chapter 5 we explored how design keeps on designing, how there is a
self-reinforcing feedback between our worldview and designs that
reinforces the way we see the world. We need to break out of this
vicious circle of bad economic design decisions — they reinforce a
perspective of scarcity, separation and competition that drives
ecological and social degradation. Human beings designed this system and
human beings can redesign it to serve people and planet.
Nothing about our current economic system is inevitable or unchangeable. Remember,
economics is at best a ‘management system’ and at its worst a dangerous
ideology. Unlike biology and ecology, economics is not a
science. We created our current economic system and we can redesign it,
based on ecological insights, to better serve our common purpose:
promoting the health and wellbeing of humanity and the community of
life.
To
redesign economics from the ground up challenges us to design new
monetary systems, trade policies and financial institutions, as well as
scale-linked local living economies and regionally based circular
bio-economies supported by global collaboration and resource- and
information-sharing.
The
structural failure of the current system is no longer a provocative
hypothesis of a few thought-leaders. The World Bank, the United Nations,
the world’s financial institutions, many political leaders and most
importantly a groundswell of increasingly informed global citizens, have
all recognized the dysfunctionality of the current economic and
monetary system.
We are challenged to redesign the plane we are on in mid-flight. The necessity of ‘Horizon 1’
— to keep the lights on and people fed and in jobs — is driving many
people in leadership roles to react to short-term electoral and economic
cycles with little room to manoeuvre, rather than to initiate
transformative change with the long-term benefit of humanity and life in
mind. This structural lock-in drives ‘business as usual’.
Here are just some of the key faults in the current monetary and economic system:
‘money as debt created out of nowhere’ drives extreme inequality and sets ‘competition’ as the rule
compound
interest on loans and deposits creates an economic time-bomb that
drives the perverse necessity for exponential growth and unbridled
consumption, structurally establishing a win-lose rather than a
win-win-win ‘playing field’
anachronistic
subsidies and international trade policies established under the
economic stranglehold of big lobbies favour the wrong kind of industries
and energy sources
current
trade rules favour financial gains for the shareholders of
multinational corporations yet sabotage local and regional production
and consumption (to the detriment of most of humanity’s 5 billion poor
and of ecosystems functions)
tax
systems that are set up to tax work rather than resource-use
structurally increase inequity and drive environmental and social
degradation
value
creation is based on an exploitative system of extraction, production
and consumption that externalizes the social and ecological costs of
(and damage caused by) degrading our resource base and causing dangerous
climate change
the
flow of investments and subsidies is not supporting salutogenic and
regenerative activities and technologies, as would be the case if value
creation was based on healthy ecosystems functions and regeneration
Economic
and monetary systems as they stand are structurally dysfunctional and
at best serve a few (for a while). Under no circumstances will they
deliver a healthy, meaningful and happy life for all. On a crowded
planet with failing ecosystems we have to learn that out-competing
others while destroying the planetary life-support systems is not an
evolutionary success strategy. Win-lose games in the long run turn into
lose-lose games.
Starting
with the systemic leverage points mentioned above, we can transform our
global economy and strengthen resilient regional and local economies as
the foundations of thriving, diverse, regenerative cultures.
If we want to create healthy economies that protect rather than destroy
local ecosystems, we will need to rewrite international trade rules in
ways that include the social and ecological costs of production and
consumption, as well as trade.
We
need to protect local economies from ‘cheap’ imports made possible by
hidden subsidies, externalizing true costs, and outsourcing production (exploiting international inequality).
Re-localizing and re-regionalizing economics — while maintaining
international collaboration and fair trade — creates jobs and community
resilience. It supports an economics of positive social and ecological
impact.
Neo-classical
economic dogma would call this ‘protectionism’ and oppose it because
‘we need deregulation instead of regulation to ensure the free-market’.
What a pervasive myth this so-called free-market is proving to be! In a
conditioned knee-jerk response, many intelligent people will defend an
ideal (the free market) that simply does not exist. Kenny Ausubel,
co-founder of Bioneers, hit the nail on the head:
“The
world is suffering from the perverse incentives of ‘unnatural
capitalism’. When people say ‘free market’, I ask if free is a verb. We
don’t have a free market, but a highly managed and often monopolized
market. […] we have banks and companies that are ‘too big to fail,’ but
in truth are too big not to fail. The resulting extremes of
concentration of wealth and political power are very bad for business
and the economy (not to mention the environment, human rights, and
democracy). One result is that small companies can’t advance too far
against the big players with their legions of lawyers and Capitol Hill
lobbyists, when in truth it’s small and medium-sized companies that
provide the majority of jobs as well as innovation.” — Kenny Ausubel in Harman (2013: 77)
The
transformation of our economic system is already under way. Social,
cultural, ecological and economic innovators around the world are
already offering and exploring a plethora of alternatives. Our
socio-economic systems are being reinvented from the ground up. -
In Money and Sustainability — The Missing Link,
Bernard Lietaer and his colleagues (2012) explore a variety of ways in
which complementary regional currencies can be designed to address the
problems created by our current monetary system. We have already started
to ask different questions about the purpose and objectives of
economics and money:
Q
How can we reinvent our economic system to cure its current structural
dysfunctionality and create an economy that is in service of all people
and the planet?
Q What kind of monetary systems would serve us at what scale?
Q Can we design a full-reserve currency based on bioproductive capacity, biodiversity and the healthy functioning of ecosystems?
Q What would circular bio-economies look like and how do we effectively create them, and at what scale?
Q
What kind of economic system would help us to optimize resource sharing
and (biologically regenerative) resource creation locally, regionally
and globally?
Q
What would an ‘economy for the common good’, an ‘economics of
happiness’ and a ‘sacred economics’ look like in our community and how
do we co-create them?
Q How can new rules in economics facilitate a fair sharing of, and a common responsibility for, the global commons?
Q
How do we create monetary and economic systems where value is
ultimately based on healthy ecosystem functioning and where ecological
and social regeneration are structurally incentivized?
Q How
can ecological literacy and learning from the rest of nature help us to
redesign a more fitting economic system for a regenerative culture?
I
cannot do these important questions justice here. But I will highlight
some of the excellent work of people who — to my mind — hold a piece of
the puzzle. All these approaches are based on the important ecological
insight that regenerative systems in nature are collaborative. Effective resource-sharing in natural systems is based on collaboration in circular patterns of resource use and regeneration.
Creating
a healthy economic system requires us to meet humanity’s needs within
the limits of the planet’s annual bioproductivity and to do so while
attempting to regenerate the bioproductive capacity of damaged
ecosystems everywhere. Willem Ferwerda,
Executive Fellow at the Rotterdam School of Management and special
advisor to the IUCN, explains why the restoration of damaged ecosystems
is an economic imperative: -
“Ecosystems form the basis of all wealth creation.
Ecosystem services flow from natural capital and are an investor’s
primary asset. […] Ecosystems provide societies with soil fertility,
food, water, shelter, goods and services, medicines, stability,
pleasure, knowledge and leisure. […] Today 60 per cent of the services
provided by ecosystems are threatened. Economic activities aimed at
achieving short-term wealth are destroying ecosystems worldwide and thus
economies’ primary asset. Restoring damaged ecosystems is essential if
we are to secure the livelihoods of future generations.” — Willem Ferwerda (2012: 13)
[… the book continues with a chapter on Creating Circulare Economies. This excerpt from Designing Regenerative Cultures,
published by Triarchy Press in 2016, opens many more questions than it
anwers. So does the rest of the book, as the way to create diverse
regenerative cultures that are elegantly adapted to the bio-cultural
uniqueness of the places they inhabit has to be by living the questions
together. There are no silver bullet pathways to a regenenerative human
impact on earth.]
Catalysing
transformative innovation, cultural co-creation, whole systems design,
and bioregional regeneration. Author of Designing Regenerative Cultures
"Hacer que el mundo funcione para el 100% de la humanidad en el menor tiempo posible a través de la cooperación espontánea sin ofensas ecológicas o desventajas para nadie". - R. Buckminster Fuller
Gran parte de nuestro comportamiento diario y actividad cultural está estructuralmente determinado por nuestros sistemas monetarios y económicos. Su rediseño es un facilitador crucial de la transición hacia una cultura regenerativa. Transformar nuestro(s) sistema(s) económico(s) a toda escala es una audaz intervención de diseño salutogénico [que genera salud], pero es la única manera en que podemos efectuar cambios lo suficientemente profundos como para evitar el colapso de la civilización y mayores daños a los ecosistemas y la biosfera.
P: ¿Es posible crear un sistema económico regenerativo basado en la cooperación en lugar de la competencia?
P: ¿Cómo pueden las lecciones de la ecología - como la simbiosis, los sistemas circulares sin desechos y la optimización de sistemas completos - informar el rediseño de nuestros sistemas económicos y monetarios?En línea con la intención de diseño central de Buckminster Fuller, tenemos que preguntarnos: ¿funciona nuestro actual sistema económico y monetario para el 100% de la humanidad sin ofensas ni desventajas ecológicas para nadie? ¡Claro que no! Necesitamos nuevas reglas económicas y cambios estructurales fundamentales que incentiven las relaciones regenerativas y de colaboración. El sistema rediseñado tendrá que desalentar el tipo de patrones de comportamiento patológico que nuestra actual narrativa culturalmente dominante de separación, apoyada por la biología neo-darwiniana y la economía neoclásica, justifica y recompensa.
John Fullerton y el equipo del Instituto Capital han comenzado una exploración de cómo podría ser el Capitalismo Regenerativo o una economía regenerativa.
Como seres humanos, somos en nuestra propia naturaleza compasivos y colaboradores, pero nuestros actuales sistemas monetarios y económicos se basan en la narrativa de la separación que crea y fomenta la competencia. Durante demasiado tiempo, hemos contado una historia sobre la naturaleza "roja de dientes y garras" y excusamos lo peor del comportamiento humano como natural. La escasez es principalmente una mentalidad y la falta de colaboración no una realidad biofísica! La competencia crea escasez, que a su vez se utiliza para justificar el comportamiento competitivo (un círculo vicioso).
Los límites naturales de la bioproductividad y las funciones saludables de los ecosistemas no crean escasez como tal. La colaboración puede convertir estos límites planetarios naturales en restricciones que permitan crear abundancia para todos dentro de ecosistemas saludables y una biosfera saludable. La colaboración crea una abundancia compartida, que a su vez invita a una mayor colaboración (un círculo virtuoso). Nosotros elegimos qué mundo queremos crear juntos!
Hazle Henderson ofreció una útil cartografía de la transición mundial a la era solar
Nuestros sistemas económicos tienen que ser rediseñados para permitir, en lugar de inhibir, los cambios vitales para mejorar la salud de todo el sistema. Cuanto más saludable es el sistema entero, más abundancia se genera por las funciones de los ecosistemas sanos. Nuestro sistema monetario actual genera dinero de la nada basado en la deuda (cada vez que alguien pide un préstamo). El interés diferencial para préstamos y empréstitos, junto con el interés compuesto, impulsan aún más un sistema que no sólo se establece como un juego de ganar y perder, sino que también requiere un crecimiento económico continuo para seguir adelante.
Además, este sistema depende de la continua extracción de recursos naturales, convirtiéndolos en activos económicos (privatizados) y externalizando los costos ecológicos y sociales. Este es un sistema estructuralmente insostenible.
En lugar de crear un medio de intercambio y una reserva de valor que incentive la participación adecuada en los procesos de mantenimiento de la vida de la biosfera, hemos creado un sistema monetario y económico que impulsa la explotación y destrucción sistemática del funcionamiento saludable del ecosistema. Además, este sistema mal diseñado nos hace competir en lugar de colaborar entre nosotros. Nuestros sistemas monetarios y económicos profundamente insostenibles están en la raíz de muchas de las crisis convergentes que nos rodean. Refuerzan una profecía autocumplida de competencia y escasez. Una cultura regenerativa sólo surgirá si abordamos estos cambios estructurales necesarios y fundamentales.
Aquí está el enlace al artículo de David Korton sobre La gran travesía del Imperio a la Comunidad
En su sitio web Peak Prosperity, Chris Martenson, un ex ejecutivo de Fortune 300, ofrece un excelente curso intensivo utilizando una serie de breves presentaciones de vídeo que exploran las fuerzas interconectadas de nuestro estructuralmente disfuncional sistema económico. La fase de crecimiento económico de la economía mundial está llegando a su fin sistémico (estructural). Recomiendo este recurso a todos los que estén dispuestos a invertir cuatro horas en comprender mejor por qué la transformación económica y cultural es inevitable y urgentemente necesaria. Al igual que un ecosistema que está alcanzando la madurez, nuestros sistemas económicos deben pasar del crecimiento cuantitativo al cualitativo, revitalizando las economías locales y regionales a través de la prosperidad que se deriva de la colaboración y la cooperación. - La palabra "regenerativa" en "culturas regenerativas" se refiere -en parte- a la capacidad de una cultura para regenerarse y transformarse en respuesta al cambio. Y lo que es más importante, se refiere a la capacidad de una cultura para mantener y regenerar ecosistemas sanos que funcionan como la base de la verdadera riqueza y bienestar. Si finalmente entendemos que nuestros actuales sistemas monetarios y económicos no son adecuados para el propósito, podemos iniciar cambios estructurales que crearán las condiciones para que la vida en su conjunto, incluyendo a toda la humanidad, prospere.
El fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, dijo en el período previo al foro de 2012 que "el capitalismo, en su forma actual, ya no encaja en el mundo que nos rodea [...] se necesita urgentemente una transformación global" (Economic Times, 2012). En el capítulo 5 exploramos cómo el diseño sigue diseñando, cómo hay una retroalimentación de auto-refuerzo entre nuestra visión del mundo y los diseños que refuerza la forma en que vemos el mundo. Tenemos que romper este círculo vicioso de malas decisiones de diseño económico: refuerzan una perspectiva de escasez, separación y competencia que impulsa la degradación ecológica y social. Los seres humanos diseñaron este sistema y los seres humanos pueden rediseñarlo para servir a la gente y al planeta.
Nada de nuestro sistema económico actual es inevitable o inalterable. Recuerden, la economía es en el mejor de los casos un "sistema de gestión" y en el peor una ideología peligrosa. A diferencia de la biología y la ecología, la economía no es una ciencia. Creamos nuestro sistema económico actual y podemos rediseñarlo, basado en conocimientos ecológicos, para servir mejor a nuestro propósito común: promover la salud y el bienestar de la humanidad y la comunidad de la vida. - El rediseño de la economía desde la base nos desafía a diseñar nuevos sistemas monetarios, políticas comerciales e instituciones financieras, así como economías vivas locales vinculadas a escala y bioeconomías circulares de base regional apoyadas por la colaboración mundial y el intercambio de recursos e información.
El fracaso estructural del sistema actual ya no es una hipótesis provocadora de unos pocos líderes de pensamiento. El Banco Mundial, las Naciones Unidas, las instituciones financieras mundiales, muchos dirigentes políticos y, lo que es más importante, una corriente de ciudadanos mundiales cada vez más informados, han reconocido la disfunción del actual sistema económico y monetario.
Nos enfrentamos al reto de rediseñar el avión en el que estamos en pleno vuelo. La necesidad de "Horizonte 1" - mantener las luces encendidas y las personas alimentadas y en los puestos de trabajo - está llevando a muchas personas en puestos de liderazgo a reaccionar a ciclos electorales y económicos a corto plazo con poco margen de maniobra, en lugar de iniciar un cambio transformador teniendo en cuenta el beneficio a largo plazo de la humanidad y la vida. Este bloqueo estructural impulsa el "business as usual".
He aquí algunos de los principales fallos del actual sistema monetario y económico:
"el dinero como deuda creada de la nada" impulsa la desigualdad extrema y establece la "competencia" como la regla El interés compuesto de los préstamos y depósitos crea una bomba de tiempo económica que impulsa la perversa necesidad de un crecimiento exponencial y un consumo desenfrenado, estableciendo estructuralmente un "campo de juego" en el que todos ganan y todos pierden, en lugar de uno en el que todos ganan y todos ganan. Las medidas inapropiadas y equivocadas de éxito económico como el PIB desvían nuestra atención de la creación de salud y bienestar sistémicos (preocupándose por las cualidades) a la producción económica (preocupándose por las cantidades) los subsidios anacrónicos y las políticas de comercio internacional establecidas bajo el estrangulamiento económico de los grandes grupos de presión favorecen el tipo equivocado de industrias y fuentes de energía las actuales normas comerciales favorecen las ganancias financieras para los accionistas de las empresas multinacionales, pero sabotean la producción y el consumo local y regional (en detrimento de la mayoría de los 5.000 millones de pobres de la humanidad y de las funciones de los ecosistemas) Los sistemas fiscales que se establecen para gravar el trabajo en lugar de la utilización de los recursos aumentan estructuralmente la desigualdad e impulsan la degradación ambiental y social La creación de valor se basa en un sistema explotador de extracción, producción y consumo que externaliza los costos sociales y ecológicos de (y los daños causados por) la degradación de nuestra base de recursos y el peligroso cambio climático. la corriente de inversiones y subsidios no apoya las actividades y tecnologías salutógenas y regenerativas, como sucedería si la creación de valor se basara en las funciones y la regeneración de ecosistemas sanos
Los sistemas económicos y monetarios en su estado actual son estructuralmente disfuncionales y, en el mejor de los casos, sirven a unos pocos (por un tiempo). Bajo ninguna circunstancia ofrecerán una vida saludable, significativa y feliz para todos. En un planeta abarrotado con ecosistemas que fallan, tenemos que aprender que superar a los demás mientras se destruyen los sistemas de soporte de vida del planeta no es una estrategia de éxito evolutivo. Los juegos en los que se gana y se pierde a largo plazo se convierten en juegos en los que se pierde. - A partir de los puntos de influencia sistémicos mencionados anteriormente, podemos transformar nuestra economía mundial y fortalecer las economías regionales y locales resistentes como los cimientos de culturas prósperas, diversas y regenerativas. Si queremos crear economías sanas que protejan en lugar de destruir los ecosistemas locales, tendremos que reescribir las reglas del comercio internacional de manera que incluyan los costos sociales y ecológicos de la producción y el consumo, así como el comercio.
Necesitamos proteger las economías locales de las importaciones "baratas" que son posibles gracias a los subsidios ocultos, a la externalización de los costos reales y a la externalización de la producción (explotando la desigualdad internacional). La relocalización y la re-regionalización de la economía - al tiempo que se mantiene la colaboración internacional y el comercio justo - crea puestos de trabajo y capacidad de recuperación de la comunidad. Apoya una economía de impacto social y ecológico positivo.
El dogma económico neoclásico llamaría a esto "proteccionismo" y se opondría a él porque "necesitamos desregulación en lugar de regulación para asegurar el libre mercado". ¡Qué mito tan generalizado está demostrando ser el llamado libre mercado! En una respuesta instintiva condicionada, muchas personas inteligentes defenderán un ideal (el libre mercado) que simplemente no existe. Kenny Ausubel, cofundador de Bioneers, dio en el clavo:
"El mundo está sufriendo los perversos incentivos del 'capitalismo antinatural'. Cuando la gente dice 'mercado libre', pregunto si libre es un verbo. No tenemos un mercado libre, sino un mercado altamente gestionado y a menudo monopolizado. [...] tenemos bancos y compañías que son 'demasiado grandes para fallar', pero en realidad son demasiado grandes para no fallar. Los extremos resultantes de la concentración de riqueza y poder político son muy malos para los negocios y la economía (sin mencionar el medio ambiente, los derechos humanos y la democracia). Un resultado es que las pequeñas empresas no pueden avanzar demasiado lejos contra los grandes actores con sus legiones de abogados y los grupos de presión del Capitolio, cuando en realidad son las pequeñas y medianas empresas las que proporcionan la mayoría de los puestos de trabajo así como la innovación". - Kenny Ausubel en Harman (2013: 77)
La transformación de nuestro sistema económico ya está en marcha. Los innovadores sociales, culturales, ecológicos y económicos de todo el mundo ya están ofreciendo y explorando una plétora de alternativas. Nuestros sistemas socioeconómicos están siendo reinventados desde la base.
-
En Money and Sustainability - The Missing Link, Bernard Lietaer y sus colegas (2012) exploran una variedad de formas en las que las monedas regionales complementarias pueden ser diseñadas para abordar los problemas creados por nuestro actual sistema monetario. Ya hemos empezado a hacer diferentes preguntas sobre el propósito y los objetivos de la economía y el dinero:
P ¿Cómo podemos reinventar nuestro sistema económico para curar su actual disfunción estructural y crear una economía que esté al servicio de todas las personas y del planeta?
Q ¿Qué tipo de sistemas monetarios nos servirían a qué escala?
Q ¿Podemos diseñar una moneda de reserva completa basada en la capacidad bioproductiva, la biodiversidad y el funcionamiento saludable de los ecosistemas?
P ¿Cómo serían las bioeconomías circulares y cómo las creamos efectivamente, y a qué escala?
P ¿Qué clase de sistema económico nos ayudaría a optimizar la distribución de recursos y la creación de recursos (biológicamente regenerativos) a nivel local, regional y mundial?
P ¿Cómo sería una "economía para el bien común", una "economía de la felicidad" y una "economía sagrada" en nuestra comunidad, y cómo las co-creamos?
P ¿Cómo pueden las nuevas reglas de la economía facilitar una participación justa y una responsabilidad común para el bien común mundial?
P ¿Cómo creamos sistemas monetarios y económicos en los que el valor se basa en última instancia en el funcionamiento saludable del ecosistema y en los que la regeneración ecológica y social está estructuralmente incentivada?
P ¿Cómo pueden la alfabetización ecológica y el aprendizaje del resto de la naturaleza ayudarnos a rediseñar un sistema económico más adecuado para una cultura regenerativa?
No puedo hacer justicia a estas importantes preguntas aquí. Pero destacaré algunos de los excelentes trabajos de personas que -a mi juicio- sostienen una pieza del rompecabezas. Todos estos enfoques se basan en la importante idea ecológica de que los sistemas regenerativos en la naturaleza son colaborativos. El intercambio efectivo de recursos en los sistemas naturales se basa en la colaboración en patrones circulares de uso de recursos y regeneración.
La creación de un sistema económico saludable requiere que satisfagamos las necesidades de la humanidad dentro de los límites de la bioproductividad anual del planeta y que lo hagamos al mismo tiempo que intentamos regenerar la capacidad bioproductiva de los ecosistemas dañados en todas partes. Willem Ferwerda, Miembro Ejecutivo de la Escuela de Administración de Rotterdam y asesor especial de la UICN, explica por qué la restauración de los ecosistemas dañados es un imperativo económico:
"Los ecosistemas forman la base de toda la creación de riqueza. Los servicios de los ecosistemas fluyen del capital natural y son el principal activo de un inversor. [...] Los ecosistemas proveen a las sociedades de fertilidad del suelo, alimentos, agua, refugio, bienes y servicios, medicinas, estabilidad, placer, conocimiento y ocio. [...] Hoy en día, el 60% de los servicios proporcionados por los ecosistemas están amenazados. Las actividades económicas destinadas a lograr la riqueza a corto plazo están destruyendo los ecosistemas en todo el mundo y, por lo tanto, el principal activo de las economías. La restauración de los ecosistemas dañados es esencial si queremos asegurar los medios de vida de las generaciones futuras". - Willem Ferwerda (2012: 13)
[... el libro continúa con un capítulo sobre la creación de economías circulares. Este extracto de Designing Regenerative Cultures, publicado por Triarchy Press en 2016, abre muchas más preguntas de las que se plantean. Lo mismo ocurre con el resto del libro, ya que la forma de crear diversas culturas regenerativas que se adapten elegantemente a la singularidad bio-cultural de los lugares que habitan tiene que ser viviendo las preguntas juntas. No hay caminos de balas de plata para un impacto humano regenerativo en la Tierra].
Escrito por
Daniel Christian Wahl
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Hola Ramon
Me identifico con los planteamientos
de Christian Wahl, más naturales que la artificial competencia creada por
algunos negociantes.
La disciplina de la prospectiva
enseña y pone en práctica, las ventajas de la cooperación en la penta-hélice
conformada por Estado, empresa, universidades y organizaciones sociales.
Saludos a los amigos en España
Yezid Soler B.
PhD en Pensamiento
Complejo
MMR-Edgar Morin y California
University
El lunes, 10 de
febrero de 2020 07:53:20 a. m. GMT-5, Ramon M.S. <senar@senar.net> escribió:
" La escarcity es principalmente una mentalidad y la falta
de colaboración no es una realidad biofísica! La competencia crea escasez, que
a su vez se utiliza para justificar el comportamiento competitivo (un círculo
vicioso). -
Los límites naturales de la bioproductividad y las funciones de
ecosistemas saludables no crean escasez como tal. La colaboración puede
convertir estos límites planetarios naturales en permitir que las restricciones
crean abundancia para todos dentro de ecosistemas saludables y una biosfera
saludable. La colaboración crea abundancia compartida, que a su vez invita a
más colaboración (un círculo virtuoso)."