dijous, 21 de maig del 2020

Un decálogo para superar la crisis económica Fernando Gómez-Bezares


Un decálogo para superar la crisis económica


La pandemia del Covid-19 ha llevado a un nivel de tensión muy elevado a nuestro sistema sanitario, está atentando gravemente contra la vida y la salud de muchas personas y nos va a dejar, al menos en España, una difícil situación económica: cierre de empresas, enorme desempleo, importantes pérdidas de renta y un colosal endeudamiento público.
Un decálogo para superar la crisis económica

Todo esto se puede decir con palabras más suaves, pero no pinta bien. Sin embargo, de estudiante en la Facultad, me enseñaban que “hay que convertir las amenazas en oportunidades”. Muchas cosas deberemos aprender de esta crisis, yo me centraré en los aspectos económicos, y haciendo las cosas bien podemos alcanzar una sociedad mejor que antes de la crisis. Algunos indicios positivos sí hay: leía hace unos días un informe de Capgemini (Covid-19 and the financial services consumer) donde se destacaba que estaban aumentando los inversores dispuestos a renunciar a rentabilidad en favor del impacto social; el informe MSCI ESG Indexes during the coronavirus crisis, nos indica cómo las empresas sostenibles (empresas socialmente responsables incluidas en los índices ESG) están soportando mejor la crisis que las no sostenibles; igual que se vive en los medios de comunicación un espíritu de solidaridad y de autosuperación.

En este contexto propondré 10 ideas que podemos (y yo creo que debemos) poner en práctica para sortear las dificultades de esta crisis y salir reforzados de la misma. Deberemos así, en primer lugar, proteger a las personas que se han visto golpeadas por la crisis (o que ya lo estaban antes): acogida a personas sin hogar, subsidios a los que no tienen ingresos o son muy escasos… Económicamente esto apuntalará el consumo, pero, sobre todo, es un deber de justicia con los más desfavorecidos. Como dice el Papa Francisco no podemos aceptar que haya descartados.

En segundo lugar, tenemos que ayudar a las empresas, grandes y pequeñas. La hibernación parcial de nuestra economía hace que muchos negocios lleven más de dos meses sin facturar, y con perspectivas muy negras para los meses venideros. Hay que cubrir sus costes laborales (como están haciendo los ERTEs), pero hay muchos otros costes aun sin trabajar, y debemos ayudar a esas empresas a sobrellevar la situación con subvenciones, créditos blandos… Lo importante es que este shock externo sobre nuestra economía no destruya tejido industrial, o lo haga en la menor manera posible, lo que posibilitará una rápida recuperación económica.

El tercer punto sería: invertir en sostenibilidad. Una política keynesiana muy habitual sería gastar desde la Administración, española y europea, para reactivar la economía; lo que propongo es que, en este caso, los recursos se dediquen a invertir en sostenibilidad. Como dice el Gobierno español: “El 25 de septiembre de 2015, 193 países nos comprometimos con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y su cumplimiento para el año 2030. Los objetivos persiguen la igualdad entre las personas, proteger el planeta y asegurar la prosperidad como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Un nuevo contrato social global que no deje a nadie atrás”. Invirtamos pues en energías limpias, en eliminar residuos, en justicia económica, en bienestar social… Saldremos antes de la crisis y saldremos mejor.

Vivimos en una economía globalizada, eso es bueno, pero igual nos hemos pasado. España no puede depender tanto de países como China, para adquirir productos esenciales. Tenemos que tener un cierto nivel de autoabastecimiento. Tampoco podemos tener el sistema educativo como lo tenemos, con continuos cambios de planes y resultados deficientes: eso también dificulta la futura generación de valor añadido. Hay que reorientar y reconstruir nuestra economía, este sería el cuarto punto.

En quinto lugar, hay que volver pronto a la normalidad económica. El Estado tiene su papel de regulador de la actividad, proporciona servicios esenciales y debe atender a los más débiles; pero no puede ser omnipresente. Durante la crisis su enorme protagonismo puede estar justificado, pero debe volver a su sitio, no puede hipertrofiarse. El mercado es un buen asignador de recursos y es más acorde a la libertad de los individuos.

La sexta idea sería disminuir desplazamientos. Muchos nos hemos acostumbrado a teletrabajar en estos meses; ha sido de sopetón y, frecuentemente, con herramientas mejorables: no estábamos preparados. Pero hemos visto que somos capaces, y organizándonos bien, puede ser una alternativa para el trabajo de muchos días, pueden evitarse muchos viajes… Esto mejorará notablemente el nivel de contaminación. En la misma línea habrá que pensar en un ocio que no se articule tanto sobre los viajes y que busque medios de transporte menos consumidores de combustibles fósiles.

El endeudamiento del Estado va a crecer muy considerablemente con la crisis, y la séptima propuesta es un plan para disminuir la deuda: aumentando los ingresos y limitando los gastos. Va a ser muy complicado, tanto lo uno como lo otro. Pero si las familias y las empresas han logrado disminuir notablemente su deuda en los últimos 10 años, al Estado le va a tocar enseguida. Yo creo que hay campo para reducir el fraude fiscal y la economía sumergida, para disminuir la elusión fiscal, como también lo hay para ser más eficaces en el gasto.

En octavo lugar hay que aumentar la resiliencia y la sostenibilidad a largo plazo de las empresas, y del conjunto de la economía. Empresas bien financiadas, socialmente responsables y bien gestionadas resisten mejor las crisis; y cuando llegue la próxima, que llegará, debe encontrarnos mejor preparados. También el Estado tendría hoy mayor margen de maniobra si estuviera menos endeudado.

Y relacionado con lo anterior, la novena idea sería: aumentar el escrutinio social de empresas y gobiernos. Para lo que las empresas deben reportar transparentemente su actividad y el Estado también. Las primeras llevan tiempo avanzando, pero hay amplio margen de mejora, el segundo se ha acostumbrado durante la crisis a aplicar medidas excepcionales y a solicitar adhesiones incondicionales; esto debe acabar pronto.

Mi décima propuesta sería impulsar los comportamientos éticos, repensar, a la luz de lo que ha pasado, los objetivos personales y sociales, hacernos más sabios para buscar lo que realmente necesitamos: un desarrollo sostenible e integral, como recientemente nos ha recordado el Papa Francisco.

Podrían plantearse muchas más propuestas, pero entiendo que este decálogo nos ayudará a superar esta crisis, caminando hacia un mundo mejor.

Por Fernando Gómez-Bezares.  Catedrático de Finanzas de Deusto Business School









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