Economía postcapitalista
Por Juan MarínPublicado en bez.es, el 06/02/2017
La crisis económica global se ha convertido en terreno abonado de una
creciente desconfianza social ante el actual sistema económico, malestar
que ha servido de sustrato para la búsqueda de prácticas económicas alternativas
que intentan enfrentar los cimientos sobre los que se asienta el marco
dominante económico, por eso hoy podemos observar que estamos ante la
mayor diversidad de propuestas económicas alternativas de la historia
reciente.
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Estas propuestas, que se definen como “otras” economías o transiciones a
otras economías, son ensayos de una variedad de fórmulas que apelan a
la innovación social como solución a los desafíos que presenta la crisis
económica, ecológica y social que vivimos. Muchos de estos modelos
pretenden incidir en la actividad económica vinculándola a la sostenibilidad económica y socio ambiental, lo que se intenta desplegar a través del vínculo con un fenómeno esencial en la actividad económica como está siendo el emprendimiento y en concreto el emprendimiento social.
Han surgido así propuestas que con distintas denominaciones (Economía
verde, Economía circular, Economía del Bien Común, Economía
Colaborativa, Economía Social y Solidaria, etc), convergen en realzar la
cooperación frente a la competitividad destructiva en defensa de
intereses particulares a corto plazo.
El escenario en el que se mueven estas economías es el de la urgencia
de construir propuestas para avanzar en una transición postcapitalista,
que pasa por la disputa de la centralidad del modelo socioeconómico a las grandes empresas.
Debido a que son escasos los espacios que no han sido colonizados por
la lógica de la propiedad privada y el crecimiento económico, algunas de
estas experiencias exploran mecanismos de control para limitar el poder
de “los mercados” y apuestan por poner en marcha proyectos alternativos
cuyo origen sean renovados paradigmas que no tengan como principio
fundamental el móvil de la acumulación y el crecimiento incesante.
Algunas de estas economías alternativas son impulsadas por las
organizaciones de la sociedad civil para encaminarse hacia nuevos
horizontes emancipatorios que pongan la colectividad, la democracia y la
sostenibilidad de la vida en el centro. Por otra parte, aunque estas
otras economías podrían hablar perfectamente a un nivel macroeconómico,
el debate tradicional que se desarrolla entre un eje neokeynesiano y otro neoliberal parece que difícilmente puede enmarcar en su escenario estas realidades.
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Conviene sin embargo tener presente, respecto a estos modelos o
economías en transición, que no es lo mismo una propuesta o práctica
alternativa para resolver un problema específico dentro del marco
hegemónico, que una propuesta que se enmarque bajo un paradigma
alternativo y que pretende subvertir lo existente.
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Estas economías plantean transformaciones al escenario actual pero no
dejan de ser vulnerables a la mercantilización y a ser utilizadas de
manera perversa. Por eso cuando hablamos de procesos de transición es
relevante hablar también de los niveles de impacto: algunas de estas
economías se limitan a la innovación tecnológica, otras pretenden
transformaciones en las infraestructuras, incorporando cambios en los
agentes, la producción o el consumo; por último, hay propuestas, a un
nivel macro, que aluden al entorno global y medioambiental, condiciones
políticas, internacionales, culturales, etc. Algunas empresas como Uber o
Airbnb representan bien ese difícil encaje entre herramientas que permiten la adaptación del mercado a los usos sociales de las nuevas tecnologías pero manteniendo lógicas convencionales y propuestas críticas que buscan democratizar las relaciones económicas generando también cambios culturales.
Aumento de la eficiencia
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En el caso de la innovación, en particular las innovaciones tecnológicas,
siempre habrá una dependencia de los intereses de sus protagonistas,
por lo que requieren ser juzgadas en su contexto social, cultural y
ambiental. Si los actores relevantes no tienen por objetivo la promoción
de tecnologías realmente transformadoras los resultados de la
innovación pueden reforzar el status quo, mediante
la prolongación del uso de productos y sistemas que no son aptos para
resolver las necesidades de la sociedad. Bajo una propuesta de Economía Circular,
podría parecer que el crecimiento puede continuar de manera ilimitada,
pues los residuos se reciclarían y se convertirían en nuevos recursos.
Un aumento de eficiencia haría que necesitásemos menos cantidad de
recursos, pero también puede producir una paradoja: la mayor eficiencia
abarata el costo, y por tanto puede llevar a un mayor uso. Por otra
parte, la “Economía verde” centra su interés en la conservación
de recursos y la transición a energías renovables, características todas
ellas sin duda importantes pero que no equivalen al cambio a gran
escala que se necesita si en vez de transformar los procesos económicos y
productivos con el enfoque de adaptarlos a los limites ambientales se
busca redefinir la naturaleza para adaptarla al sistema económico
existente.
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El mayor desafío de una transición o de una transformación socioecológica que necesita el mundo no sólo es tecnológico, también lo es político y cultural; el reto de una transición pasa por superar los patrones culturales asumidos
por la mayoría de la población que apuntan hacia una constante y mayor
acumulación de bienes materiales; una situación que no asegura
necesariamente un creciente bienestar de los individuos y las
colectividades.
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En lo social, una transición a otra economía implicaría que los
ciudadanos dejen su papel pasivo en el uso de bienes y servicios
colectivos y puedan convertirse en propulsores autónomos, coordinada y
consensuadamente desde una escala local o regional; y en lo político requeriría del desarrollo de una cultura democrática y participativa. En el ámbito económico,
requiere la incorporación de criterios de suficiencia antes que
sostener la lógica de la eficiencia entendida como la acumulación
material cada vez más acelerada. Esto también plantea aceptar que una
economía debe sustentarse en la solidaridad y en la sustentabilidad, se
busca la construcción de otro tipo de relaciones de producción, intercambio, cooperación y también de acumulación del capital y de distribución del ingreso y la riqueza.
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Desde la práctica, la Economía Social y Solidaria se plantea
como una de las vía para la transición hacia otro paradigma económico;
sus entidades y empresas funcionan dentro de la economía convencional,
son proyectos empresarialmente viables que procuran invertir las
prioridades de la economía convencional, desconectando de sus valores y
sus lógicas. Se caracterizan por la satisfacción de necesidades frente a rendimientos financieros, una fuerte territorialización, y un anclaje con el entorno frente al riesgo de deslocalización; además de promocionar los procesos de cooperación frente a la competencia, apuestan por el empleo, la inclusión de los grupos vulnerables y la rentabilidad social. En los últimos años estas iniciativas han crecido, introduciéndose en sectores estratégicos, es el caso del acceso cooperativo a la banca, los servicios financieros, la producción y comercialización de energías renovables, los seguros, la alimentación o la vivienda. En el caso del Estado español, este movimiento viene organizándose fundamentalmente a través de REAS-Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria y las entidades que participan en ella se reconocen por su adscripción a la Carta de principios de la Economía Social y Solidaria.
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Desde un punto de vista de valores y relacional, de impacto sobre las
personas y el entorno, la Economía Social y Solidaria aglutina y lleva a
último término muchas de las cuestiones que aparecen en otros modelos.
Por tanto, los valores de laEconomía Social y Solidaria
no menoscaban los aportes de otras economías. No tiene sentido hablar de
la confrontación de estas diferentes economías, sino ser conscientes de
las complementariedades, potencialidades y límites de cada uno de estos modelos.
Una Economía Social y Solidaría ha de ser necesariamente verde para ser
sostenible, no se trata por tanto que una Economía Verde sea imposible,
sino de ser conscientes que el modelo predominante en la actualidad
está centrado en buscar soluciones rápidas que ignoren la compleja interdependencia de los desafíos socioecológicos a los que se ha de hacer frente
https://ecosfron.org/economia-postcapitalista/
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