LA ECONOMíA DEL BIEN COMúN
Bajo el nombre de 'Economía del Bien Común' (EBC) han surgido en la última década algunas propuestas con el ánimo de constituirse en contrapunto a la actual economía de mercado. Dos respetados economistas han publicado bajo idéntico título sendos libros con sus reflexiones al respecto.
Christian Felber, cofundador de Attac, en
Austria, repite en sus planeamientos (2010) los postulados previos
altermundistas del citado movimiento civil hasta elevarlo al rango de
modelo económico. Bajo dicho modelo, la EBC prioriza valores como la
cooperación y solidaridad frente al afán de lucro y competencia. El
beneficio empresarial se sustituye por el beneficio común y el Producto
Interior Bruto (PIB) por el Producto del Bien Común.
Las
empresas adscritas a la EBC tendrán impuestos reducidos, aranceles
ventajosos, créditos baratos y privilegios en las compras públicas y en
el acceso a programas de investigación. Los salarios máximos estarán
limitados a 20 veces los mínimos, ninguna propiedad excederá de un
determinado techo y las herencias serán socializadas engrosando una
'dote democrática' para futuras generaciones. El horario de trabajo
retribuido se verá reducido escalonadamente hacia las 30 horas semanales
y cada décimo año el trabajador disfrutará de un 'año sabático' que
será financiado a través de un salario mínimo incondicional.
La
propiedad de las grandes corporaciones pasará a sus empleados y en lo
político se erigirán 'parlamentos económicos' con prelación sobre los
gobiernos, dictaminando sobre la categoría y alcance de los 'bienes
democráticos' entre los que destaca un 'banco democrático' controlado de
forma asamblearia. El Estado se financiará gratis en el Banco Central y
los tipos de interés serán irrelevantes. A nivel local, diversas
monedas regionales convivirán con la moneda nacional. En todas las
instancias la democracia representativa será completada por la
democracia participativa asamblearia.
Este delicioso cuento de
hadas no explica como se trasladará la información transitiva en los
mercados, ni como se financiarán inversiones y proyectos, ni quien
definirá los bienes comunes que sólo serán mayoritarios ni que mecanismo
sustituirá al mercado en la asignación de recursos. En defensa del
librecambio, Adam Smith, el inventor de la mano invisible, recordaba una
y otra vez que la eficiencia del librecambio pasaba por la ausencia de
posiciones dominantes de mercado.
Si se analiza sin
apasionamiento, la división del trabajo no es otra cosa que una magna
estructura de cooperación y la competencia representa un mecanismo de
discriminación fértil entre los distintos planes empresariales, que
satisfacen o no los deseos soberanos de los consumidores. El consumidor,
último destinatario de la economía dice libremente si o no. La
competencia es consustancial con la escasez de los recursos disponibles.
El capitalismo se convierte, en resumen, en un sistema que aspira al
bien común a través de los intereses personales.
Menos radical,
el Nobel Jean Tirole establece (2016) sus propios límites al sistema.
«La victoria de la economía de mercado sólo ha sido una victoria a
medias, pues no se ha ganado a la gente. Su supremacía se acepta con
fatalismo, unido en algunos casos a la indignación». La 'Economía del
Bien Común' consiste, sobre todo, en la ambición de que las
instituciones económicas contribuyan al interés general.
La labor de la mano visible (el Estado) consiste en corregir los múltiples fallos de la invisible (el mercado)
El director de la Escuela de Economía
de Toulouse (Francia) destaca el concepto del 'Gap de la Información'
basado en la evidencia de que las decisiones de consumidores y empresas
gozan de una información limitada y a veces se esconden de la evidencia.
Como ejemplo señala que «las personas no admiten que un endeudamiento
público creciente pone en peligro el bienestar social y se resisten a
las políticas de austeridad». Asimismo, el camino de la economía se
halla cercado a menudo por intereses bastardos, por 'lobbies' poderosos o
por el rechazo de las instituciones a compartir o abandonar el poder.
De ahí la necesaria revitalización de lo público, corazón de la
'Economía del Bien Común'. La mano invisible (el mercado) y la mano más
visible (el Estado) son complementarias. La labor de este último
consiste en corregir los múltiples fallos de aquel.
Entre ambas
doctrinas, o al margen de ellas, se encuentra la inquietante exhortación
'Evangelii Gaudium' del Papa Bergoglio cuando advierte que «tenemos que
decir 'no' a la economía de la exclusión y de la inequidad. Esa
economía mata». Un aldabonazo para la reflexión
-
https://www.elcorreo.com/opinion/economia-bien-comun-20181008195129-nt.html
"El
autor de este articulo debería leer mas detenidamente el libro de
Felber para advertir que lo que propone la economía del bien común es
una economía de mercado pero con reglas que lo hagan verdaderamente
eficiente desde el punto de vista de la asignación
de recursos y del bienestar general. Esta es la gran confusión de
muchos cuando tratan de conocer este modelo, interpretan que la
asignación de recursos se hace de una manera centralista, anulando el
mercado. De esta forma se asimila capitalismo con economía de mercado, y
no es lo mismo. Pero el mercado no es un ente aséptico, sino una
institución y como tal tiene sus reglas establecidas por los estados y
sus legisladores. Las que lo gobiernan actualmente generan mercados
asimétricos, gobernados por el poder del mas fuerte, sin transparencia y
desinformados, existiendo una absoluta competencia desleal con
respecto a las empresas que concurren a ese mercado con comportamientos
éticos, es decir, que pagan de forma digna a sus trabajadores que
cuidan del medio ambiente, que no utilizan la ingeniería fiscal para
evadir impuestos ...Los productos de estas empresas aparecen en el
mercado con precios mas altos. No se compite en igualdad de condiciones y
el consumidor cuando accede a ese mercado, primero, no dispone de
información suficiente para tomar buenas decisiones porque el etiquetado
de estos productos confunde mas que informa y segundo, no dispone de
suficiente renta para ser un consumidor responsable. Ser responsable
cuesta porque los productos éticos son mas caros. Lo que verdaderamente
propone la EBC en el sentido de Felber (la versión de Tirole discrepa
bastante) es una economía de mercado cooperativa y no competitiva con
reglas y normas que incentiven las buenas prácticas de las empresas
éticas, por ejemplo priorizando en la compra pública o con menor
fiscalidad, de tal forma que los precios resulten mas bajos, además de
medir el éxito a través del balance del bien común y no el financiero. Y
por supuesto la EBC no es un modelo capitalista. El capitalismo tiene
como objetivo el incremento del capital, se invierte en aquello que
genera mayor valor monetario sin importar el impacto que ocasione. En la
EBC el objetivo es el bien común, el capital es un medio" Carmen Rodriguez
Tirole
en su libro la Economia del bien comun, analiza la economia con las
estructuras, con las instituciones actuales, con las reglas de juego
actuales,con la ciencia economica actual,
Felber analiza la economia del bien comun, siendo necesaria una transicion para cambiar las estructuras actuales.
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