La revolución silenciosa de las cooperativas que comercializan electricidad renovable en España
28/01/19 
Desde hace unos pocos años las llamadas ‘cooperativas de renovables’
 están proliferando por todo el territorio español y lo están haciendo 
sin apenas hacer ruido. No todas son nuevas, algunas datan de principios
 del siglo XX cuando las redes eléctricas no llegaba a comarcas con una 
orografía complicada, pero otras tan solo tienen uno o dos años de vida.
“Las que van a cumplir o han cumplido ya un siglo se trata de 
cooperativas que provienen de distribuidoras de energía eléctrica de 
antes de la liberalización y se han transformado para suministrar 
directamente”, dice Alfonso García, de la cooperativa GoiEner y presidente de la recién constituida Unión Renovables,
 “éstas no tienen como objetivo crecer exponencialmente ni lo van a 
hacer, porque fueron creadas para determinadas comunidades o pueblos, 
pero las recientes buscan otro objetivo, el de ofrecer una alternativa y
 un nuevo modelo energético a los consumidores, y además son muy 
proactivas en la búsqueda de nuevos socios y clientes”.
La lista es cada vez más larga. La pionera es Som Energia,
 que se constituyó en Gerona, Cataluña, en 2010, como un proyecto de 
participación ciudadana para cambiar el modelo energético. Al año inició
 la actividad de comercialización de electricidad certificada 100% 
renovable y sus primeros proyectos renovables de generación. Ocho años después cuenta con unos 50.000 socios (en 2017 eran 30.000) y más de 80.000 contratos de luz además
 de ser propietaria de más de una decena de plantas de generación de 
energía renovable (fotovoltaica, biogás y centrales hidroeléctricas) 
financiadas por los socios, o en proceso de financiación.
Le sigue Goiener, una cooperativa vasca que en 2012 
surgió de la idea de 30 personas de una agencia de desarrollo comercial 
de Goierri (Guipúzcoa). Solo seis años después, ya son más de 10.000 socios
 (a principios de 2018 eran unos 7.600) que consumen energía 100% 
renovable y la suministran a ayuntamientos, pymes, asociaciones y 
consumidores de toda España, pero sobre todo de País Vasco y Navarra.
Precisamente esta cooperativa ha servido de palanca para movilizar otras tantas en diferentes puntos de nuestra geografía.
En Castilla-La Mancha surge en 2014 Econactiva que en solo dos años ya ha conseguido 200 socios y abastecer a unos 150 hogares. En Castilla y León Megara Energía,
 una cooperativa promovida por Caja Rural de Soria y El Hueco, que en 
2015 inicia su actividad con 50 socios fundadores y tres años después ya
 son 290 cooperativistas y más de 550 contratos; y también EnergÉtica coop.,
 que en ese mismo año la constituyen 75 personas. En este último caso, 
su ascenso ha sido meteórico. Ya han conseguido casi 1.250 
cooperativistas y más de 1.500 contratos.
En el norte de España, además de Goiener, también han surgido otras iniciativas. Es el caso de Nosa Enerxia,
 en Galicia, que en 2016 se presentaba en sociedad con 167 socios, y dos
 años después ya son más de 500. También en Navarra tienen la suya, E+P Cooperativa o Emasp. Surgió
 hace tres años de una empresa que quería reducir los elevados gastos 
que soportaban los centros residenciales. No tienen datos públicos sobre
 su crecimiento.
Y la más bisoña de todas es la de Cantabria. Se llama Solabria
 y se constituyó como comercializadora en 2017, pero debe de ser muy 
activa porque en muy pocos meses ya han alcanzado los 216 
cooperativistas.
Los madrileños también tienen una cooperativa de estas características. Se trata de La Corriente Coop, que se creó en 2015 a partir de un grupo de personas de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético,
 inspirados en las cooperativas predecesoras de las otras regiones. Su 
contrato de suministro eléctrico más importante (y socio) es el del 
Mercado de San Fernando, pero ya son más de 100 entre pymes y hogares.
Por último, en Murcia la cooperativa que surgió en 2016 es La Solar,
 con 121 socios, y que, según datos de enero de 2019, han aumentado 
hasta los 140 socios y casi 900 contratos eléctricos, y en Andalucía, la
 cooperativa Zencer, que surgió en 2013 Fuengirola 
(Málaga) con tres socios y tiene ya más de 1.500. Aparte de sus socios, 
ha firmado convenios con ayuntamientos como Motril (Granada) o Montalbán
 (Córdoba) y esperan continuar con este modelo de crecimiento.
Estas cooperativas sin ánimo de lucro no han surgido de manera 
espontánea. Se han fijado en modelos existentes en otros países europeos
 pero sus inicios no han sido nada fáciles. Muchas de ellas han tenido 
que acudir a sistemas de crowdfunding para conseguir el monto 
necesario para tramitar la licencia de comercialización. Compran 
electricidad en el mercado de manera directa y entre sus objetivos está 
hacer del consumo eléctrico un consumo responsable.
Tampoco les ha resultado sencillo crecer, pero su modus operandi es el boca a boca y las charlas, jornadas o reuniones que realizan los socios de manera altruista a lo ancho y largo del país.
Ahora se han organizado bajo el paraguas de Unión Renovables, la
 unión de cooperativas de personas consumidoras y usuarias de energías 
renovables que agrupa a 19 cooperativas de ámbito municipal/regional, 
entre las centenarias (que principalemente se concentran en la Comunidad
 Valenciana) y las recién nacidas, y suman más de 85.000 personas 
socias.
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