Complejidad
y evolución de los sistemas económicos
Por: Yezid Soler B
“¡Oh Dioses!
Obrad también así vosotros. Que el hombre que despreciando vuestras leyes en el
seno de la superflua abundancia, ahíto de alimentos y riquezas, no quiere
atender al desgraciado porque jamás ha conocido la necesidad, sufra
incesantemente el peso de vuestro poderío. Así, en breve, una justa
distribución repararía la desigualdad y cada hombre tendría lo necesario”
(Shakespeare W. (1606). El Rey
Lear: 120)
Clasificación JEL: A12 Relation of Economics to
Other Disciplines. B1 History of Economic Thought
through 1925. B4 Economic
Methodology. B5 Current Heterodox Approaches. E1General Aggregative
Models. H1
Structure and Scope of Government.
J1 Demographic. Economics.
K1 Basic
Areas of Law. N01 Development of the Discipline:
Historiographical. O1Economic Development. P. Economic Systems
------------
Temas
1.0 Sistemas y
teoría de sistemas
2.0 Definición
de sistemas complejos
3.0 Sistema
económico mercantilista
4.0 Sistema
económico fisiocrático
5.0 Sistema
económico clásico
5.1 Smith,
sistema de producción
5.2 Ricardo,
sistema de distribución
5.3 Marx,
sistema de acumulación
6.0 El sistema económico neoclásico
6.1 Menger, satisfacción de necesidades
6.2 Jevons, sistema de placer y dolor
6.3 Walras, sistema mecánico
7.0 Resumen
Presentación
El objetivo de este documento es el
de presentar una descripción y análisis, desde la perspectiva gnoselógica, de
los principales sistemas económicos del siglo XVIII y XIX.
En este ensayo se aborda el concepto de «sistema», en la era antigua y la era moderna, en especial, con el marco teórico de Bertalanffy y Morin. Se presenta la evolución de los diversos paradigmas en torno a la forma como se analizan los sistemas económicos, sus elementos, las articulaciones, las simbiosis, los procesos de equilibrio, desequilibrio, creación y disolución. Con este marco teórico se exponen y analizan las principales características e interacciones de cuatro categorías de sistemas económicos, a saber el mercantilista, el fisiocrático, el sistema clásico y el sistema neoclásico. Se observa que al interior de las ciencias económicas, no existe híper-simplificación, sino que al abordar la complejidad de lo real, se evidencia cooperación y competencia entre diversos paradigmas económicos a lo largo de la historia del siglo XV al siglo XX, que dan cuenta de diversas visiones del mismo mundo cambiante.
En este ensayo se aborda el concepto de «sistema», en la era antigua y la era moderna, en especial, con el marco teórico de Bertalanffy y Morin. Se presenta la evolución de los diversos paradigmas en torno a la forma como se analizan los sistemas económicos, sus elementos, las articulaciones, las simbiosis, los procesos de equilibrio, desequilibrio, creación y disolución. Con este marco teórico se exponen y analizan las principales características e interacciones de cuatro categorías de sistemas económicos, a saber el mercantilista, el fisiocrático, el sistema clásico y el sistema neoclásico. Se observa que al interior de las ciencias económicas, no existe híper-simplificación, sino que al abordar la complejidad de lo real, se evidencia cooperación y competencia entre diversos paradigmas económicos a lo largo de la historia del siglo XV al siglo XX, que dan cuenta de diversas visiones del mismo mundo cambiante.
1.0 Sistemas y teoría
de sistemas
El concepto de «sistema»
se usa desde de épocas muy antiguas. Según el diccionario de la
Real Academia Española (RAE) el término «sistema»
proviene del latín “systēma”, que a su vez deviene del griego “σύστημα”
que significa “reunión de cosas en forma organizada”. Para iniciar este
ensayo se considera la segunda acepción de la RAE así: “Conjunto de cosas
que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto”.
El matemático y filósofo alemán
Leibniz (1666) definió el sistema como “totalidad de elementos”. Para
Condillac (1754) el sistema es “lo que permite al espíritu humano entender
la secuencia de los fenómenos". Con respecto a la historia de la
teoría de sistemas, Bertalanffy (1976) escribió lo siguiente:
“Como pasa con toda nueva idea, en
la ciencia o donde sea, el concepto de sistemas tiene una larga historia. Si
bien el término «sistema» como tal no mereció hincapié, la historia del
concepto incluye muchos nombres ilustres. Como «filosofía natural» podemos
remontarlo a Leibniz; a Nicolás de Cusa con su coincidencia de los opuestos; a
la medicina mística de Paracelso; a la visión de la historia, de Vico e Ibn-Kaldun,
como sucesión de entidades o «Sistemas» culturales; a la dialéctica de Marx y
Hegel –por mencionar unos cuantos nombres de una rica panoplia de pensadores.
El conocedor literario podrá recordar De ludo globi (1463; cf. Bertalanffy,
1928b) de Nicolás de Cusa, y el Glasperlenspiel de Hermann Hesse: ambos ven el
andar del mundo reflejado en un mundo abstracto... Kohler (1927) planteó el
postulado de una teoría de sistemas encaminada a elaborar las propiedades más
generales de los sistemas inorgánicos. La obra clásica de Lotka (1925) fue la
que más cerca llegó al objetivo y le debemos formulaciones fundamentales" (1976: 9-10)
El concepto de sistemas adquirió un
estatus en la ciencia con la «Teoría General de Sistemas» de Bertalanffy
(1976, que surgió de la confluencia de varios avances científicos, en
particular la cibernética, la teoría de la información, la teoría de juegos, la
teoría de la decisión, la topología y el análisis factorial, que dieron origen
al nuevo paradigma: “La Teoría General de los Sistemas (TGS) en el sentido
más estricto (G.S.T. en inglés), que procura derivar, partiendo de una
definición general de «sistema» como complejo de componentes interactuantes,
conceptos característicos· de totalidades organizadas, tales como interacción,
suma, mecanización, centralización, competencia, finalidad, etc., y aplicarlos
entonces a fenómenos concretos” (1976: 94) [1]
La TGS surgió como un paradigma
alternativo y complementario, que trata de establecer un sistema de leyes
explicativo y predictivo en las ciencias biológicas y sociales. Lo
anterior debido a problemas fundamentales que la ciencia clásica descuidó en
los campos biológico y social. Aunque la TGS surgió desde la biología no
pretende subordinar las demás ciencias, sino superar las barreras entre las
ciencias mismas, mediante construcciones teóricas interdisciplinarias que
superen los compartimentos existentes entre las ciencias, para generar nuevos
modelos conceptuales.
Al respecto, Bertalanffy aborda tres
temas principales no separables pero distinguibles. El primero, la ciencia
de los sistemas, la exploración y explicación científica de los sistemas en
varias ciencias, el segundo la tecnología de los sistemas que comprenden
el hardware, el software y la automatización auto regulada, el tercero la filosofía
de los sistemas, la reorientación del pensamiento y la visión del mundo con la
emergencia del nuevo paradigma de la teoría de sistemas. (Ibíd.: xiv)
Con esta teoría, el autor genera un
proceso disruptivo al impulsar una concepción orgánica frente a la tendencia
mecanicista imperante. Debe anotarse que transcurridos tres quinquenios
del siglo XXI, aún no se dimensiona los aportes que Bertalanffy y otros autores
organicistas han realizado a la ciencia, la tecnología y el desarrollo.
Aún hay amplios sectores de la comunidad científica que se resisten a abandonar
los antiguos paradigmas, lo que les impide o dificulta visualizar nuevas formas
de futuros.
Las funciones principales de la
teoría de Bertalanffy son: “1) investigar el isomorfismo de
conceptos, leyes y modelos en varios campos, y fomentar provechosas
transferencias de un campo a otro; 2) estimular el desarrollo de modelos
teóricos adecuados en los campos que carecen de ellos; 3) minimizar la
repetición de esfuerzo teórico en diferentes campos; 4) promover la unidad
de la ciencia mejorando la comunicación entre especialistas” (Ibíd.: 14)
Se plantea de esta forma, una nueva
dimensión del pensamiento, al complementar el razonamiento inductivo (de lo
particular a lo general), y el razonamiento deductivo (de lo general a lo
particular), con un razonamiento analógico (de lo particular a lo particular) y
un razonamiento transductivo (de lo general a lo general). Esta última forma de
raciocinio se aplica entre los sistemas de las ciencias para encontrar
estructuras similares o isomorfismos generales, excluidos antes por la ciencia
mecanicista fragmentadora.
Adicionalmente, la comprensión de
los sistemas posibilita entrar y comparar universos del conocimiento más
amplios que los que permiten la franja media en la cual se mueven y operan los
seres humanos. “Las formas populares de la intuición y las categorías, tales
como espacio, tiempo, materia y causalidad, funcionan harto bien en el mundo de
las «dimensiones medianas» al cual está biológicamente adaptado el
animal humano. Aquí la mecánica newtoniana y la física clásica, basadas en
estas categorías visualizables, son perfectamente satisfactorias. Se vienen
abajo, en cambio, al entrar en universos a los que el organismo humano no está
adaptado. Tal es el caso, por un lado, en las dimensiones atómicas; por
el otro, en las cósmicas” (Ibíd.: 254)
Así, la teoría de sistemas, permite
comparar y analizar el microcosmos, el meso cosmos y el macrocosmos, con
modelos, principios y leyes que se aplican a sistemas generalizados,
independientemente de su particular género, elementos y fuerzas participantes
en diferentes campos.
2.0 Definición de
sistemas complejos
Edgar Morin, recapitula la
definición sobre sistema de varios autores: En Leibniz (1666) es “un
conjunto de partes”, en Maturana (1972) es “todo conjunto de componentes
definible”, en Ackoff (1960) “es la unidad resultante de las partes en
mutua interacción”, en Rapoport (1969) “es un todo que funciona como
todo en virtud de los elementos que lo constituyen” (1991, p
124). Morin se identifica con Bertalanffy al concebir un archipiélago de
sistemas en un océano del desorden, estableciendo el carácter poli
sistémico del mundo. Sin embargo sugiere reflexionar sobre el concepto de
sistema en los siguientes términos: “Sobre la marcha, hemos dado una
definición al vuelo de sistema: una interrelación de elementos que constituyen
una entidad o unidad global. Tal definición comporta dos caracteres
principales, el primero es la interrelación de elementos, el segundo es la
unidad global… El sistema es una totalidad organizada, hecha de
elementos solidarios que no pueden ser definidos más que los unos con relación
a los otros en función de su lugar en esta totalidad” (Ibíd.: 123).
Morin diferencia el concepto de
sistema, del concepto de organización planteando que esta última es “la
disposición de relaciones entre componentes o individuos que produce una unidad
compleja o sistema, dotado de cualidades desconocidas en el nivel de los
componentes o individuos” Y retoma a Atlan (1974) quien sostiene que “La
organización es un complejo de variedad y orden repetitivo, puede ser incluso
ser considerada como un compromiso, o una conjugación, entre el máximo de
variedad y el máximo de redundancia” (Ibíd.: 126, 128).
La organización transforma, produce,
reúne, mantiene un sistema, y diferentes formas de organización son posibles en
un mismo sistema. De otra parte, “El sistema es, pues, concebido aquí como
el concepto complejo de base que concierne a la organización… el sistema es el
concepto complejo de base, porque no es reductible a unidades elementales,
conceptos simples, leyes generales. El sistema es la unidad de complejidad.
Es el concepto de base, porque puede desarrollarse en sistemas de sistemas de
sistemas, donde aparecen las máquinas naturales y los seres vivos… vamos a
utilizar universalmente nuestra concepción del sistema, no como palabra maestra
de la totalidad, sino en la raíz de la complejidad” (Ibíd.: 177).
En la teoría
de la complejidad sobre los sistemas hay tres conceptos unidos pero
diferenciados: “Aunque inseparables, estos tres términos son relativamente
distinguibles, La idea de interrelación remite a los tipos y formas de
unión entre los elementos o individuos, entre estos elementos/individuos y el
Todo. La idea de sistema remite a la unidad compleja del todo
interrelacionado, a sus caracteres y propiedades fenoménicas. La idea de organización
remite a la disposición de las partes dentro, en y por un Todo” (Ibíd.:
127). Por Ej. En los isómeros, los mismos elementos están dispuestos de forma
diferente. Hay una variedad de átomos con tres tipos de partículas.
Diversidad de las especies depende de variaciones de cuatro elementos del
código ADN. En economía, el sistema capitalista presenta diversas formas
de organización: Intervencionista, librecambista, mixta, etc.
Figura 1
Fuente:
Morin, 1992: 126
El pensamiento Morinista presenta
tres características del proceso de organización: la auto-organización, la
eco-organización y la re-organización. La Auto-Organización es la capacidad
recursiva de un sistema a continuar en el tiempo, produciendo sus propios
principios de estructuración y funcionamiento. La Eco-Organización, en cambio,
plantea la dependencia de un sistema para alimentarse y regenerarse de
los insumos de su entorno. Y la Re-Organización, es el proceso de regeneración
a partir del cual el sistema logra mantenerse en el tiempo modificándose. (Morin, 2001: 35-58, 137-163) [2]
Gordon Childe (1996) presenta una interacción de los diversos procesos de
organización de los sistemas económicos en las llanuras de aluvión y los
terrenos de las riveras del oriente medio, hacia el año 3000 a. c., en los
siguientes términos:
“La necesidad de realizar grandes obras públicas para drenar y regar la
tierra y. proteger los poblados, hizo que la organización social tendiera a
consolidarse y el sistema económico a centralizarse. Al mismo tiempo, los
habitantes de Egipto, Sumer y la cuenca del Indo, se vieron obligados a
organizar algún sistema regular de comercio o de trueque, para asegurarse el
abastecimiento de materias primas esenciales. La fertilidad de las tierras dio
a sus habitantes los medios de satisfacer su necesidad de importaciones. Pero,
tuvieron que sacrificar su autosuficiencia económica y crear una estructura
económica completamente nueva. El excedente de productos domésticos no sólo
debió ser suficiente para intercambiarlo por materiales exóticos; también debió
servir para sostener un cuerpo de comerciantes y de trabajadores de los
transportes, encargados de obtenerlos, y un cuerpo de artesanos especializados
para trabajar las preciosas importaciones con mejor provecho. Pronto se
hicieron necesarios los soldados para proteger por la fuerza los convoyes
y la retaguardia de los comerciantes, los escribas para llevar registro de las
transacciones cada vez más numerosas y complicadas y los funcionarios del
Estado para conciliar los intereses en conflicto” (1996:
174-175).
En la teoría de sistemas, el todo no es solo la suma de las
partes. La molécula
no es solo la suma de los átomos. El órgano no es solo la suma de las
células. El cuerpo no es solo la suma de órganos. El todo sicológico no
es la suma de sensaciones elementales. Por el contrario, El todo es algo más que la suma de las partes:
“Es
necesario estudiar no sólo partes y procesos aislados, sino también resolver
los problemas decisivos hallados en la organización y el orden que los
unifican, resultantes de la interacción dinámica de partes y que hacen el
diferente el comportamiento de éstas cuando se estudian aisladas o dentro del
todo… En las ciencias sociales el concepto de sociedad como suma de individuos
a modo de átomos sociales -el modelo del hombre económico-fue sustituido por la
inclinación a considerar la sociedad; la economía, la nación, cómo un todo
superordinado a sus partes. Esto trae consigo los grandes problemas de la
economía planeada o la deificación de la nación y el Estado, pero también
refleja nuevos modos de pensar.” (Bertalanffy, 1976: 31)
Para Morin
(1992), el todo es más que la suma de las partes y la descripción de un sistema
es cualitativa y compleja, el sistema toma forma a medida que sus elementos se
transforman. El sistema constituye una realidad topológica, estructural y
cualitativamente distinta en el espacio y el tiempo, cuyo principio sistémico
clave es la unión entre formación y transformación. La idea de emergencia
es inseparable de la morfogénesis sistémica, es decir la creación de una nueva
forma que constituye un todo. Todo lo que forma se transforma.
(1992:139).
Figura 2
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIJHrHr018yurtq5kBG4Mbfh6IFcPuzxugNSAgcauymKoBm92gF9lTqqgyGRo72alplQpMCUv_kSAlWmLC9rW4SFNRu5pk_bH6KWZqdBMsqR3A4drUsW8J23GoC3OqvMT-km4Xu31swKC5/s1600/El+todo+es+mas+y+menos.jpg
(Morin,
1992: 138)
Y también el
todo es menos que la suma de las partes. Esto debido a constreñimientos
en la producción de posibilidades. Hay sistemas que no pueden adoptar sus
componentes todos los estados posibles. Y también a que toda organización
comporta grados de subordinación diversos a nivel de los constituyentes. Se
inhiben sus cualidades o propiedades. Por ejemplo, en las sociedades
se imponen coerciones y represiones en todas las actividades, sexuales,
intelectuales, lo cual puede generar condiciones de subdesarrollo. (Ibíd.:
135).
Así los
sistemas no solo se diferencian por los constituyentes o su clase de
organización, sino también por el tipo de producción de emergencias y
constreñimientos. Los sistemas tienen ganancias por emergencias, y pérdidas por
constreñimientos. Continuamente los sistemas se enriquecen y/o se empobrecen.
El pensamiento Morinista instituyó
varias tipologías y articulación entre sistemas:
“Han sido
establecidas distinciones que permiten categorizar los sistemas:
-
Sistema, para
todo sistema que manifiesta autonomía y emergencia con relación a lo que le es
exterior;
-
Subsistema,
para todo sistema que manifiesta subordinación con respecto a un sistema en el
cual está integrado como parte;
-
Supra
sistema, para todo sistema que controla otros sistemas, pero sin integrarlos en
él;
-
Ecosistema,
para el conjunto sistémico cuyas interrelaciones e interacciones constituyen el
entorno del sistema que está englobado en él;
-
Metasistema,
para el sistema resultante de las interrelaciones mutuamente transformadas y
englobantes de dos sistemas independientes” (1992: 166)
Para François (1985: 39; 2004:589)
los sistemas presentan diversas formas de interacción en su desarrollo en el
tiempo:
“Se podría decir que la evolución de
un sistema físico real consiste en cinco etapas, cada una de las cuales
responde a una cierta ley de formación:
• Autogénesis (nacimiento):
aparición de un nuevo sistema a partir de la asociación de elementos
inicialmente independientes entre sí.
• Morfogénesis (crecimiento):
desarrollo del sistema por diferenciación interna y/o absorción y asimilación
de elementos externos.
• Morfostasis (maduración):
estabilización estructural del sistema, con fluctuaciones dentro de ciertos
límites.
• Esclerosis (decaimiento):
progresiva reducción de la capacidad de fluctuación y regulación del sistema.
• Disolución (muerte): pérdida
terminal de coherencia e identidad y dispersión de los elementos constitutivos” (Citado por Moriello: 2)
En el caso de los sistemas
económicos, la autogénesis se presenta con la articulación de diversos
elementos que no presentan formas puras y se van formando lentamente en el
tiempo. La morfogénesis se da con avances y retrocesos, de acuerdo a diversas
fuerzas internas y externas de diverso tipo. La morfostasis, está sujeta a las
fluctuaciones de los ciclos económicos, caracterizados por fases de auge,
bonanza, recesión y crisis. La esclerosis se presenta con la acumulación
de crisis de diversas clases, económica, política, social y ambiental. Y
la disolución no se da instantáneamente, como la de un organismo vivo, sino
gradualmente fusionándose algunos elementos antiguos con el nuevo sistema.
Figura 3
Fuente:
Moriello, 2005: 3
Con base en los elementos del marco
teórico expuesto, a continuación se presenta la estructura y dinámica de cuatro
categorías de sistemas económicos.
3.0 Sistema
económico mercantilista
El sistema económico mercantilista
surgió en un escenario caracterizado por la acentuación del enfriamiento de
Europa, conocido como la «pequeña edad del hielo» entre los años 1550 y1720.
(National, 2009). Este cambio climático devastó las cosechas de
alimentos, empeoró la nutrición de la población, incrementó el hambre, las
epidemias, los disturbios sociales, la migración de la población y consecuentemente
las guerras por los territorios. [3]
Aunque el término «sistema»
se conoce en occidente desde la cultura griega, una primera labor arqueológica
en la búsqueda del concepto denominado «sistema» en
economía, señala la existencia de un conjunto de teorías y prácticas
diversas en Europa del siglo XVI al siglo XVIII, que fueron denominadas por el
filósofo y economista clásico Adam Smith (1776) «sistemas de economía
política».
Este conjunto de experiencias y
teorías fueron analizados por Smith con la designación de «sistema
mercantilista» en los siguientes términos: “Se establecieron dos principios,
que la riqueza consistía en oro y plata, y que esos metales podrían ser
llevados a un país que no tenía minas por la balanza comercial, mediante la
exportación a un valor mayor de lo que se importaba. Necesariamente se
convirtió en gran objeto de la economía política disminuir lo más posible la
importación de productos extranjeros para el consumo doméstico, y aumentar lo
máximo posible la exportación de los productos de la industria nacional.”
(1776: 242) El sistema mercantilista buscaba tener un saldo a favor
de la nación representado en el oro y la plata. [4]
En este sistema económico, el
comercio exterior operaba como un juego de suma cero, siguiendo el postulado
escolástico según el cual «no hay nada que alguien gane que otro no pierda».
“Los mercantilistas consideraron que, en lo que a tráfico se refiere,
las pérdidas sufridas por un país implicaban ganancias para otro; es decir, una
nación solamente podía incrementar su comercio a expensas de otra”
(Huberman, 1995: 157)
La política
que de aquí emergió, consistió en la reducción de las importaciones de
mercancías extranjeras y el aumento de las exportaciones para enriquecer un
país. Y las herramientas para el efecto consistieron en imponer aranceles en la
entrada de mercancías extranjeras que el país podía producir y restricciones
sobre la importación de productos que fueran perjudiciales a la balanza del
comercio. De otro lado, las exportaciones se favorecieron descontando
impuestos, asignando subsidios, firmando tratados ventajosos de comercio o
conquistando colonias en otros continentes. La rebaja de impuestos
se aplicaba si las manufacturas de un país se hallaban gravadas con algún
impuesto y también cuando las materias primas extranjeras, sujetas a
algún impuesto, se introducían en el país para volver a salir por la exportación.
Se concedieron subsidios para fomentar las fábricas o industrias
favorecidas por la protección. Con estos medios principales el
sistema mercantil en la práctica aumentó en un país el oro y la plata, haciendo
inclinar a su favor la balanza del comercio exterior.
El factor clave del sistema
mercantilista fue la intervención del Estado en la economía, que en medio de
las guerras y conflictos,[5] se consumó
mediante la re-organización y articulación de las regiones y ciudades, la
regulación de la moneda, el control de los recursos naturales, la protección de
la producción nacional de la competencia extranjera, los subsidios a las
empresas privadas y la creación de monopolios privilegiados. Se impulsaron
manufacturas Reales que fabricaban productos estratégicos como las armas
o bienes de lujo como los gobelinos, tapices, lienzos, cristales,
porcelanas. Para impulsar la industria nacional, “a los artesanos de otros
países se les atrajo con tentadores privilegios tales como exención de
impuestos, vivienda gratuita, la garantía de un monopolio por determinado
tiempo para la elaboración de su producto y préstamos de capital para la
inversión en equipos… No solamente se hicieron concesiones de monopolios a los
inventores e innovadores, sino que, en algunos países se llegó a instituir
premios como carnada para quienes desearan aplicar su ingenio al desafío de
fomentar la industria nacional por medio de la invención de métodos nuevos y
mejores” (Huberman, Ibíd.: 148,150). Mediante esta reorganización, el
sistema emergente obtuvo ganancias logrando que el todo fuera superior a la
suma de las partes.
El sistema mercantilista presentó
varias formas de organización: En España, el «bullionismo» procuró
únicamente la acumulación de metales preciosos; en Francia el mercantilismo
«Colbertista» impulsó la industrialización interna y la tecnificación de la
educación; y en Gran Bretaña el mercantilismo propagó el comercio exterior
prohibiendo la exportación de materias primas, estimulando la industrialización
y la búsqueda de nuevos territorios en ultramar.
De esta manera, varias regiones de
Europa, por isomorfismo, fortalecieron la producción, unificaron los
mercados internos, y consolidaron por primera vez los Estados-nación a
partir de los tratados de paz de Westfalia en 1648. Así mismo, en su interior,
grupos de empresarios conformaron compañías [6] que
impulsaron el mercantilismo, identificando sus intereses con los de la
nación, obteniendo privilegios particulares con la creación de monopolios y la
concesión de patentes para conquistar territorios y apoderarse de las materias
primas agrícolas y mineras en todo el planeta. Esta política significó la
eco-organización de estos sistemas que entraron en competencia por la
consecución de alimentos e insumos en la ocupación de colonias en otros
continentes. Las ganancias extraordinarias obtenidas en esta expansión
provocaron la emergencia de nuevas formas de supra-sistemas con la
transformación en sistemas imperiales. Con estas nuevas formas de organización
también emergieron nuevos conflictos, piratería y guerras comerciales, directas
o encubiertas, por la repartición de las riquezas, ya no al interior de los
países sino de diversas regiones del planeta.
Por contrapartida, el sistema
mercantilista provocó grandes pérdidas por restricciones en otros sistemas
económicos del mundo. Según Galeano (1971), “la economía colonial, más
abastecedora que consumidora, se estructuró en función de las necesidades del
mercado europeo y a su servicio. El valor de las exportaciones
latinoamericanas de metales preciosos fue durante prolongados periodos del
siglo XVI cuatro veces mayor que el valor de las importaciones, compuestas
sobre todo por esclavos, sal, vino, aceite, armas, paños y artículos de
lujo. Los recursos fluían para que los acumularan las naciones europeas
emergentes” (1971: 44)
Considerado como una totalidad, el
sistema mercantilista generó ganancias por emergencias en Europa y pérdidas por
constreñimientos en los países colonizados. Estos detrimentos se dieron en el
medio ambiente, en vidas humanas y cantidades enormes de materias primas que
fueron trasladadas de los sistemas económicos periféricos hacia los sistemas
mercantiles centrales. “A medida que se extendía la economía monetaria, el
intercambio desigual iba abarcando cada vez más capas sociales y más regiones
del planeta. Ernest Mandel ha sumado el valor del oro y la plata
arrancados de América hasta 1660, el botín extraído en Indonesia por la
Compañía de Indias Orientales desde 1650 hasta 1780, las ganancias del capital
francés en la trata de esclavos durante el siglo XVIII, las entradas obtenidas
por el trabajo esclavo en las Antillas Británicas y el saqueo inglés en la
India durante medio siglo: El resultado supera el valor de todo el capital
invertido en todas las industrias Europeas hacia 1880” (Ibíd.: 42)
Con el paso del tiempo, los sistemas
mercantilistas presentaron diversas formas de evolución, de acuerdo a la
correlación de fuerzas internas y externas: La organización económica española
se fue deteriorando, con la compra de mercancías externas a cambio del oro, en
tanto que la organización productiva de los sistemas mercantilistas en Francia
y sobre todo en Inglaterra se expandió, hasta la crisis general de 1715.
4.0 Sistema
económico fisiocrático
En el escenario del máximo
enfriamiento durante la pequeña edad del hielo, en Europa las dificultades para
la obtención de alimentos y materias primas por las malas cosechas generaron
una nueva conceptualización: El segundo sistema de economía política analizado
por Adam Smith, fue el «sistema agrícola» conocido como fisiocracia (De “physis”
naturaleza y “kratos” gobierno). El principio básico de esta
forma de organización es considerar que la riqueza de una nación proviene de la
agricultura:
“La tierra es la fuente o materia de
donde se extrae la riqueza, y el trabajo del hombre es la forma de producirla.
En sí misma, la riqueza no es otra cosa que los alimentos, las comodidades y
las cosas superfluas que hacen agradables la vida. La tierra produce
hierbas, raíces, granos, lino, algodón, cáñamo, arbustos y maderas variadas
especies, con frutos, cortezas y hojas de diversas clases, como las de las
moreras, con las cuales se crían los gusanos de seda; también ofrece minas y
minerales. El trabajo del hombre da a todo ello forma de riqueza. Los ríos y
los mares nos procuran peces que sirven de alimento al hombre, y otras muchas
cosas para su satisfacción y regalo. Pero estos mares y ríos pertenecen a las
tierras adyacentes, o son comunes a todos, y el trabajo del hombre obtiene de
ellos el pescado y otras ventajas” (Cantillón, 1730: 1)
Así, para los fisiócratas, la
riqueza no proviene del comercio internacional, ni de la industria, como lo
postulaban los mercantilistas, a quienes cuestionaron por la imposición de
monopolios y privilegios y por las prácticas de malos manejos y la corrupción. [7] Las diferentes
guerras en Europa y conquistas de nuevos territorios exigieron la imposición de
cargas altas de impuestos a la sociedad para financiarlas, lo cual benefició
principalmente a los grupos particulares que se hicieron al control de las
compañías o de las principales instancias del Estado. Con los diferentes
cambios políticos ascendieron al poder nuevos sectores y en particular en
Francia emerge el paradigma fisiocrático.
El principal exponente de este
sistema agrícola fue el médico y economista François Quesnay (1758), que en el
“tableu economique”, presentó el proceso económico de una nación
caracterizada por la existencia de tres clases sociales: la clase productiva
que genera la riqueza agrícola de un país, la clase terrateniente o dueños de
la tierra y la clase estéril conformada por las personas ocupadas
en trabajos diferentes a la agricultura (comerciantes, artesanos,
industriales).
Las interrelaciones de este proceso
son las siguientes: La clase productiva entrega un anticipo anual a los
titulares de la tierra. La clase productiva vende su producción de alimentos a
los propietarios de la tierra y la materia prima a la clase estéril. Los
terratenientes realizan compras a la clase productiva y a la clase
estéril. A su vez la clase productiva compra bienes a la clase
estéril. De este modo los ingresos que recibe la clase productiva por ventas,
los emplea para reponer el anticipo, pagar la renta a los terratenientes y
efectuar las compras a la clase estéril. (1776: s. p).
A continuación se presenta el
sistema de flujos económicos entre las clases sociales:
Figura 4
A mediados del siglo XVIII, en el
periodo de la ilustración en Francia, se promovió la agronomía, la agricultura
y la libre exportación de materias primas del campo. En este último aspecto, el
lema principal de la fisiocracia, popularizado por Vincent de Gournay, fue «laissez
faire, laissez passer» (dejar hacer, dejar pasar). En la política fiscal
aplicaron reformas para la reducción del gasto y la disminución de los
impuestos.
5.0 Sistemas económicos
clásicos
A
continuación, con fundamento en el pensamiento complejo, se presentan varias
formas de sistemas económicos clásicos que surgieron en el siglo XIX, dentro de
los cuales los más significativos fueron el expuesto por Adam, Smith, David
Ricardo, los analizados por Carlos Marx y por Carl Menger, William Jevons y
Leon Walras.
5.1 Adam Smith, un
sistema para producir riqueza
Adam Smith expuso un sistema de
economía clásica, diferente a sus predecesores, que se fundamentó en el
principio, planteado inicialmente por Petty (1690), el cual sostiene que el
trabajo es el factor creador de la riqueza de una nación. A partir de la
especialización de tareas, en particular en la industria, hay una
reorganización de donde emerge un nuevo proceso de división del trabajo que
reduce los costos, incrementa la productividad y aumenta ingreso general en un
sistema económico. “Con la gran multiplicación de las producciones de todas
las diferentes ramas, como consecuencia de la división del trabajo, en una
sociedad bien gobernada, la opulencia universal se extiende a los rangos más
bajos de la población. Cada trabajador tiene una gran cantidad de su propio
trabajo para disponer más allá de lo que él mismo tiene y… se difunde a través
de todos los diferentes rangos de la sociedad.” (1776: 11)
En la medida en que en el sistema
económico se genera un valor agregado, en el que todo es más que la suma
de las partes, se produce un intercambio del ingreso entre las diversas clases
sociales: Los trabajadores reciben salarios, los propietarios del stock de
capital las ganancias y los dueños de la tierra recogen la renta.
Desde esta perspectiva, el proceso de creación y acumulación
de riqueza debe estar libre de todo obstáculo y Smith consideró la “libre
competencia” como el medio más idóneo para el funcionamiento del sistema
económico, en el cual las contradicciones emergentes por las leyes del mercado
serían autoajustadas por "la mano invisible" del sistema, de
manera que el límite solo sea el tamaño del mercado. (Ibid.:246)
Todo aumento de la complejidad se
traduce en un incremento de variedad al interior de un sistema: El autor,
además de presentar la articulación de los precios, producción y
distribución, moneda y banca, finanzas públicas, comercio internacional, y
crecimiento económico, también despliega una concepción de meta-sistemas al
articular el sistema económico con otros temas tales como la historia de las
naciones, la demografía, la política educativa, las ciencias militares, la
agricultura, y los asuntos coloniales. Desde esta perspectiva integral
Smith observa con claridad que el todo afecta las partes y cada una de
las partes afecta el todo:
“¿La mejora en las circunstancias de
las personas de rangos inferiores debe ser considerada como una ventaja o como
un inconveniente para la sociedad? La respuesta parece ser a primera vista
perfectamente clara. Los sirvientes, obreros y trabajadores de diferentes
tipos, constituyen la mayor parte de la gran sociedad política. Lo que
mejora las circunstancias de la mayor parte, nunca puede ser considerado como
una inconveniencia para el conjunto. Ninguna sociedad puede ser floreciente y
feliz, si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables” (1776: 51)
El surgimiento y mantenimiento del
sistema económico clásico comportó un antagonismo sistémico, con la emergencia
de fuerzas de repulsión y de atracción. De una parte expulsión de
pequeños propietarios del campo hacia las ciudades, lo cuales perdieron la
tierra y sus medios de trabajo y sustento diario. Y de otra, fuerzas de
atracción en las ciudades representadas por las industrias nacientes que
contrataban la mano de obra que llegaba del campo y no tenían más que su
trabajo para cambiarlo por un salario. Así, este sistema, al igual todo sistema
presenta una cara diurna emergida, que es asociativa, organizacional,
funcional, de división del trabajo, acumulación, empleo, mercado,
ingresos y una cara de sombra, inmersa, que es el negativo de
aquella, la expulsión de población del campo, el despojo de sus tierras y sus
pertenencias y el desplazamiento a la ciudades en condiciones alta pobreza y
vulnerabilidad.
Otro elemento de reorganización que
presenta Smith en el sistema económico clásico es el incremento de la entropía
representada en la emergencia de una estructura comercial monopólica:
“La industria de Gran Bretaña, en
lugar de haberse acomodado a un gran número de pequeños mercados, se ha
adecuado principalmente a un gran mercado. Su comercio, en lugar de
circular en un gran número de pequeños canales, se ha realizado principalmente
por un gran canal. Pero de esta manera, todo el sistema de la industria y
el comercio se ha hecho menos seguro, todo el estado de su cuerpo político
menos saludables de lo que debería haber sido. En su estado actual, Gran Bretaña
se asemeja a uno de esos organismos perjudiciales en el que algunas de
las partes vitales crecen exageradamente, y a la postre provocan muchas
enfermedades dañinas y trastornos peligrosos en aquellos partes que están mejor
proporcionadas” (1776: 331)
En este tema, hay una coincidencia
entre Smith y Bertalanffy (1976) quien postula lo siguiente: “La importante
ley del oligopolio afirma que, si hay organizaciones en competencia, la
inestabilidad de sus relaciones, y con ello el peligro de fricción y conflictos,
aumenta al disminuir el número de dichas organizaciones. Mientras sean
relativamente pequeñas y numerosas, salen adelante en una especie de
coexistencia, pero si quedan unas cuantas, o un par, como pasa con los
colosales bloques políticos de hoy, los conflictos se hacen devastadores hasta
el punto de la mutua destrucción” (1976: 48)
En los temas relacionados con las
políticas públicas y la economía, Smith a diferencia del paradigma
mercantilista, es partidario de un sistema con una mayor competencia y libertad
entre las empresas, con baja intervención del soberano en representación del
Estado:
“De acuerdo con el sistema de
libertad natural, el soberano sólo tiene tres deberes que atender; tres
funciones de gran importancia, en efecto, pero claros y comprensibles para un
entendimiento común: en primer lugar, el deber de proteger a la sociedad frente
a la violencia y la invasión de otras sociedades independientes; en segundo
lugar, el deber de proteger, en lo que posible, cada miembro de la sociedad de
la injusticia o la opresión de todos los demás miembros de la misma, o la
obligación de establecer una administración adecuada de la justicia; y, en
tercer lugar, el deber de erigir y mantener ciertas obras públicas y ciertas
instituciones públicas, que nunca puede ser del interés de cualquier persona, o
un pequeño número de individuos, aunque con frecuencia si pueden retribuir
mucho a toda la sociedad” (Op. cit: 379)
El sistema económico clásico
planteado por Smith, representa un sistema con una reducida intervención del
Estado y múltiples formas de organización y libre circulación de materiales y
energía entre las mismas. De igual forma, abierto al medio internacional,
con bajas restricciones a las entradas y salidas, para atenuar los estancamientos
y estimular la riqueza de las naciones.
5.2 Ricardo, sistema de distribución
En el
sistema económico clásico se interrelaciona la población, la tierra y el
capital a partir del valor trabajo. En este escenario, David Ricardo se
identifica con el principio según el cual el valor de las mercancías está
determinado por la cantidad de tiempo de trabajo empleadas en su
producción. Basado en Adam Smith, se expresa en los siguientes términos: "
todo lo que realmente vale para el hombre que quiere adquirir algo, es el
trabajo y los problemas de conseguirlo… el Trabajo es el primer precio
original, del precio de compra que se paga por todas las cosas… El valor de una
mercancía, o la cantidad de cualquier otro producto para el que se va a
intercambiar, depende de la cantidad relativa de trabajo que es necesario para
su producción” (Ricardo, 1817: 11-13)
Así, con la
inyección de la energía del trabajo en el sistema económico, se agrega
valor y se logra que el todo sea superior a la suma de las partes. A partir de
este principio, en el sistema se realiza la distribución del excedente en tres
clases sociales: salarios para los trabajadores, ganancias para los dueños de
capital y rentas para los dueños de la tierra.
El monto del
salario natural está determinado por el costo de la canasta de productos
necesarios para la manutención del hogar del trabajador. Si ocurre
una reducción de los salarios disminuye la población, pero si hay una tendencia
ascendente de los salarios aumenta la población y se amplía la frontera de
nuevas tierras para la manutención de la población adicional. Con
base en lo anterior, Ricardo postula una política de reducción de
subsidios a los pobres: “Es una verdad que no admite duda, de que la
comodidad y el bienestar de los pobres no se pueden asegurar de forma
permanente sino hay algún esfuerzo por parte del legislador, para regular el
aumento de su número, y para hacer menos frecuente entre ellas el matrimonio
precoz o imprudente. El sistema de leyes de pobres ha obrado directamente
contrario a esto. Esto ha hecho superflua la moderación, y han invitado a la
imprudencia” (Ibíd, 1817:107)
En cuanto a
las utilidades de los dueños del capital, estas son el resultado que queda del
ingreso después de pagar el monto de los salarios y el costo de las materias
primas, los cuales pueden variar por diversas circunstancias
naturales.
Por su parte
los terratenientes que arriendan la tierra, reciben como remuneración la
renta por el uso los poderes originales e indestructibles del
suelo. Esta renta varía de acuerdo a la fertilidad del suelo:
Cuando hay abundancia de tierras no se paga renta por el uso del suelo, pero en
la medida en que escasea el suelo fértil, se pasa a cultivar tierras de segunda
calidad y se paga una renta por el uso de las tierras más fértiles.
De otra parte, en dos terrenos de similar fertilidad, al agregar más capital y
trabajo en el primero se generan rendimientos decrecientes por unidad de
superficie, con lo cual el segundo terrero obtiene una renta adicional. (Ibíd.:
67,70) Ricardo concluye que:
“en todos
los países, y todos ocasiones, las ganancias dependen de la cantidad de trabajo
requerida para proporcionar lo necesario para los trabajadores, en esa tierra o
con ese capital, que los rendimientos sin pago de alquiler. Los efectos de la
acumulación a continuación serán diferentes en diferentes países, y dependerán
principalmente de la fertilidad de la tierra. Sin embargo en un país donde la
tierra es de mala calidad, y donde está prohibida la importación de alimentos,
las acumulaciones moderadas de la capital contarán con la presencia de grandes
reducciones en la tasa de ganancia, y un rápido aumento de la renta; y por el
contrario un país pequeño pero fértil, sobre todo si se permite libremente la
importación de alimentos, puede acumular una gran reserva de capital sin gran
disminución en la tasa de beneficios, o cualquier gran aumento de la renta de
la tierra” (Ibíd.:
127)
En el
intercambio internacional sin barreras, la interrelación de sistemas
económicos, en la división internacional del trabajo de los países, genera
ventajas comparativas en cada una de las naciones:
“Bajo un
sistema de comercio perfectamente libre, cada país dedica naturalmente su
capital y mano de obra para aquellos empleos que sean más beneficiosas para
cada uno. Esta búsqueda de la ventaja individual está conectada admirablemente
con el bien universal de la totalidad. Al estimular la industria, al premiar el
ingenio, y mediante el uso más eficazmente de los poderes otorgados por
la naturaleza, se distribuye el trabajo más eficaz y más económico: mientras
que, por el aumento de la masa general de producciones, se difunde el beneficio
general y une por uno común lazo de interés y las relaciones sexuales, la
sociedad universal de las naciones en todo el mundo civilizado. Este es el
principio que determina que el vino se hace en Francia y Portugal, que el maíz
se cultive en América y Polonia, y que la maquinaria y otras mercancías se
fabriquen en Inglaterra”. (Ibíd: 134)
En la
conexión del todo y las partes Ricardo, considera que cada país se debe
especializar en la fracción de la producción en la que produce con ventajas,
para que así se beneficien todos los países en su conjunto. No está de
acuerdo con el sistema proteccionista mercantilista y promueve una política
económica de libre comercio entre las naciones, para evitar constreñimientos en
los sistemas económicos. En condiciones de monopolio el precio de los
productos no se regula por el valor de producción del trabajo:
“El precio
de monopolio de un período puede ser mucho más bajo o más alto que el precio de
monopolio de otro, porque la demanda entre los compradores depende de sus
riquezas, y sus gustos y caprichos. Esos vinos peculiares, que son producidos
en cantidades muy limitadas, y las obras de arte, que por su excelencia o
rareza, han adquirido un valor imaginario, serán canjeadas por una cantidad muy
diferente del producto del trabajo ordinario, según que la sociedad sea rica o
pobre, ya que posee una abundancia o escasez de tales productos, o pueden estar
en un estado rudimentario o pulido. Por tanto, el valor de cambio de una
mercancía que está a un precio de monopolio, no se regula por el costo de
producción. (Ibíd: 250)
Y en otro
aparte agrega: “El monopolio del comercio de la colonia, al igual que
todos otras medidas y trabas del sistema mercantil, deprime la industria de
todos los demás países, pero sobre todo la de las colonias, sin que, aumenten
en lo más mínimo, por el contrario la disminuyen, a favor del país
que las establece” (Ibíd.: 338)
Según
Ricardo un tratado de comercio exterior puede generar restricciones entre
sistemas, así: “La desventaja del tratado para el país importador sería la
siguiente: sería obligarlo a comprar un producto, de Inglaterra, por ejemplo,
al precio natural de ese producto en Inglaterra, cuando el importador quizá
podría haber comprado al precio natural mucho más bajo de algún otro
país. Se ocasiona así una distribución desventajosa de capital en general,
que recae principalmente en el país obligado por el tratado a comprar en el
mercado menos productivo” (Ibíd.; 342)
Ricardo
tampoco está de acuerdo con la política metalista de atesorar oro, imponiendo
barreras que son eludidas por el contrabando: “Este aumento de la cantidad
de esos metales, sin embargo, no tiene, al parecer, efecto en el aumento que
producto anual; ni ha mejorado las manufacturas y la agricultura del país, ni
reparado las circunstancias de sus habitantes. España y Portugal, los países que
poseen las minas, son, después de Polonia, tal vez, los dos países más pobres
rudimentos en Europa…Aunque el sistema feudal ha sido abolido en España y
Portugal, no ha sido sucedido por una mucho mejor”. (Ibíd.: 378)
A partir
del proteccionismo mercantilista de 1550 a1750 las principales naciones
de Europa adquirieron un gran poderío en su agricultura, la industria y
el comercio exterior. Una vez consolidados los estados nación con ventajas
competitivas absolutas, se promovió una política diferente de libre comercio.
Ricardo expone la nueva situación con las siguientes palabras:
“Los
efectos perjudiciales del sistema mercantil han sido totalmente expuesto por el
Dr. Smith; todo el fin de que el sistema era aumentar el precio de los
productos en el mercado interno, mediante la prohibición de la competencia
extranjera; pero este sistema fue más perjudicial para las clases agrícolas que
para cualquier otra parte de la comunidad. Al forzar el capital en los canales
en los que no fluiría de otro modo, se disminuyó la cantidad total de las
mercancías producidas. El precio, aunque permanentemente más alto, no fue
sostenido por la escasez, sino por la dificultad de su producción; y, por lo
tanto, aunque los vendedores de estos productos, los vendían a un precio mayor,
no los vendieron, después de que se empleó la cantidad necesaria del capital en
la producción de ellos, con un beneficio mayor” (Ibíd: 316)
Es el caso
del sistema económico Español que entró en una fase de esclerosis y luego
disolución del imperio al fundamentarse en el acuñamiento de oro y plata,
descuidando otros subsistemas productivos.
5.3 Marx, sistema económico de acumulación
Carlos Marx
(1859) analizó el sistema clásico capitalista y también los sistemas económicos
precedentes, con base en el método del materialismo histórico, fundamentado en
la dialéctica y la determinación de leyes históricas, mediante el razonamiento
deductivo. Al respecto Morin (1999) afirma que “La idea nuclear, común
a Heráclito, Hegel, Marx es que el antagonismo agazapado u obrando en el
corazón de lo Uno, juega un papel no solamente destructor, sino
constructor. La constructividad de la negatividad” (P 174)
Esta
concepción de contrarios, como el Ying y el Yang del Taoísmo Chino, contenidos
el uno en el otro, se presenta al interior del sistema económico analizado por
este autor, mediante la conjunción de los subsistemas que lo componen: La
propiedad, la producción, el consumo y la distribución. Todas las sociedades de
la historia contienen estos elementos, que se articulan entre sí, pero que
también cambian, dependiendo de múltiples trayectorias de los sistemas
económicos.
La
interacción entre el consumo y la producción, la presenta el autor en los
siguientes términos:
“El consumo es de manera directa también
producción, del mismo modo que en la naturaleza, el consumo de elementos y
sustancias químicas es la producción de la planta. Es evidente que en la
alimentación, por ejemplo, que es una forma particular de consumo, el hombre
produce su propio cuerpo. Pero esto se aplica igualmente a cualquier otro
género de consumo que, de una u otra manera, contribuye en algún aspecto a la
producción del hombre. Así pues, la producción es directamente consumo,
el consumo es directamente producción. Tanto la una como el otro es
directamente su propio contrario” (Marx, 1859: 142)
El consumo tiene un doble carácter,
subjetivo y objetivo: Subjetivo, por cuanto que el trabajador gasta sus fuerzas
vitales en la producción, y objetivo porque “la producción es consumo
de los medios de producción y (materias primas) que se emplean, se desgastan y
se disuelven en parte (como, por ejemplo, en la combustión), volviendo a
convertirse en elementos básicos. El acto de producción es también, por tanto,
en todos sus aspectos, un acto de consumo” (Ibíd)
El consumo
produce la producción cuando deviene en producto real, por ejemplo cuando se
habita una casa o se lleva un vestido. Y el consumo, al desgastar,
crea la necesidad de una nueva producción. La producción proporciona al
consumo su materia, dado que un consumo sin objeto no es consumo. La
producción también le da al consumo un aspecto determinado y proporciona además
una necesidad al material. Toda producción crea un público apto para su
consumo:
“La producción produce el consumo
1) proporcionándole el material, 2) determinando el modo de consumo y 3)
haciendo nacer en el consumidor la necesidad de productos presentados al
principio por ella como objetos. Produce por tanto el objeto del consumo, el
modo de consumo y el instinto de consumo. Análogamente, el consumo engendra la
aptitud del consumidor, inculcándole una necesidad orientada a un fin concreto.
Por consiguiente, la identidad del consumo y la producción aparece bajo un
triple aspecto” (Ibíd: 144)
Con respecto
a la relación del todo y las partes, el autor estudió el método de sus
predecesores que va de lo particular a lo general y se inclinó más por un
método deductivo para efectuar un análisis de lo general a lo particular.
“Los
economistas del siglo XVII, empiezan siempre por un todo vivo, por la
población, la nación, el Estado, varios Estados, etc., pero acaban siempre por
destacar mediante el análisis algunas relaciones generales abstractas
determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc.
Tan pronto como estos factores sueltos fueron más o menos fijados y abstraídos,
aparecieron sistemas económicos que de las nociones más simples -trabajo,
división del trabajo, necesidad, valor de cambio, etc.- ascendieron al Estado,
a los cambios entre naciones y al mercado mundial. Este último método es
evidentemente el método científico correcto. Lo concreto es concreto por ser la
síntesis de muchas definiciones, o sea, la unidad de aspectos múltiples.
Aparece por tanto en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado y
no punto de partida, aunque es el verdadero punto de partida y también, por
consiguiente, el punto de partida de la contemplación y representación” (1859: 150)
A partir de
este marco, analiza, al igual que varios historiadores, las formas más
generales de los sistemas económicos e instituye que las formas de Estado
obedecen a las condiciones materiales de la economía política.
Bertalanffy confirma que el análisis
de sistemas es precedido por una corriente de pensadores que plantean una
visión diferente de la historia tradicional: “Contrariamente a esta opinión
(de historia ideográfica), que es la ortodoxia entre los historiadores, han
aparecido herejes que sostienen lo contrario y de uno u otro modo han tratado
de construir una historia teórica con leyes aplicables al proceso histórico.
Esta corriente arranca del filósofo italiano Vico a principios del siglo (VIII
y continúa en los sistemas filosóficos e investigaciones de Hegel, Marx,
Spcngler, Toynbee, Sorokin, Kroeber y otros. Hay diferencias considerables y
manifiestas entre estos sistemas, pero todos concuerdan en que el proceso
histórico no es completamente accidental sino que sigue regularidades o leyes
que pueden ser determinadas” (1986: 208)
Respecto al método, en la Contribución a la Crítica
de la Economía Política escribió en 1859: “Mi investigación me llevó a la conclusión de que,
tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse
por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino
que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo
conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del
siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la
sociedad civil hay que buscarla en la economía política” (1989: 7 )
Rolando
García (2006), considera que el autor, al tratar las diversas interrelaciones
de la totalidad, intuye la estratificación y la evolución de los sistemas de
manera no lineal:
“Marx, en la
economía política (la evolución de los modos de producción) y Piaget, en
psicología (las "etapas" en el desarrollo psicogenético de los
conceptos empleados por el niño y el adolescente), descubrieron la evolución
discontinua y no-lineal de los respectivos sistemas que estudiaron mucho antes
de las actuales teorías que se originaron hace cincuenta años”. De igual forma, García considera
que “El principio de estratificación y la no-linealidad de los procesos
evolutivos tienen antecedentes históricos (aunque sin esos nombres y sin esa
sistematización) en-disciplinas tan diversas como la Biología; la Economía
Política de Marx, la Teoría Psicoanalítica de Freud y la Epistemología Genética
de Piaget” (2006: 75, 146)
Desde esta
perspectiva del materialismo histórico, el autor en el ensayo sobre “Formaciones
económicas precapitalistas” (1857) analizó cuatro sistemas económicos de
manera holística y compleja.
En primer
lugar hace alusión al sistema económico nómada caracterizado, por una
condición de movilidad de la población en la búsqueda de alimentos mediante la
recolección, la caza o el pastoreo. No existe propiedad privada del suelo
sino apropiación por el uso en los clanes recolectores, cazadores y de
pastores. La tierra no les pertenece, sino que ellos pertenecen a la tierra. La
apropiación se hace colectivamente en una región destinada a estas labores con
el propósito de satisfacer un consumo tribal, con presencia de pocos excedentes
económicos.
“En tribus
pastoras nómades —y todos los pueblos pastores son originariamente nómades— la
tierra, al igual que las otras condiciones naturales, aparece con un carácter
ilimitado elemental, p. ej. En las estepas y altiplanicies asiáticas. Se la
utiliza para pastaje, etc., es consumida por los rebaños, que a su vez son base
de la existencia de los pueblos pastores. Se comportan con la tierra como con
su propiedad, aun cuando nunca fijan esa propiedad. Lo mismo en la tierra
de caza de las tribus indias salvajes de América: la tribu considera a cierta
región como su zona de caza y reafirma esto por la violencia frente a otras
tribus o trata de expulsar a otras tribus de la región que ella misma reclama.
En las tribus pastoras nómades, la comunidad está de hecho siempre reunida,
como grupo en movimiento, caravana, horda, y las formas de súper y
subordinación se desarrollan a partir de las condiciones de este modo de vida” (1971: 88)
En estos
sistemas económicos primitivos las comunidades dependen básicamente de las
condiciones socio ambientales, siendo altamente eco-sistémicos, en su relación
con la naturaleza y el cosmos: “La historia nos enseña, que la propiedad
común (v. gr., entre los indios, los eslavos, los antiguos celtas, etc.) es la
forma primigenia, forma que en el marco de la propiedad comunal desempeña aún
durante mucho tiempo un papel importante” (Op. cit, 1859: 140). Son
unidades económicas elementales que en el marco de la propiedad colectiva
producen en varias ramas de actividad. Y también se articulan con
otros sistemas sociales, lingüísticos, de conocimiento, siendo el pensamiento
salvaje totalizador.
Según Claude
Lévi-Strauss (1962), el pensamiento primitivo utiliza las mismas reglas
estructurantes que el más moderno de los pensamientos científicos. Ya sea en el
totemismo que descansa sobre una homología entre series paralelas (de las
especies naturales y de los grupos sociales) o en los «mitemas» que son
elementos significativos de miles de mitos por medio de todo tipo de
oposiciones. Estas sociedades se van adaptando al medio cambiante
mediante el bricolaje que articula buen número de tareas diversificadas, sin
subordinar ninguna de ellas:
“Lo propio
del pensamiento salvaje es ser intemporal; quiere captar el mundo, a la vez,
como totalidad sincrónica y diacrónica, y el conocimiento que toma se parece al
que ofrecen, de una habitación, espejos fijados a muros opuesto y que se
reflejan el uno al otro (así como los objetos colocados en el espacio que los
separa, pero sin ser rigurosamente paralelos. Una multitud de imágenes se
forman inmediatamente, ninguna de las cuales es exactamente igual a la otra; y
ninguna de las cuales, por consiguiente aporta, nos aporta más que un
conocimiento parcial de la decoración y el mobiliario, pero cuyo conjunto se
caracteriza por propiedades invariables que expresan una verdad" (p 381)[8]
En las
estructuras comunitarias, el sistema económico se encuentra atado a relaciones
que se fundamentan en el parentesco mediante sistemas de organización de
las familias, muy técnico y complejo, que se relacionan con los mitos, tabús,
la naturaleza y el cosmos. En la película “el abrazo de la serpiente” el
chamán Karamakate lo expresa en diversas frases, una de las cuales es la
siguiente: “La selva es frágil, y si se le ataca, ella se venga. Nos deja
marchar, si la respetamos. No hay que comer carne ni pescado, hasta que llueva
de nuevo. Y pedir permiso a los dueños de los animales. No podemos cortar
ningún árbol de raíz. Si encuentras una mujer, no tengas relaciones sexuales
hasta que cambie la luna. ...No puede prohibirles aprender. El conocimiento es
de todos. Pero no entiende, porque es blanco” (2016: s. p.)
Del interior
del sistema comunitario, emergieron los sistemas económicos precolombino y
asiático, mediante un proceso de auto-organización, en donde la condición
fundamental de existencia, al igual que el anterior, es la pertenencia a la
comunidad, y la propiedad del suelo es de toda la entidad comunitaria. La
lengua es un producto de la entidad comunitaria y ella misma es la existencia
de esa comunidad hablante. La colectividad cultiva el suelo para su
subsistencia pero también produce un plusvalor ocasional que se entrega en
forma de tributos a la autoridad suprema. El consumo de productos
es diferenciado de acuerdo a la posición en la estructura jerárquica y se
presenta un intercambio de excedentes con otras comunidades.
“El plus
producto —que además se ve determinado legalmente como consecuencia de la
apropiación efectiva a través del trabajo— pertenece entonces de por sí a esta
unidad suprema. Por lo tanto, en medio del despotismo oriental y de la
carencia de propiedad que parece existir jurídicamente en él, existe de hecho,
como fundamento, esta propiedad comunitaria o tribal, producto sobre todo de
una combinación de manufactura y agricultura dentro de la pequeña comunidad,
que de ese modo se vuelve enteramente self-sustaining (autosuficiente) y contiene en sí
misma todas las condiciones de la reproducción y de la plus producción… Aquí se
da la transición a la prestación personal, etc., o, por el otro lado, la unidad
puede extenderse hasta incluir también el carácter colectivo del trabajo mismo,
lo cual puede constituir un sistema formalizado como en México, en especial en
Perú, entre los antiguos celtas, algunas tribus de la India” (Op. cit,
1971.: p 70)
En este
sistema, los productores directos están vinculados a la tierra, que proporciona
los medios de trabajo y también los medios de sustento, lo cual es posible por
ser miembros de la comunidad que entrega el excedente a la jerarquía política,
militar y religiosa. Las condiciones naturales de la producción son
dobles: La existencia como miembro de una entidad comunitaria, que proviene de
la organización tribal modificada y el comportamiento con el suelo como con
algo que es suyo por intermedio de la entidad comunitaria. Se reparten
los frutos, pero el suelo mismo y su labranza permanecen en común.
(Ibíd.: 89)
Simultáneamente
surgieron otros sistemas económicos artesanales encargados de la tejeduría,
alfarería, la cestería, la joyería, accesorios personales, caracterizados
por la posesión de los instrumentos de trabajo, con autoconsumo y posibilidades
de intercambio. Adicionalmente, en la medida que se originaron
excedentes, emergió una élite religiosa, militar, científica, cultural, artística
que regía los mecanismos de estos sistemas asiáticos y precolombinos.
En medio de
los conflictos y guerras entre pueblos, emerge en Europa el sistema económico
griego y el romano, donde la ciudad se constituye en el centro de todo, la
propiedad de la tierra es parcialmente pública (ager publicus), y el
sistema se reorganiza dando origen a la propiedad privada: “Como resultado
de la concentración en la ciudad, la comunidad como tal posee una existencia
económica; la mera existencia de la ciudad como tal es diferente de la mera
pluralidad de casas independientes. En este caso, el todo no consiste en sus
partes. Es una especie de organismo autónomo” (Ibíd.: 77)
“La
naturaleza de la entidad comunitaria se basa aquí en el hecho de que sus
miembros son agricultores de parcelas, propietarios de la tierra que trabajan,
y, en igual medida, la autonomía de éstos resulta de su relación recíproca en
tanto miembros de la comunidad, de la salvaguardia del ager publicus para las
necesidades colectivas y para la gloria colectiva…La propiedad del propio
trabajo es mediada a través de la propiedad de la condición del trabajo —de la
parcela de tierra, a su vez garantizada a través de la existencia de la
comunidad, y ésta a su vez a través del plus trabajo bajo la forma de servicio
guerrero, etc., de los miembros de la comunidad” (Ibíd.: 72, 74)
Este sistema
surge de la descomposición de los sistemas primitivos y comunitarios y presenta
algunos de sus elementos, combinados con nuevos procesos: “La segunda forma
—que, como la primera, ha dado lugar a modificaciones esenciales,
históricamente.—, producto de una vida histórica más dinámica, de los avatares
y de las modificaciones de las tribus originarias, tiene también como primer
supuesto la entidad comunitaria, pero no como en el primer caso en cuanto
sustancia, de la cual los individuos son meros accidentes o con respecto a la
cual sólo constituyen componentes naturales; tampoco supone la tierra como
base, sino la ciudad como sede ya desarrollada de los campesinos (propietarios de
la tierra). La tierra de cultivo aparece como territorio de la ciudad, no ya la
aldea como mero accesorio de la tierra”. (Ibíd.: 71)
En este
sistema se presenta un proceso de morfogénesis en el que la condición
fundamental de la propiedad basada en la tribu y ser miembro de ella, hace a
una tribu extranjera sometida, sin propiedad y la reduce a una condición
inorgánica de la reproducción. En cambio con la entidad
comunitaria se comporta como con una condición propia. “Por ello, esclavitud
y servidumbre son tan sólo desarrollos posteriores de la propiedad basada en la
organización tribal. Modifican necesariamente todas las formas de ésta” (Ibíd.:
90)
En la edad
media, otro sistema emergente, el germánico, mantiene la condición fundamental
de existencia de la comunidad poseedora del suelo, anteriormente considerada
como ager públicus. Los productores directos, son los siervos que se
apropian individualmente del suelo y son articulados a los dueños individuales
de la tierra mediante la entregan del excedente en forma de renta en productos
o servicios:
“Una
[tercera] forma de la propiedad de las condiciones naturales de su trabajo por
parte de los individuos que trabajan, es la germánica. En este caso no ocurre
como en la forma específicamente oriental, en la que el miembro de la comunidad
es como tal copropietario de la propiedad colectiva (donde la propiedad sólo
existe como propiedad de la tierra, el miembro individual como tal es sólo
poseedor de una parte específica, hereditaria o no, pues a ninguno le pertenece
de por sí una fracción de propiedad, sino como miembro inmediato de la
comunidad, en cuanto está en unidad directa con ella y no en cuanto se
diferencia de ella. En consecuencia, este individuo es sólo poseedor. Sólo
existe propiedad colectiva y únicamente posesión privada” (Ibíd.: 74)
En este
sistema feudal, las familias de siervos se establecen en bosques, separados por
grandes distancias, a diferencia del anterior sistema uni-céntrico (Roma),
emerge un sistema poli-céntrico, con las familias como unidades autónomas. La
comunidad solamente existe, en cada reunión de sus miembros, que van
perdiendo gradualmente su unidad primitiva de la ascendencia, la lengua y
la historia comunes. “En consecuencia, la comunidad aparece como una
reunión, no como una unión, como acuerdo entre sujetos autónomos que son los
propietarios de la tierra, no como unidad” (Ibíd.: 78)
Este sistema
económico feudal se articula a otros sistemas, en particular el artesanal que a
finales de la edad media ya tenía estructuras tradicionales de organización en
varias áreas. Los instrumentos de trabajo, las materias primas y
los medios de sustento son propiedad de los trabajadores en estas formas de
producción ubicadas en pequeñas aldeas y, de igual forma, existe una
jerarquización de aprendices, oficiales y maestros con normas de
asociación.
En
resumen, en todas estas formas en las que la propiedad de la tierra y la
agricultura constituyen la base del sistema económico, el objetivo
económico principal es la producción de valores de uso y la reproducción del
individuo en aquellas relaciones determinadas con su comunidad. Hay apropiación
de la condición natural de la tierra como instrumento originario de
trabajo y a la vez como laboratorio y como fuente de materias primas, pero a la
vez tiene en la propiedad de la tierra un modo objetivo de existencia. La
producción de excedente o riqueza no aparece como objetivo fundamental.
Cuadro
sinóptico 1
Sistemas
|
Nomadismo
|
Asiático -
Precolombino
|
Griego-Romano
|
Germánico
|
Condición
|
Pastoril-recolectora
|
Miembro de
comunidad
|
La ciudad centro y todo
|
Comunidad
poseedora
|
Propiedad
del suelo
|
Apropiación
por uso 88
|
Entidad
comunitaria
|
Ager
publicus y privada
|
Propiedad
individual
|
Relación
social
|
Clanes
|
Tributario
|
Esclavitud
|
Servidumbre
|
Productor
|
Recolector
pastor
|
Comunidad
|
Esclavos
|
Siervos
|
Producción
|
Apropiación
colectiva
|
Mantenimiento
individual
|
Pública y
privada
|
En el ager
publicus
|
Acumulación
|
Ocasional
|
Plusvalor
ocasional
|
Plus
trabajo militar
|
Propietario
estatal
|
Distribución
|
En el
distrito de recolección, caza
|
Reproducción
|
Entre
miembros del Estado
|
Apropiaciones
individuales del suelo
|
Consumo
|
Colectividad
tribal
|
Diferenciado
|
Entre
linajes
|
Entre
asociación de familias
|
Intercambio
|
Limitado
|
Semi-ampliado
|
Ampliado
|
Limitado
|
Fuente:
Diseño con base en: (1857: 79, 83, 92, 94, 96, 108)
En estos dos
últimos sistemas, el productor es propietario directo sólo de los medios de
subsistencia. El suelo, los instrumento y el trabajo mismo ya no son algo
propio, se diluye la relación entre el trabajador y las condiciones de
producción, lo cual se constituye en” la fórmula de la esclavitud y servidumbre”
(Ibíd.: 99)
La
esclerosis de los sistemas comunitarios, con la génesis de los sistemas
esclavista griego y feudal germánico, se presentó con una metamorfosis del auto
consumo de los productores, hacia la producción para otros, representado en
pagos con productos o servicios “Un examen más detallado mostrará que en
todos estos procesos de disolución se diluyen las relaciones de producción en
que predomina el valor de uso, la producción para el uso inmediato; el valor de
cambio y la producción del mismo tiene como presupuesto el predominio por parte
de la otra forma: por consiguiente, en todas estas relaciones predominan las
contribuciones en especie y los servicios en especie, sobre los pagos en dinero
y las prestaciones en dinero” (Ibíd.: 103)
Sistema económico capitalista
En el
paradigma del materialismo histórico (1857) la génesis del sistema capitalista
emerge en el marco de un proceso de evolución histórica en el cual la mayoría
de la población es separada de la tierra: “Aquello que nos ocupa aquí en
primer lugar: el comportamiento del trabajo con el capital, o con las
condiciones objetivas del trabajo [presentes] como capital, presupone un
proceso histórico, que disuelve las diversas formas en las cuales el trabajo es
propietario o el propietario trabaja. Así, ante todo: 1) disolución del
comportamiento para con la tierra —suelo— como con una condición natural de la
producción, con la cual el trabajador se comporta como con su propia existencia
inorgánica, como con el laboratorium de sus fuerzas y el dominio de su voluntad”
(1971: 95)
Mientras en
los otros sistemas el trabajador (esclavo, siervo, campesino) se mantiene unido
a las condiciones de supervivencia, en el sistema capitalista emergente se
opera una reestructuración sistémica en la cual se separa al productor
no solo de la tierra, sino también de las materias primas, de los instrumentos
de trabajo y de los medios de sustento:
“El mismo
proceso que ha separado a una multitud de individuos de sus relaciones preexistentes
afirmativas —d'une maniere ou d'une autre— con las condiciones objetivas del
trabajo, proceso que ha negado estas relaciones y de ese modo ha
transformado a estos individuos en trabajadores libres; este mismo proceso ha
liberado a estas condiciones objetivas del trabajo —suelo, material en bruto,
medios de subsistencia, instrumento de trabajo, dinero o todo esto en conjunto—
de su ligazón vigente hasta entonces con los individuos ahora separados de
ellas” (Ibíd.:
103)
En el origen
del sistema capitalista operaron simultáneamente varios factores: La
acumulación originaria, la desposesión de la población rural, la legislación
contra los expropiados, el enriquecimiento del arrendatario capitalista, la
revolución agrícola, y el ascenso del capitalista industrial.
En el
secreto de la acumulación originaria, el autor (1867) plantea un proceso
dialéctico en el cual aparecen dos nuevos elementos como son el trabajo y el
capital, separados y unidos mediante una relación salarial:
“El dinero y
la mercancía no son capital desde un primer momento, como tampoco lo son los
medios de producción y de subsistencia. Requieren ser transformados en
capital. Pero esta transformación misma sólo se puede operar bajo
determinadas circunstancias coincidentes: es necesario que se enfrenten y
entren en contacto dos clases muy diferentes de poseedores de mercancías, a un
lado los propietarios de dinero, de medios de producción y
de subsistencia, a quienes les toca valorizar, mediante la
adquisición de fuerza de trabajo ajena, la suma de valor de la que se han
apropiado; al otro lado, trabajadores libres, vendedores de la
fuerza de trabajo propia y por tanto vendedores de trabajo” (1975: 893)
Los
trabajadores son libres en un doble sentido, no están incluidos en los medios
de producción como los esclavos en el sistema esclavista, y no están atados a
la tierra como los siervos en el sistema feudal. Y tampoco les pertenecen los
medios de producción, tierra, animales, instrumentos. Así, son libres de
vender su trabajo por un salario.
A esta
situación se llega con la expropiación de la población, especialmente en el
último tercio de siglo XV y primeros decenios del siglo XVI por acción del
poder real y de los terratenientes en Inglaterra: “Una masa
de proletarios libres como el aire fue arrojada al mercado de
trabajo por la disolución de las mesnadas feudales …
el gran señor feudal, tenazmente opuesto a la realeza y al parlamento,
creó un proletariado muchísimo mayor al expulsar violentamente a los
campesinos de la tierra, sobre la que tenían los mismos títulos jurídicos
feudales que él mismo, y al usurparles las tierras comunales” (Ibid.:898)
Este proceso
operó en interacción con otros sistemas, el jurídico y el político, que
catalizaron las acciones. “En una ley de Enrique VIII, se dice
allí, entre otras cosas, que "muchas fincas arrendadas y grandes rebaños
de ganado, especialmente de ovejas, se concentran en pocas manos, con lo cual
han aumentado considerablemente las rentas de la tierra y disminuido mucho los
cultivos, se han arrasado iglesias y casas y cantidades asombrosas de hombres
han quedado incapacitados de ganarse el sustento para sí y sus familias" (Ibid,:900)
De igual
forma, esta clase minoritaria emergente se articuló con los sistemas militares
y religiosos existentes desde el imperio Romano y, donde no fue posible
estableció, alianzas con otros sistemas religiosos emergentes. En
el caso de Francia, el escritor Henri Beyle, conocido por su seudónimo
Stendhal, en su novela Rojo y negro (1830), presenta la siguiente
descripción:
“La cuarta
verdad que me atrevo a proponer como evidente, es ésta. Sin el concurso del
clero, es imposible formar en Francia un partido armado. «Lo anuncio sin rodeos
y con claridad, porque voy a demostrarlo en el acto, señores. Es preciso
concederlo todo al clero, señores, porque entregado a su misión noche y día, y
guiado por hombres de capacidad excepcional, que viven fuera del alcance de los
huracanes y a trescientas leguas de vuestras fronteras...» -¡Roma!- exclamó el
dueño de la casa. -¡Sí, señor; Roma- repuso el cardenal, que cardenal era el
orador-. ¡Roma! No serán las cuchufletas, más o menos ingeniosas, que
estuvieron en boga cuando usted era joven, las que me impidan decir muy alto
hoy, en 1830, que el clero, guiado por Roma, es el único que habla al corazón
del pueblo. Cincuenta mil sacerdotes repiten todos los días las palabras que
sus jefes les indican, y el pueblo, que es el que da los soldados, hará más
caso de la voz de sus pastores que de las alocuciones de los insignificantes
gusanos del mundo” (1830.: 573)
En
Inglaterra, antiguos reyes (Jacobo I, Carlos I) trataron de evitar el proceso
de despojo mediante leyes de protección, pero la clase emergente accedió
gradualmente al poder político y provocó una disolución del sistema feudal:
“El proceso
de expropiación violenta de las masas populares recibió un nuevo y
terrible impulso en el siglo XVI con la Reforma y, a
continuación, con la expoliación colosal de los bienes eclesiásticos.
En la época de la Reforma, la Iglesia Católica era propietaria feudal de gran
parte del suelo inglés. La supresión de los monasterios, etc., arrojó a sus
moradores al proletariado. Los propios bienes eclesiásticos fueron objeto, en
gran parte, de donaciones a los rapaces favoritos del rey, o vendidos por un
precio irrisorio a arrendatarios y residentes urbanos especuladores que
expulsaron en masa a los antiguos campesinos tributarios hereditarios,
fusionando los predios de estos últimos” (Ibíd: 902)
De esta
forma las fuerzas expulsoras arrojaron los pequeños propietarios de tierras y
en 1750 prácticamente habían desaparecido los campesinos, en tanto que a
finales del siglo XVIII ya se habían extinguido las propiedades comunales. Esto
ocurrió tanto en Inglaterra como en toda Europa, de forma legal e ilegal:
“Bajo
la restauración de los Estuardos, los terratenientes ejecutaron
de manera legal una usurpación que en el continente, por doquier, se practicó
también sin formalidades legales. Abolieron el régimen feudal de tenencia de la
tierra, es decir, la liberaron de las servidumbres que la gravaban,
"indemnizaron" al estado mediante impuestos sobre el campesinado y
las demás masas populares, reivindicaron la propiedad moderna sobre fincas de
las que sólo poseían títulos feudales y, finalmente, impusieron esas leyes
de asentamiento (laws of settlement)…La "Glorious Revolution"
(Revolución Gloriosa) llevó al poder, con Guillermo III de Orange, a
los fabricantes de plusvalor poseedores de tierras y capitales. Éstos
inauguraron la nueva era perpetrando en escala colosal el robo de tierras
fiscales, practicado hasta entonces sólo de manera modesta. Esos predios fueron
donados, vendidos a precios irrisorios o incluso anexados por usurpación
directa a fincas privadas” (Ibíd.: 905)
La
literatura de la época presenta variados testimonios de la violencia del proceso
de separación de los productores de sus tierras y también de los nuevos dueños
entre sí. Stendhal (1830), en su obra cumbre describe, con significativo
detalle, a los despojadores convertidos en honorables señores sin sentimientos:
“A trueque de obtenerlo, los Araceli
de nuestros días ahorcarían con la mayor tranquilidad del mundo a una ciudad
entera.
-¿Lo ha obtenido a ese
precio?- preguntó con ansiedad Julián.
- No ha sido preciso tanto- contestó
con frialdad Altamira-; pero tal vez hizo arrojar al río a veinte o treinta
propietarios ricos de su país, que pasaban por liberales.
-¡Qué monstruo!- repitió Julián. En el siglo XIX no hay ya
pasiones verdaderas, pasiones dignas de este nombre: ahí tiene usted el secreto
del hastío que en Francia reina como señor único. Se cometen las crueldades más
espantosas sin ser cruel. -¡Peor que peor!- observó Julián-. Cuando se cometen
crímenes, deben cometerse por lo menos con placer. Es el único atractivo que
veo en el crimen, lo único que puede atenuar su fealdad, ya que justificarlo
es, a mí entender, imposible.
-Tiene usted razón- asintió
Altamira-. Hoy se obra sin placer, y no se guarda memoria de nada, ni siquiera
de los crímenes. Me sería fácil designar diez de las personas que llenan estos
salones que podrían ser condenados como asesinos. Lo han olvidado ellos mismos,
y tampoco lo recuerda el mundo. Se conmueven muchos, llegan hasta a verter
lágrimas, si un perro suyo se rompe una pata” (1830: 438)
Un tercer
elemento que consolidó el capitalismo fue la intervención de los señores de la
clase emergente en el Estado con la legislación sobre salarios, asociación y la
mendicidad. Con la expropiación de muchos productores de sus tierras, se
constituyó una masa flotante de mendigos y vagabundos, sobre los cuales
recayeron normas que revivieron el sistema esclavista de la antigüedad. Se
indujo la separación de los antiguos dueños o los productores directos de sus
medios de producción y una vez libres se expidieron normas para articular la
fuerza laboral a los nuevos capitales: “La expoliación de los bienes
eclesiásticos, la enajenación fraudulenta de las tierras fiscales, el robo de
la propiedad comunal, la transformación usurpatoria, practicada con el
terrorismo más despiadado, de la propiedad feudal y de los clanes en propiedad
privada moderna, fueron otros tantos métodos idílicos de
la acumulación originaria. Esos métodos conquistaron el campo para
la agricultura capitalista, incorporaron el suelo al capital y crearon para la
industria urbana la necesaria oferta de un proletariado enteramente libre” (Ibíd:
918)
En
Inglaterra, Enrique VIII, Eduardo VI, Isabel I, Jacobo I expidieron normas que
condenaban a los vagabundos a ser sometidos mediante latigazos y tormentos a la
esclavitud en galeras, sin pago, y con una ración escaza de alimentos y
bebidas: “De ahí que a fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI
proliferara en toda Europa Occidental una legislación
sanguinaria contra la vagancia. A los padres de la actual clase
obrera se los castigó, en un principio, por su transformación forzada en
vagabundos e indigentes. La legislación los trataba como
a delincuentes "voluntarios": suponía que de la buena
voluntad de ellos dependía el que continuaran trabajando bajo las viejas
condiciones, ya inexistentes” (Ibíd.: 918)
Adicionalmente
se expidieron leyes que prolongaron la jornada de trabajo, regularon los
salarios hacia abajo y prohibieron las asociaciones o coaliciones de los
trabajadores, para garantizar el proceso de acumulación de los nuevos
capitales.
Por ejemplo:
“El decreto del 14 de junio de 1791, declaró todas las coaliciones obreras
como "atentatorias contra la libertad y contra la Declaración de los
Derechos del Hombre", punibles con una multa de 500 libras y privación
de la ciudadanía activa por el término de un año (…) Las crueles leyes
anticoalicionistas fueron derogadas en 1825, ante la amenazadora actitud del
proletariado. Sólo a regañadientes las abrogó el parlamento, el mismo
parlamento que durante siglos, con la desvergüenza más cínica, había
funcionado como coalición permanente de los capitalistas contra los
obreros” (Ibíd.: 927—929)
Los nuevos
capitalistas emergieron del anterior sistema de arrendamiento de tierras,
favorecidos, de una parte por el aumento continuo de los precios de todos los
productos agrícolas y, de otra parte, por los contratos de arriendo a largo
plazo (hasta cien años) con los terratenientes cuyos cánones se desvalorizaron
por la inflación: “De esta suerte, el arrendatario
se enriquecía, al propio tiempo, a costa de sus asalariados y de su
terrateniente. Nada tiene de extraño, pues, que Inglaterra poseyera, a fines
del siglo XVI, una clase de "arrendatarios capitalistas"
considerablemente ricos, si se tienen en cuenta las condiciones imperantes en
la época” (Ibíd.: 931)
Desde el
siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, se presentó una revolución técnica,
con un incremento de la productividad agrícola, mediante sistemas de rotación
de cultivos, la selección de semillas, incorporación de máquinas
sembradoras, nuevas formas de drenaje, la mejora en la selección ganadera,
acompañados con la sobre explotación de los esclavos, que aumentaron el
rendimiento y la producción total: “Pese al menor número de sus
cultivadores, el suelo rendía el mismo producto que siempre, o más, porque la
revolución en las relaciones de propiedad de la tierra iba acompañada de
métodos de cultivo perfeccionados, una mayor cooperación, la concentración de
los medios de producción, etcétera, y porque no sólo se obligó a trabajar
con mayor intensidad a los asalariados rurales, sino que además el campo de
producción en el que éstos trabajaban para sí mismos se contrajo cada vez más” (Ibíd.:
933). En este sistema económico, con el valor agregado por la revolución
agrícola, el todo fue superior a la suma de las partes.
En el nuevo
sistema emergió un nuevo elemento que se constituyó en la columna vertebral del
mismo, el capitalista industrial proveniente de la metamorfosis de una parte de
los arrendatarios agrícolas y de otra parte de los artesanos y comerciantes que
lograron acumular dinero favorecidos por políticas mercantilistas. El
sistema de pequeña producción artesanal que coexistió con el sistema esclavista
y el sistema feudal, comenzó a desintegrarse por efecto de las nuevas fuerzas,
liberando más mano de obra disponible para la gran industria.
“El sistema
proteccionista era un medio artificial de fabricar fabricantes, de
expropiar trabajadores independientes, de capitalizar los medios de producción
y de subsistencia nacionales, de abreviar por la violencia la transición entre
el modo de producción antiguo y el moderno. Los estados europeos se disputaron
con furor la patente de este invento, y una vez que hubieron entrado al
servicio de los fabricantes de plusvalor, no sólo esquilmaron al propio pueblo
indirectamente con los aranceles protectores, directamente con primas a la
exportación, etcétera para alcanzar ese objetivo, sino que en los países
contiguos dependientes extirparon por la violencia toda industria” (Ibíd.: 947)
En el ámbito
mundial, los procesos de acumulación de esta nueva clase emergente en los
sistemas capitalistas centrales, fueron acompañados por la transferencia de
grandes flujos de materia y energía, representados en materias primas y trabajo
humano, provenientes de los sistemas económicos periféricos de América Latina,
África y Asia, mediante la subordinación y el “bulling” de una élite
sobre grandes masas de población:
“El
descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio,
esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la
conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África
en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras, caracterizan los
albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos
constituyen factores fundamentales de la acumulación originaria.
Pisándoles los talones, hace su aparición la guerra comercial entre
las naciones europeas, con la redondez de la tierra como escenario. Los
diversos factores de la acumulación originaria se distribuyen ahora,
en una secuencia más o menos cronológica, principalmente entre España,
Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. En Inglaterra, a fines del siglo XVII,
se combinan sistemáticamente en el sistema colonial, en el de
la deuda pública, en el moderno sistema impositivo y
el sistema proteccionista. Los tesoros expoliados fuera de Europa
directamente por el saqueo, por la esclavización y las matanzas con rapiñas,
refluían a la metrópoli y se transformaban allí en capital” (Ibíd.: P 940,943).
Se aplicó a
escala planetaria el sistema de esclavitud que revivieron en Europa y, en el
marco de este proceso histórico, salieron del ámbito de los anteriores
sistemas, las tierras, los instrumentos de producción, las materias primas, los
medios alimentarios, y la misma fuerza de trabajo, que en conjunto se
convirtieron en mercancías, libres de comprar y vender por dinero.
Y mediante
esta metamorfosis, surge una nueva configuración: el mercado interno
capitalista: Los valores de uso se convirtieron en valores de cambio y todo fue
susceptible de ser cambiado por dinero. Así el dinero, se convirtió no
solamente es un medio de intercambio, sino también en un medio de pago, de
acumulación y de centralización de riqueza.
Según el
autor (1867) en este sistema, el proceso de producción genera bienes y al mismo
tiempo genera capital. El capital variable lo constituyen los salarios para
pagar a los trabajadores y el capital constante las materias primas y la
maquinaria. Una parte de la jornada laboral, el asalariado trabaja para
reproducir el valor de su fuerza de trabajo, y en la otra parte produce un
valor adicional o plusvalía, que es la base de la ganancia capitalista.
(1981: T.1, Cap. 5)
La
plusvalía absoluta, aumenta con la extensión de más horas en la jornada laboral
o con la reducción del salario; o disminuye por efecto contrario. Y la
plusvalía relativa, se incrementa introduciendo medios de producción más
eficientes o aumentando la intensidad y velocidad del trabajo, lo cual
disminuye el tiempo necesario para producir las mercancías. O, a la inversa, la
plusvalía relativa disminuye con la obsolescencia de los equipos de producción
o la desorganización de los procesos de trabajo. Así se presentan ganancias por
emergencias o pérdidas por constreñimientos. (Ibíd, Cap. 8, 10)
El valor
agregado en la producción se convierte en ganancia, de la cual una parte
es consumida por el capitalista y otra parte es reinvertida en
medios de producción, con lo cual se genera un proceso de acumulación del
capital. La plusvalía generada en el sistema se reparte entre el capital
industrial, el capital bancario, el capital comercial y la renta del suelo.
En la
evolución del sistema, los trabajadores pueden reducir la jornada de trabajo o
aumentar los salarios, con lo cual disminuye la plusvalía, pero no pueden
impedir la innovación mediante la entrada de maquinaria más eficiente. De
esta forma se presenta lo que el autor denomina la «ley general de la
acumulación capitalista» con la cual a medida que aumenta la acumulación de
capital se incrementa el número de trabajadores sobrantes para el sistema, o
desempleados, que denomina «ejército industrial de reserva». [9]
El capital
se traslada desde los sectores de menores tasas de plusvalía hacia los sectores
con posibilidades de mayor plusvalía, y en el ámbito internacional, el capital
se traslada hacia los países donde obtenga una mayor tasa de ganancia. En
la medida en que aumenta la mecanización de los procesos de producción, aumenta
el desempleo, cae la demanda, aumenta el inventario de mercancías no vendidas,
se reducen las ganancias, se paralizan las inversiones y se genera una crisis
en el sistema económico, con la desvalorización del capital y las quiebras. Una
vez caen los precios se reducen los inventarios, se reaniman las compras y se
inicia una nueva fase de los ciclos económicos. (Ibíd. Cap. 12, 13). Así,
de acuerdo a esta dinámica, los sistemas regularmente se enriquecen y se
empobrecen.
Con la caída
de la tasa de ganancia, en medio de la competencia, las empresas con
mayor acumulación de capital, sobreviven y absorben a las más pequeñas, emergiendo
así una morfogénesis sistémica mediante un proceso de centralización y
monopolización del capital. En el caso hipotético de continuar una mecanización
y automatización hasta llegar al máximo, en donde no se requieran trabajadores,
estos quedarían cesantes, no tendrían salarios, no habría compradores y el
sistema se paralizaría.
6.0 El sistema económico neoclásico
Los
principales exponentes del sistema económico neoclásico fueron el inglés
William S. Jevons, el austriaco Carl Menger y el francés Leon Walras.
El sistema
económico neoclásico se fundamenta en el principio subjetivo del valor. Cuando
la necesidad de un bien es mayor a la cantidad existente de dicho bien, los
hombres se esfuerzan por satisfacer sus necesidades con una actividad económica
que genera valor.
6.1 Menger, satisfacción de necesidades
Según Menger
(1871) “valor es la significación que unos concretos bienes o cantidades
parciales de bienes adquieren para nosotros, cuando somos conscientes de que
dependemos de ellos para la satisfacción de nuestras necesidades. Por tanto,
aquel fenómeno vital que llamamos valor de los bienes brota de la misma fuente
que el carácter económico de estos últimos, es decir, de la antes descrita
relación entre necesidad y masa de bienes disponible” (1997: Cap. 3)
Así, el
valor existe en el ámbito de la conciencia de los agentes económicos, con un
juicio que se hacen sobre la significación de los bienes para la conservación
de la vida y el bienestar. El valor no es algo inherente a los bienes, no
es una cualidad intrínseca de los mismos. En la medida en que los
individuos consumen un bien, disminuye la satisfacción y por tanto su necesidad
hasta alcanza un grado de plenitud.
La
significación que los bienes tienen para las personas, es una significación
metafórica, cuya magnitud depende del grado que tiene para la conservación de
la vida y el bienestar. La magnitud de valor que se traslada a los
bienes, depende de la magnitud que los mismos tienen para satisfacer las
necesidades. Así “El valor de un bien concreto o de una determinada
cantidad parcial de la masa total de bienes de que dispone un sujeto económico
es igual a la significación que para el mencionado sujeto tiene la satisfacción
de las necesidades menos importantes que puede alcanzarse con aquella cantidad
parcial y todavía no está asegurada por la cantidad total... Así pues,
el valor es de naturaleza subjetiva, no sólo cuanto a su esencia, sino también
cuanto a su medida” (Ibíd)
El valor que
para cada uno de los individuos económicos concretos tienen los bienes es, como
ya hemos dicho varias veces, la base principal de la formación del precio. Los
bienes, como un bosque o el aire, que no interesan para satisfacer necesidades,
no tienen valor, se consideran libres y no entran en el sistema de bienes
económicos. De igual forma, la riqueza es: “La totalidad de
aquellos bienes de que dispone un sujeto económico, cuya cantidad es menor que
la necesidad de los mismos. Por consiguiente, en una sociedad en la que pudiera
disponerse de todo tipo de bienes en cantidades siempre superiores a su
necesidad no habría ni bienes económicos ni “riqueza”. (Ibíd: Cap.2)
Así, el
máximo bienestar de toda una sociedad se alcanzaría cuando las cantidades de
bienes disponibles de esta sociedad fueran tan grandes que nadie necesitara
poseer riquezas.
6.2 Jevons, sistema de placer y dolor
En la época
en que escribió William Stanley Jevons, el Reino Unido
consolidó la revolución industrial de bienes de producción (siderúrgica,
ferrocarriles) y de bienes de consumo, el sector financiero y comercial.
Según Jevons (1871) “La ciencia de la economía política descansa sobre unos
pocos conceptos de carácter aparentemente sencillo. Utilidad riqueza, valor,
mercancía, trabajo, capital, son elementos de la materia, y cualquiera que
posea una comprensión cabal de su naturaleza debe tener o ser capaz de adquirir
con prontitud un conocimiento de la ciencia en su integridad” (1998: 67).
El sistema
de este autor se fundamenta en los principios del dolor y el placer de
Bentham: “La teoría que sigue está basada enteramente en un cálculo
del placer y el dolor; y el objeto de Economía es maximizar la felicidad
mediante la compra de placer, por así decirlo, con el menor coste del dolor”
(Ibíd.: 85). De esta forma la moral utilitaria conduce a la felicidad de
la humanidad. Con base en este principio, el valor depende
enteramente de la utilidad, en contraposición al sistema en el que el trabajo
es la causa del valor.
Adicionalmente,
como en la economía se manejan cantidades, Jevons considera que su teoría de la
economía, es puramente de carácter matemático, y dado que las
cantidades presentan variaciones pequeñas continuamente, aplica la rama
de las matemáticas del cálculo de derivadas. De esta forma “La teoría
consiste en la aplicación del cálculo diferencial a los conceptos conocidos de
la riqueza, la utilidad, el valor, la demanda, la oferta, el capital, los
intereses, la mano de obra, y todos los demás conceptos cuantitativos que
pertenecen a las operaciones diarias de la industria.”(Ibid.:68)
Así, en este
sistema la oferta de trabajo está en función de la utilidad marginal. El
trabajo consiste en cualquier esfuerzo de la mente y el cuerpo experimentado
para la obtención de un bien futuro. De igual forma, comprar, vender,
producir o consumir, generarán utilidad (placer o felicidad) gradualmente a
medida que las personas realicen transacciones, que inciden en los precios del
mercado.
Jevons
(1865) desarrolló otra línea de pensamiento diferente a la anterior basada en
un sistema cerrado. Al estudiar la relación del sistema económico con el
entorno ambiental encontró que uno de los elementos claves para el
funcionamiento del sistema es la energía del carbón, al que considera por
encima de las demás mercancías, por ser el factor clave en toda la
economía. Debido a la alta tasa de consumo visualizó hacia el futuro la
posibilidad del agotamiento de la oferta de las minas y los límites para
detener el progreso: “Una granja, por más que sea explotada, bajo un cultivo
adecuado seguirá dando siempre un cultivo constante. Pero en una mina no hay
reproducción, y el producto una vez llevado al máximo pronto comienza a faltar
y se hunde hacia cero. Mientras nuestra riqueza y el progreso dependan del
carbón, no sólo tendremos que detenernos, sino que tenemos que iniciar”
(1865: 179)
Y visualizó
la diferencia entre los recursos no renovables y renovables dentro del sistema.
Debido a
este proceso entrópico, el autor consideró la posibilidad de utilizar fuentes
de energía alternativas, como el viento, las fuerzas de marea, la biomasa, la
energía geotérmica y la energía solar,
En el tema
social, planteó la necesidad de pensar en la ética y las futuras generaciones
para una sociedad más justa: “No debemos pensar en interferir el libre uso
de la riqueza material que la Providencia ha puesto a nuestra disposición, sino
que nuestras funciones consisten en la aplicación seria y racional de la misma.
De un lado, si caemos en un mayor lujo, ostentación y corrupción, seremos
culpados. De otra, parte, podemos aumentar el gasto en mejorar la condición
social y moral de las personas, y en la reducción de las cargas de las
generaciones futuras. Incluso, si nuestros sucesores van a estar en una
condición menos felices que nosotros mismos, van a continuar culpándonos” (Ibíd.:
25).
6.3 Walras, sistema mecánico
En la
segunda mitad del siglo XIX, los colonizadores franceses ocuparon varias
regiones de África, el Oriente Medio y el sudeste de Asia. En ese
periodo, Walras, a partir de la distinción entre la ciencia, el arte y la
moral, visualizó un sistema económico con énfasis en la riqueza social, la
propiedad y la economía social. Con instrumentación matemática,
presenta el intercambio de mercancías, los elementos y mecanismos de la
producción, el capital y los ingresos, la circulación del dinero, el crédito,
las tarifas de los monopolios, los impuestos y las consecuencias del
progreso económico.
Este autor
definió el concepto de riqueza como “el conjunto de cosas materiales e
inmateriales que son a la vez útiles y escasas y que son valorables e
intercambiables” (Walras, 1926:21) Con estas categorías y el método
Galileano dual de mecánica pura y aplicada, este autor construyó la base de lo
que denominó la economía política pura, con la teoría del valor de
cambio de la riqueza. Este núcleo, determina a su vez, un segundo grupo de
elementos, que denomina economía aplicada a la producción de la riqueza
y a un tercer grupo, que define como la economía social, que se ocupa de la distribución
de la riqueza. (Ibid, Sección IV y V). La base de la teoría estaría
exenta de valores morales, mientras la producción sería guiada por el interés
de las personas y la distribución por la justicia.
Walras en el
libro de “Elementos de economía política pura” afirmó: “Es bien
cierto que la economía política es como la astronomía y como la mecánica, una
ciencia a la vez experimental y racional. Y no se me podrá reprochar de haber
tardado demasiado en adoptar el segundo carácter a partir del primero. La
astronomía de Kepler y la mecánica de Galileo tardaron entre cien y ciento
cincuenta años en devenir la astronomía de Newton y Laplace y la mecánica de
d’Alembery y de Lagrange. Mientras que ha pasado menos de un siglo entre la
aparición de la obra de A. Smith y las tentativas de Cournot, de Gossen, de
Jevons y la mía” (Ibíd.: xx)
El sistema
económico neoclásico de Walras se cimenta en los principios de libre
competencia entre muchas empresas, perfecta libertad de entrada y salida de las
mismas, movilidad de los factores de producción y flexibilidad en la fijación
de los precios. Este sistema se caracteriza por la presencia de dos
mercados, uno de productos y otro de servicios productivo. Las empresas venden
productos, en tanto que los factores de trabajo, y tierra, venden sus servicios
productivos, a cambio de los cuales compran productos.
El sistema
es cerrado frente a las transacciones con el extranjero y las operaciones del
Estado. Las cantidades demandadas de un producto dependen del
precio variable de este producto y también de los precios de todos los otros
bienes y de los servicios productivos. A su vez, los precios de los servicios
productivos inciden en los ingresos de los consumidores y, por ello, en la
demanda de productos realizada por dichos consumidores. De otra parte, los
precios de los otros productos - sustitutivos y complementarios- influyen sobre
la demanda de un producto determinado.
En el
sistema Walrasiano de economía progresiva, la renta neta de los bienes de
capital y sus precios quedarán determinados cuando el ahorro se iguale al valor
de los nuevos bienes de capital producidos. La ley de Walras establece que en
estas condiciones, el sistema llega al equilibrio general, en el que la suma de
la demanda (o demanda agregada) (D) iguala, a la suma de la oferta (S), tomando
en consideración los precios (p). Un sistema de economía perfectamente
competitiva tiende a aproximarse, mediante aproximaciones sucesivas (tatonnements)
a condiciones de equilibrio.
Para Walras
existe una relación fundamental entre la riqueza y la tierra. Para que esta sea
productiva no debe tener las limitaciones de la propiedad. Al respecto
escribe: “Yo sé bien que, en el estado en que se encuentra la tierra
produciría más, si la propiedad no estuviera garantizada y asegurada para
ciertas personas; pero la inviolabilidad de la propiedad de la tierra es
solamente un remedio moral aplicado a un inconveniente anterior y superior, la
incomodidad que resulta de la limitación de la tierra. Si la tierra
cultivable fuera ilimitada, o si la fuerza vegetativa del propio suelo no
tuviera límites, la riqueza se multiplicará fácilmente, sin el concurso de la
propiedad. Asumiendo que la producción de la tierra es tan abundante como el
aire que respiramos o la luz del sol, creo que bien podríamos prescindir de los
propietarios.”(1831:55)
En este tema
Walras siguió a Mill, Gossen, Henry George y los
Fabianos, que propusieron la nacionalización de la tierra por medio de la
compra de ésta por parte del Estado a los propietarios privados. El
beneficio que esto trae es, que a medida que la sociedad progresa la
tierra se valoriza y le proporcionan al Estado unos ingresos mayores que el
monto invertido como pago por indemnización a sus anteriores propietarios. Así,
la renuncia del Estado a la tributación predial, se compensa por los
ingresos recibidos de la renta de la tierra nacionalizada. (Ibid).
El sistema
económico de Walras es más completo que el de Jevons y Menger, dado que
establece equilibrios generales de todos los mercados, en el marco de una
economía competitiva con libre afluencia de compradores y vendedores.
Debe anotarse que los seguidores de Walras se han centrado en el tema del
equilibrio de este sistema cerrado, y dejaron en un segundo plano el
asunto de la liberación de la tierra y también otros temas de interés social
como es el de las formas de trabajo cooperativo.
Los
principios de racionalidad, libre información, movilidad de los factores y
racionalidad del sistema neoclásico han sido cuestionados por diversos autores
heterodoxos y varios premios Nobel de economía.
Desde la perspectiva de la teoría
general de sistemas, no debe considerarse cerrado el sistema económico, ya que
al igual que la mayoría son abiertos y esta no es la excepción, por
sus vínculos con el ambiente que lo rodea y del cual se nutre para su propio desarrollo.
El pensamiento complejo también coincide en esta apreciación:
“La realidad está, de allí en
más, tanto en el vínculo como en la distinción entre el sistema abierto y su
ambiente. Ese vínculo es absolutamente crucial desde el punto de vista
epistemológico, metodológico, teórico, empírico. Lógicamente, el sistema no puede
ser comprendido más que incluyendo en sí al ambiente, que le es a la vez íntimo
y extraño y es parte de sí mismo siendo, al mismo tiempo, exterior… La
enfermedad de la teoría está en el doctrinarismo y en el dogmatismo, que
cierran a la teoría sobre sí misma y la petrifican. La patología de la razón es
la racionalización, que encierra a lo real en un sistema de ideas coherente,
pero parcial y unilateral, y que no sabe que una parte de lo real es
irracionalizable, ni que la racionalidad tiene por misión dialogar con lo
irracionalizable (Morin, Introducción: 34, 45)
7.0 Resumen
En este ensayo se abordó la
categoría del «sistema económico» desde varias
perspectivas. En primer lugar se presentó el concepto de «sistema»,
desde una perspectiva histórica para llegar en el siglo XX a la definición
de Bertalanffy y de Morin. También se analizó la “Teoría General de
sistemas” que plantea un conjunto de leyes explicativas y predictivas en las
ciencias biológicas y sociales, abordando la ciencia, la tecnología y la
filosofía de los sistemas.
Desde la perspectiva del pensamiento
complejo se expusieron las interacciones y las interrelaciones de las
organizaciones y los sistemas, de acuerdo a tres características de los
procesos: la auto-organización, la eco-organizacón y la reorganización.
Complementariamente se analizaron las emergencias, constreñimientos y
virtualidades que hacen que los sistemas sean algo más que la suma de las
partes, y también algo menos que la suma de las partes. Al igual que se
exploraron diversas tipologías y formas de articulación entre los sistemas.
Con base en los anteriores
fundamentos se pasó a describir y analizar varios sistemas económicos. En
primer lugar el sistema económico mercantilista que se caracterizó por una
reorganización de los reinos en la Europa post renacimiento, con políticas
intervencionistas que buscaron fomentar una balanza comercial externa favorable
mediante la promoción de las exportaciones y restricciones a las importaciones.
El sistema se auto regeneró mediante estímulos a la innovación en la artesanía
y la industria que expandieron la producción y venta hacia otros países.
Los privilegios se extendieron a la creación de monopolios y empresas de
ultramar, que salieron a la búsqueda de materias primas baratas en otras
regiones del planeta, dando lugar a la emergencia de supra sistemas y
conflictos y guerras internacionales entre los mismos por la conquista de
territorios.
Un segundo sistema económico
analizado es el fisiocrático, que en el esquema de la tabla económica
caracteriza tres clases sociales: los terratenientes, la clase agrícola
productiva y la clase industrial y comercial estéril. La riqueza se
origina en la agricultura, se promueve la exportación de materias primas y la
consigna de política económica es el libre intercambio internacional.
En el tercer sistema de economía
clásica, el origen de la riqueza se da a partir del trabajo, el cual incrementa
la productividad a medida que aumenta la multiplicación de las producciones en
todas las ramas, expandiendo la división técnica y social del trabajo.
Los excedentes producidos se reparten entre los salarios para los trabajadores,
ganancias para los dueños del capital y la renta para los dueños de la tierra.
Smith presenta las interacciones de los precios, la
producción, la distribución, la moneda la banca, las finanzas públicas, el
comercio internacional y el crecimiento económico, al interior del sistema, y
también despliega una concepción de meta-sistemas al articular el sistema
económico con la filosofía, la historia de las naciones, la demografía, la
política educativa.
En política económica es partidario
de una reducida intervención del Estado y la libre competencia entre empresas
para garantizar un buen funcionamiento del sistema, evitando la formación de
monopolios y una deficiente distribución de los ingresos, para que exista una
proporcionalidad en todo el sistema económico, que posibilite la riqueza de las
naciones
La categoría de sistemas económicos
de la teoría neoclásica se fundamenta en el valor de la relación entre
necesidades y cantidad de bienes disponibles, la teoría hedonista del dolor y
el placer y la consideración de la riqueza como el conjunto de cosas útiles,
escasas e intercambiables. A partir de esta base, el sistema económico
contempla la existencia de múltiples compradores y vendedores, la, racionalidad
de los agentes, la información perfecta y la libre movilidad de los
factores. Con estas funcionalidades el sistema de producción y
distribución opera a partir del libre cruce de la oferta y la demanda de bienes
y servicios del capital, el trabajo y la tierra, nivelando los precios hasta
alanzar las situaciones de equilibrio sucesivo.
La teoría económica neoclásica forma
parte del paradigma capitalista en el siglo XX, y ha resistido múltiples
críticas internas y externas. Sin embargo en el siglo XXI, ante la
persistencia de problemas económicos a escala mundial, ha sido duramente
cuestionada por varios premios Nobel y están surgiendo nuevas formas de
concebir los sistemas económicos con visiones alternativas.
8.0 Referencias
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sobre la Naturaleza del Comercio. Disponible en:
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de fantasmas. Disponible en: http://www.hacienda.go.cr/centro/datos/libro/obras%20completas-libro-charles%20dickens.pdf
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venas abiertas de América Latina, Editorial Siglo XXI.
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orígenes de la civilización. Fondo de Cultura Económica. México
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Teoría de la Economía Política. Ediciones Pirámide, S. A. Madrid.
Disponible en: http://www.econlib.org/library/YPDBooks/Jevons/jvnPE1.html
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Walras,
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Disponible en:
Auguste
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valeur. Paris. Librairie Félix Alcan.
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[1] En términos matemáticos el sistema es definido como un complejo de elementos interactuantes. Interacción
significa que elementos, p, están en relaciones, R, de suerte que el comportamiento de un elemento p en R es diferente de su comportamiento en
otra relación R'. Si los comportamientos en R y R' no difieren, no hay interacción, y los elementos
se comportan independientemente con respecto a las relaciones R y R'.(Ibíd.: 56)
[2] El concepto de
auto-organización fue desarrollado por John von Neumann, Heinz von Foerster,
Henry Atlan, e Ilya Prigogine.
[4] Entre los autores mercantilistas, se destacan:
Martín de Azpilicueta (1492-1586), Tomás de Mercado (1525-1575), Jean Bodin
(1530–1596), Antoine de Montchrétien (1576–1621), William Petty
(1623–1687), Jean-Baptiste Colbert (1619-1683).
[5] Guerra de los ochenta años
(1568-1648), guerra de los Treinta Años (1618-1648), guerra de Sucesión
Española (1700-1715), guerra de Sucesión Polaca (1733-1738); guerra de Sucesión
Austriaca (1740-1748).
[6] Compañía Británicas de las Indias
Orientales, Compañía de la Bahía de Hudson, Compañía la francesa de las
Indias Orientales, Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, Compañía
Sueca de las Indias Orientales y también compañías de las indias occidentales.
[7] Los principales exponentes de
los fisiócratas son François Quesnay, Anne Robert Jacques Turgot y Pierre
Samuel du Pont de Nemours en Francia.
[8] "De tal modo, el espíritu va de
la diversidad empírica a la simplicidad conceptual y luego de la simplicidad
conceptual a la síntesis significante...El conjunto constituye, pues, una
suerte de aparato conceptual, que filtra la unidad a través de la
multiplicidad, la multiplicidad a través de la unidad, la diversidad a través
de la identidad y la identidad a través de la diversidad. Dotado de una
extensión ilimitada en su nivel mediano, se contrae (o se expande) en pura
comprensión en sus dos cumbres, pero en formas simétricas e inversas la una con
la otra, sin sufrir torsión” (Ibíd.: 193, 222)
[9] Es lo que en
la segunda década del siglo XXI se ha dado en llamar la generación “NI
NI”. Ni trabajan, Ni estudian:
En el proceso de
transición intelectual, enfatiza la necesidad de superar la victimización de
las ideas foráneas y de superar el pensamiento simplificador para dar paso al
pensamiento complejo.
Atendiendo este
llamado, me permito aportar tres elementos para la reflexión y la acción,
relacionados con los saberes de la educación, para sembrar hoy las semillas del
futuro.
Se requiere analizar
y decodificar tres falacias que nos han inculcado a través de diversos medios y
durante muchos años. Las falacias de composición, que se presentan a
continuación, consisten en inferir que algo es verdadero acerca de un todo,
solo porque es verdadero acerca de una o varias de sus partes.
La primera falacia
consiste en afirmar que solo existe un paradigma económico, el cual es la única
verdad valida. En este caso se hace referencia al paradigma neoclásico
neoliberal. La indagación de la historia económica permite constatar que
Aristóteles hizo una distinción fundamental entre la economía que se ocupa del
bien común, en contraposición a la crematística que se ocupa de los intereses
particulares. (Ver: http://evolucionsistemaeconomico.blogspot.com/)
A partir del renacimiento en Europa emergen diversos paradigmas
con diversos grados de verdad: En la economía clásica, Smith, Ricardo y Marx
asignaron un papel clave al trabajo en la creación de valor. En la
economía fisiocrática, Quesnay destaca el papel de la tierra y la
naturaleza en el aporte de riqueza y valor. La teoría de Keynes determina
un papel trascendental del Estado en la economía. La teoría de Georgescu
demuestra los efectos de la ley de la entropía y la necesidad de impulsar el
desarrollo económico con recursos renovables. El paradigma institucionalista
(Veblen) propone la comprensión de la sociedad a partir de sus instituciones
formales e informales. El paradigma estructuralista de la CEPAL, enfatiza las
relaciones sociales y el papel del estado en el desarrollo económico. La
economía verde promueve un uso adecuado de los recursos naturales. La economía
azul propone un uso adecuado de los recursos de los mares y océanos. Y también
emerge la economía compleja que propone:
La aproximación filosófica
y científica, que insiste en afrontar con la mayor valencia posible una visión
no reduccionista y no simplificante, explícita y consciente, en la que se
acepta que vivimos en un mundo pleno de variables e interrelaciones, que
nuestra, visión no es nada diferente a una percepción subjetiva y que lo que
llamamos causa es siempre el efecto de algo más, que a su vez está
interrelacionado con otras variables. (Carrizosa, Recuperado de https://www.unida.org.ar/Virtuales/MBC/MI/CIV/visioncompleja.pdf)
La segunda falacia
de composición, que ha hecho carrera, afirma que del conjunto de los grandes
actores sociales, solo las empresas aportan valor a la economía. Se desconoce
que también se produce valor económico en las universidades en el Estado
y en la sociedad civil. Millones de amas de casa producen diariamente
valor en los hogares. Ese valor se evidencia cuando las actividades caseras de
limpieza, alimentación y otras, son asumidas por las empresas registradas
formalmente. De manera que la productividad y la innovación no es exclusiva de
un solo actor, sino que es un conjunto complejo de capacidades de la sociedad.
La tercera falacia
de composición sostiene que solo el sistema económico capitalista produce valor
y genera empleo. Por el contrario, el mundo es más variado y estamos en
presencia de otros sistemas como el de la economía campesina, el sector
informal, las artesanías, el cooperativismo, las mipymes, las economías
indígenas, que tienen otras lógicas diferentes a la del lucro individual,
aportan a la creación de valor y, además a la preservación de las riquezas
ambientales. Desde los territorios, las múltiples simbiosis
de estos sistemas económicos invisibilizados pueden demostrar que también
aportan a la creación de valor y a la generación de empleo en las regiones, en
algunos casos más que las megas compañías extractivistas.
Los tres paradigmas
descritos no tendrían mayor trascendencia, si solo se limitaran a la esfera
académica. Pero en la práctica se observa una gran influencia de los mismos en
el imaginario colectivo, en las políticas públicas y en la toma de decisiones,
con relación a inversiones y acciones macroeconómicas, que inciden en millones
de personas. De ahí la importancia de evidenciar las falacias y las
limitaciones del pensamiento simplificador de la economía neoclásica
neoliberal, y abordar los análisis y acciones ambientales para sembrar futuros
desde la perspectiva de la economía compleja.
Por. Yezid Soler B.
Miembro de la Red
Iberoamericana de Prospectiva RIBER, adscrita a Millennium Project.
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