De cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden contribuir al greenwashing
A los dos años de la aprobación de los Objetivos
de Desarrollo Sostenible, ODS, se está produciendo una explosión de promoción.
Al irse consolidando su conocimiento entre las empresas, las
organizaciones gremiales, las organizaciones de la sociedad civil (incluyendo
universidades) y, en gran medida, entre las empresas de consultoría, se ha
excitado el interés de muchas instituciones en involucrarse.
Explosión de interés
El Pacto Mundial,
habiendo ya superado la etapa de promoción de los Diez Principios, se ha abocado a una campaña de asociarlos con los 17 ODS
bajo el nombre de Agenda 2030. Ahora
su objetivo ha pasado de promover los diez principios de responsabilidad
empresarial a promover la contribución al logro de los ODS entre las empresas y
organizaciones firmantes del Pacto. Siendo parte de la Organización de la Naciones
Unidas ha pasado de promover la responsabilidad
a promover el “Desarrollo Sostenible”, que es una agenda mucho más ambiciosa
(ver Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Desarrollo
Sostenible: ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas?).
Documentos
recientes
Veamos algunos ejemplos de esta explosión de promoción.
En solo varios meses del 2017 se han producido un gran número de informes.
Uno es Towards
a sustainable economy: The commercial imperative for business to deliver the UN
Sustainable Development Goals, por la Universidad de Cambridge, promoviendo la idea de que contribuir al logro de los ODS es buen
negocio. Otro es The
Sustainable Development Goals, integrated thinking and the integrated report, patrocinado por el International Integrated Reporting Council, IIRC, para promover el reporte de los logros en los
ODS en función de su esquema de reporte integrado. Un tercero es Sustainable
Development Goals for Business Diplomacy and Growth (The Earth Security Report 2017),
patrocinado por el World Business Council
for Sustainable Development, WBCSD, que proporciona una hoja de ruta para navegar los riesgos y
oportunidades de los ODS, que considera imperativos para el crecimiento
sostenible
Se publicó además
la Guía
para CEOs sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para América Latina, con la colaboración
de las empresas miembros y las instituciones de la red del WBCSD en la región,
pero lamentablemente sin especificidad para la región ni con contenido
accionable. Parece más bien una manifestación de apoyo, pero tiene dos páginas
de logos y firmas de las 10 empresas miembros y de las 13 instituciones de la
red. (quizás un indicador de greenwashing empresarial e institucional). Sin embargo el informe principal de la Comisión de Negocios y Desarrollo Sostenible
"Mejores
negocios, un mundo mejor. Oportunidades de negocio sostenible en Latinoamérica
y el Caribe" si
trata de enfocar los 17 ODS en
actuaciones en una serie de sectores para América Latina. [1]
También se
publicó el informe anual sobre el estado
de los reportes de sostenibilidad, The KPMG Survey of Corporate Responsibility
Reporting 2017: The Road Ahead. Esta edición incluye una sección sobre la
inclusión de referencias a la contribución de las empresas a los ODS y, por
menos en las grandes empresas parece que se está generalizando. El 39% de las 100 empresas más grandes en 49
países lo comentan y el 43% de las 250 empresas más grandes del mundo lo hacen. Es de esperar que, en los próximos años estos
números aumenten al percibirse la necesidad de no quedarse atrás. Pero
lo importante será analizar el impacto que las acciones tienen sobre el
desarrollo sostenible, no solo si los reportes incluyen alguna mención a los
ODS (greenwashing).
Por otra parte,
el Pacto Mundial de las Naciones Unidas
presentó dos nuevas herramientas para alcanzar la Agenda 2030. El Blueprint for Business Leadership on the SDGs para estimular el liderazgo dentro de las
empresas para promover acciones tendentes
a contribuir al logro de cada uno de los 17 ODS. Y el Business Reporting on the SDGs: An Analysis of
the Objectives and Goals, cuyo objetivo es guiar el reporte
de las actividades de las empresas con los ODS. Incluye indicadores para cada objetivo y ha
sido producido en asociación con el GRI (institución que promueve el reporte de
sostenibilidad) y la empresa de consultoría pwc. Se espera que será complementada con una guía
para definir las prioridades y el contenido de los informes.
A finales del
2017 comenzó un proceso consultivo (Aviva en colaboración con el Index Initititive y la Fundación de las
Naciones Unidas) para desarrollar indicadores
de progreso, el World Benchmaking Alliance (WBA) para clasificar las
empresas en sus contribuciones al logro de los ODS por su impacto en el negocio
más que sobre el desarrollo sostenible. Esto
permitirá a las empresas no sólo apreciar sus contribuciones sino que además
permitirá compararlas entre sí, lo cual, puede
contribuir a que, queriendo subir en el ranking, hagan mayores contribuciones,
pero también puede contribuir al greenwashing,
queriendo aparentar que hacen más de lo que en realidad contribuyen.
La gran mayoría de estos esfuerzos son dirigidos a
las empresas, pero debemos recordar que si bien las empresas pueden y deben
contribuir, la responsabilidad primaria está en los gobiernos, en sus políticas
públicas, la efectividad con que gastan e invierten sus recursos en el logro de
los ODS y su interacción con las empresas para que estas también mejoren su
efectividad. [2] Lamentablemente se está enfatizando poco los
avances en los gobiernos de los países.
Avances
El análisis del
avance en el logro de los ODS excede el objetivo de este artículo, pero baste
con comentar que se han publicado varios informes sobre los avances, uno por la
ONU, The
Sustainable Development Goals Report 2017, donde se analiza el progreso de los últimos años, a nivel agregado, del desarrollo
sostenible, de lo que ahora son los 17 ODS. En otro titulado “Global
Responsibilities, International spillovers in achieving the goals”, [3]
se presentan los resultados de un índice de 99 indicadores directos e
indirectos sobre los ODS para 157 países con el objeto de identificar prioridades y brechas.
Los indicadores no son los oficiales, pero dan una idea inicial de por dónde
van (ver Indicadores para los ODS: ¿Son los ODS medibles?). También se publicó un estudio, Evaluating Progress Towards the Sustainable
Development Goals, donde supuestamente se evalúa el progreso, pero lamentablemente
no se basa en datos, se basa en las percepciones de “expertos” (entre
comillas porque no puede haber conocedores de la situación de la implementación de las 169
metas en 193 países miembros de la ONU).
Pero todavía no hay un informe país por país de los verdaderos avances. Recién se están comenzando a preparar las revisiones nacionales voluntarias o “Voluntary
National Reviews” (VNR), que forman parte de las herramientas de
seguimiento de la Agenda 2030.
Y RobecoSAM, la
empresa que produce información sobre la sostenibilidad de empresas y países,
que se usa para la preparación de los índices de sostenibilidad como el Dow Jones Sustainability Index, promueve
su ranking de sostenibilidad de países
como instrumentos de medición del progreso en los ODS, aunque no usan los
indicadores oficiales de progreso de los ODS en los países para medir su
sostenibilidad (RobecoSAM’s
country sustainability ranking: A Yardstick for SDG progress). Este es otro indicador de que son
muchos los que no se quieren perder el tren de los ODS y quieren aprovechar las oportunidades de negocio que
conlleva. Y esto también puede
contribuir al greenwashing, como
analizamos a continuación.
¿Estímulo a la acción o al greenwashing? ¿Qué
mueve a los impulsores?
Este renovado interés por los ODS es, en
principio, muy saludable. Mientras más
conocidos sean mayor es la posibilidad de que las partes interesadas tomen
acciones para avanzar en su logro. Pero esta promoción debe hacerse
con efectividad. Operando en el ecosistema de empresas, incluidas las firmas de
consultoría, de las organizaciones de la sociedad civil y gobiernos, se corre
el riesgo de estimular las apariencias más que las acciones. Se
corre el riesgo de impulsar el lavado de cara (greenwashing).
Veamos qué es lo
que mueve a los integrantes de este ecosistema.
A las empresas se les repite
constantemente que su participación en el logro de los ODS representa nuevas oportunidades de negocios, lo
cual debe ser posible ya que los ODS
cubren todas las actividades imaginables.
Véase, por ejemplo, la Séptima Parte del Volumen
IV de Una mirada crítica a la Responsabilidad Social de la Empresa en
Iberoamérica donde se
analiza en más detalle lo que pueden y deben hacer las empresas para contribuir
a los ODS.
Las firmas de consultoría han visto también una
gran oportunidad de hacer negocio, ya sea asesorando a las empresas en los
negocios y actividades a desarrollar, ya sea apoyándolas en la preparación de
reportes. Lo mismo sucede en algunas instituciones donde participan empresas,
como las de promoción de actividades (p.ej. el WBCSD) y reporte (p.ej. el GRI y
el IIRC). Es de esperar que estas firmas ofrezcan servicios especializados en
reportar la contribución de las empresas y mejorar
la percepción entre los stakeholders.
Habrá partes legítimas y partes de
greenwashing, como lo son ahora los reportes de sostenibilidad.
También las organizaciones de la sociedad civil ven
en ello una oportunidad, ya sea de hacer alianzas con los gobiernos, empresas y
otras organizaciones para implantar acciones o bien para ganar puntos
denunciando comportamientos irresponsables, incluyendo el greenwashing.
Las instituciones que promueven el reporte de
información sobre sostenibilidad, GRI y el IIRC por ejemplo, por separado, persiguen que el mayor número de estas informaciones o reportes los
mencionen para así poder alegar su creciente relevancia en la actividad y
obtener más apoyos. Para ellos los ODS
ofrecen una oportunidad de mejorar esa cobertura, si ofrecen instrumentos que
faciliten el uso de sus metodologías. De allí que tienen un gran interés en el
reporte de las contribuciones de las empresas a los ODS y lo promuevan, sin
importar que añadan a la confusión de reportes.
En este sentido es muy indicativo que el Sustainability Accounting Standards Board, SABS, no haya entrado en
el juego. Se considera por encima de la
competencia entre GRI y el IIRC. Sus stakeholders y por ende su objetivo es
más enfocado: información de sostenibilidad que tenga o pueda tener impacto
sobre la situación financiera de la empresa. [4]
En cuanto al
mismo Pacto Mundial, por su naturaleza, sus indicadores del éxito son los
números de organizaciones que firman el acuerdo y ahora lo será la cantidad de información por parte de las empresas y otras
organizaciones que se refiere a alguna actividad en la promoción y logro de los
ODS.
Difícilmente lo será el impacto logrado por las actividades reportadas,
en parte por su dificultad de medición
(ver Indicadores para los ODS: ¿Son los ODS medibles?), en parte por la dificultad de atribución (demostración de que el cambio de debió a
las actividades) y en gran parte porque
se imputarán acciones que ya se estaban tomando o que son parte del quehacer
cotidiano, como comentamos más adelante.
Esta explosión de
promoción y lo que mueve a las empresas e instituciones las deberían llevar a
la acción legítima, a acciones específicamente dirigidas al logro de los ODS, incrementales, que no se hacían antes. Pero también se corre el riesgo que ante la
presión del entorno las empresas busquen y rebusquen actividades que ya vienen
ejecutando o que de todas maneras iban a ejecutar que pueden
ser imputadas como si hubieran sido diseñadas para contribuir al logro de los
ODS. Y como decíamos, no debe ser
difícil ya que los ODS cubren todo el espectro posible de actividades
empresariales y muchísimo más que está fuera de su ámbito de actuación (ver los 17 objetivos y las 169 metas en el
sitio de la ONU).
(Disculpas querido lector, que estarás agotado de
ver esta gráfica, pero ningún artículo sobre los ODS que se precie puede dejar
de incluirla)
Y para ilustrar
las posibilidades del greenwashing consideremos solo algunos
ejemplos (sobre los seis primeros ODS), que el lector podrá complementar
con sus experiencias y evaluar su verdadero impacto sobre el desarrollo
sostenible:
Contribución a la meta 1.2 sobre reducción de pobreza: “Damos empleo.
Pagamos sueldos a nuestros empleados” (¿empleo digno? ¿sueldos justos?).
Contribución a la meta 2.1 sobre Nutrición: “Donamos comida a 20 comedores
escolares.”
Contribución a la meta 3.5 sobre salud y bienestar: Desde hace 5 años
tenemos un programa de educación comunitaria sobre el consumo de drogas y
alcohol.
Contribución a las meta 4.1, 4.2, 4.3 y 4.4 sobre educación: “Desde hace 5
años donamos dinero para la escuela primaria de la comunidad y tenemos
pasantías de verano para 5 jóvenes.”
Contribución a la metas 5.1 y 5.5 sobre igualdad de género: “Tenemos
políticas sobre no discriminación y programas de desarrollo profesional para la
mujer.”
Contribución a las metas 6.1 y 6.3 sobre acceso a agua potable: Desde hace
más de diez años permitimos que la comunidad se conecte a nuestro sistema de
agua y alcantarillado y tratamos las aguas residuales de nuestra planta antes
de que lleguen al río.
Claro está que los reportes sobre las
contribuciones al logro de los ODS serán mucho más sofisticados que estas
frases simples, sobre todo si se siguen los lineamientos de reporte que se
están sugiriendo por diferentes instituciones y se contratan consultores
especializados. Es posible que al ver los requerimientos de
reporte que hacen estos lineamientos las empresas se aboquen a hacer un
inventario para ver lo que pueden reportar que se refiera a ellos. Podemos imaginar un memo a todas las
unidades: “Favor tomar nota de los lineamientos establecidos en el informe
anexo sobre reporte de las contribuciones a los ODS y en la lista de las 169
metas anexas y enviar información que nos permita decir que estamos
contribuyendo a los ODS”. ¿Cínico? Sí, pero no tanto. Lo he visto.
Pero lo que
realmente importa es cuál es el impacto
de las acciones de la empresa sobre su población o medio ambiente objetivo,
qué cambios se han logrado, que ha
decidido hacer la empresa de ahora en
adelante para logar esa contribución y cómo forma todo esto parte de la
responsabilidad de la empresa ante la sociedad.
Y todo esto en el contexto de las
necesidades de esa población y medio ambiente objetivos. Sin duda que hay empresas líderes con
actividades legítimas, incrementales, con impacto, pero son demasiado pocas.
Con esto no queremos decir que no habrá mucha
acción legítima, lo que queremos destacar es que la presión mediática llevará a
muchas empresas al greenwashing,
respaldadas por las empresas especializadas en la preparación de informes de
sostenibilidad.
Y los reportes
citados arriba, patrocinados por instituciones de reporte (el GRI y el IIRC,
¡por separado!), junto con los esfuerzos denodados del PM para promover que se
hable y se escriba sobre los ODS introducen el riesgo de dispersar los esfuerzos en el reporte de la responsabilidad
empresarial. Y si a ello le aunamos
la oportunidad de negocios que perciben las empresas de consultoría en reportes
de sostenibilidad podemos llegar a la
situación de preparar reportes sobre los ODS, separados o divorciados de la
información de responsabilidad, cada una usando sus indicadores y metodologías,
que contribuirán a la confusión ya existente en el reporte y al greenwashing.
En un próximo
artículo (¿Es hora de pasar de la RSE a
los ODS?) analizaremos la presión que sienten algunas empresas para
montarse en el tren de los ODS.
Dos (malos) ejemplos de los que deberían saber
mejor: Pacto Mundial y académicos
La promoción indiscriminada de los ODS por parte
del Pacto Mundial lo está llevando a sí mismo al greenwashing. En un artículo anterior, El
Pacto Mundial otra vez (mal) otorgando premios, comentábamos los
premios de la Red del Pacto Mundial de Canadá a las organizaciones que se han
distinguido por su contribución al logro de los ODS. Aparte de los serios problemas en la
selección de los galardonados, en su implementación los premios han estimulado
el greenwashing, seguramente sin
intención de hacerlo. Por ejemplo, han
premiado a una empresa que ha imputado acciones de los últimos 20 años de
desarrollo comunitario, al logro de los ODS aprobados en el 2015, o el de un
master de sostenibilidad que por sus acciones rutinarias promueve el logro de
todos los 17 ODS. Nada de esto es
consecuencia de acciones tomadas específicamente, adicionales, para promover
los ODS. No hay acción nueva, lo que hay es masaje de la información.
Como ilustración de
esto, en otro premio a la contribución a los logros de los ODS, el criterio más
valorado es cuantas actividades dicen
que tienen los postulantes que contribuyen, no que impacto han tenido, sino
cuantas dicen que tienen (sin comprobación independiente). No
calidad, no impacto, solo cantidad reportada. Valoran más cinco nimiedades que una
actividad sólida que haya logrado una transformación significativa. Y esto será típico en los reportes sobre los ODS (con contadas y bienvenidas
excepciones).
Y hasta
académicos, promotores de la responsabilidad social, se han contagiado y se suman
al greenwashing de los ODS. Se publicó el libro Responsabilidad Social de las Organizaciones (RSO).
Aportes teórico - prácticos para lograr los Objetivos de Desarrollo
Sostenible en América Latina con las contribuciones al IV
Simposio Internacional de Responsabilidad Social de las Organizaciones, realizado
en Bogotá, en 2016, en la Universidad Santo Tomás. Contiene
29 capítulos, sobre más de 600 páginas, ninguno de los cuales toca el tema de
los ODS. Dirán que todos los
capítulos se refieren a la responsabilidad de las organizaciones y por ende al
logro, directa o indirectamente de los ODS.
Y este es el problema, la
generalización y la imputación y no la acción específica, focalizada y
adicional (invitamos a los lectores a ver el libro y sacar sus
conclusiones).
En resumen
Los ODS ofrecen una excelente oportunidad a las empresas de identificar y enfocar su
responsabilidad ante la sociedad a acciones que son necesarias para el
desarrollo sostenible. Pero lamentablemente también ofrecen una gran
oportunidad a las empresas irresponsables de lavarse la cara, aduciendo que
hacen esa contribución. No debe ser
difícil encontrar “cosas” que hace la empresa que contribuyan a alguna de las 169 metas de los ODS, que cubren todos
los aspectos posibles del desarrollo económico. La presión mediática y en particular la del
Pacto Mundial y sus aliados en el reporte estimulará
ese lavado de cara. Estemos atentos.
Y también contribuirán a la sostenibilidad
financiera de muchas empresas de consultoría.
Ojalá también lo hagan con el desarrollo
sostenible de los países.
[1] Se recomienda leer la versión en inglés, Better
Business, Better World (la traducción llama a los ODS “Objetivos Mundiales para el Desarrollo Sostenible” y el resumen del informe
global los llama “Objetivos Globales
para el Desarrollo Sustentable”. Es una buena idea ponerse de acuerdo en la
terminología y sobre todo usar correcto español.
[2] Además de tomar las acciones
necesarias para el logro de los ODS, los gobiernos también deberían facilitar
el entorno necesario para las empresas contribuyan a lograrlos. Ver ¿Falta algún Objetivo de Desarrollo Sostenible?.
[3] Los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, dos años después: ¿Dónde nos encontramos?, producido por Forética con el objeto de
presentar una evaluación muy preliminar.
[4] Sobre la competencia entre estas
instituciones ver ¿Es saludable la competencia entre estándares de
reportes de sostenibilidad? El futuro de la información.
¿Legitimidad o greenwashing en la contribución de las empresas a los ODS?: Criterios para discernir
En un artículo
anterior (De
cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden contribuir al greenwashing) comentábamos los crecientes esfuerzos y
presiones para la promoción de la contribución de las empresas privadas al
logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS. Destacábamos los esfuerzos para facilitar el
conocimiento del potencial de contribución y para guiar su reporte como parte
de su información sobre sostenibilidad.
Estos esfuerzos y presiones están estimulando a
algunas empresas a ejecutar estas contribuciones como parte de su estrategia de
responsabilidad ante la sociedad, pero también está llevando a muchas a querer
figurar y sacarle rédito más allá de su verdadera contribución, particularmente imputando actividades rutinarias
que venían haciendo desde hace tiempo como si fueran acciones incrementales, o
bien alegando contribuciones que no son significativas. Para muchas empresas estas presiones están
conduciendo al greenwashing, a figurar,
exagerar y tergiversar sus contribuciones.
Basado en la
discusión en aquel artículo, en este cuarto artículo sobre las contribuciones
de las empresas a los ODS presentamos
algunos criterios para guiar a los interesados en evaluar esas contribuciones
y/o desenmascarar el lavado de cara.
Para establecer estos criterios nos debemos hacer algunas preguntas: ¿Qué quiere decir “contribuciones”? ¿Es “contribución” cualquier cosa que se
pueda relacionar con alguna de las 169 metas?
¿Qué características deben tener esas “contribuciones”?
Postulamos cinco criterios para discernir entre la
legitimidad y la probabilidad de greenwashing
en las contribuciones a los ODS. Deben
ser MICIS: Materiales, Incrementales, Contextuales, Impactantes
y Sostenibles.
- · Materiales. Las contribuciones deben ser materiales, es decir deben significativas, no pueden ser trivialidades o nimiedades que simplemente tienen algo que ver con alguna de las 169 metas. Y este es un criterio relativo, lo que para una empresa puede ser inmaterial para otra puede serlo ya que dependerá de la magnitud, el impacto y el contexto. La contribución debe ser conmensurada con la capacidad de la empresa, tanto financiera como de poder de influencia en su entorno. Todas las empresas pueden reportar una reducción en el consumo energético y así alegar contribución a la reducción de emisiones. ¿Pero cuánto es esta reducción en el contexto en que opera la empresa? ¿en función su impacto en el medio ambiente? ¿en función de su capacidad de hacerlo?
- · Incrementales. Las contribuciones deben ser en adición a lo que se venía haciendo tradicionalmente. No se trata de imputar lo que se ha venido haciendo pero la verdadera contribución será incremental, y de ser posible creciente. No está mal alegar que desde hace 10 años que se está ayudando a la escuela primaria de la comunidad, pero no es una acción tomada explícitamente para contribuir a los ODS acordados en el 2015, aunque lo haga. ¿Qué más puede hacer aparte de imputar actividades tradicionales?
- · Contextuales. Las contribuciones deben ser relacionadas con la actividad de la empresa, con el contexto en que opera, con sus principales stakeholders, de lo contrario pude ser contribución “comprada” para mejorar imagen, para hacer greenwashing. Las contribuciones deben demostrar como los cambios en las actividades de la empresa hacen la contribución a los ODS. Con esto no queremos decir que la filantropía pura y dura no sea legitima, pero habría que considerar si su objetivo es legítimo o es simplemente un intento de figurar, de aparecer que se hace una contribución, para poder reportar algo. Y en este caso es oportuno preguntar por el impacto y lo incremental de la acción. [i]
- · Impactantes. La contribución debe tener impacto, medible o no (mientras mayor mejor, ver el criterio de materialidad), pero debe producir algún cambio que se note en el objeto de la contribución. ¿Qué impacto tiene la donación de alimentos sobrantes en la cafetería de la empresa para reducir la pobreza? Las contribuciones se deben diseñar y ejecutar en función del impacto que han tenido o tendrán sobre los indicadores que se están desarrollando para medir el logro de cada una de las 169 metas. Deberían reportar el impacto sobre los indicadores en cuestión.
- · Sostenibles. Y por último la contribución debe ser sostenible en el tiempo. No se trata de hacer una contribución ocasional, dependiendo de la situación en que se encuentra la empresa. Tampoco puede ser oportunista, para aprovechar algún momento en el cual se necesita visibilidad o para enmascarar algún mal comportamiento. No queremos decir que deba ser constante o creciente, pero no puede ser efímera, debe ser parte de una estrategia de largo plazo, preferiblemente de la estrategia de RSE [ii] . De contrario la sospecha de greenwashing se justifica.
Obviamente que
estos criterios no son ni definitivos, ni infalibles, ni determinantes. Pero
ofrecen algunas ideas para determinar la posibilidad de que los reportes sobre
las contribuciones de las empresas a los ODS sean legítimas o sean exageradas o
tergiversadas. Ante la intensificación de las presiones para actuar y sobre
todo para reportar, estas presiones para pueden y van a llevar a intensificar
la natural tendencia hacia el greenwashing
por parte de las empresas, en mayor o menor intensidad y frecuencia, más para
unas empresas que para otras.
Y sin duda que
estos criterios proporcionan un marco de referencia para otorgar premios a las
contribuciones de las empresas a los ODS (que no se deberían otorgar, pero la
tentación es grande). Véase como no se
deben otorgar estos premios en Otra
vez el Pacto Mundial (mal) otorgando premios y como si se hubieran usado estos criterios a lo
mejor los premios reconocerían contribuciones legítimas.
[i] Un caso muy ilustrativo es el voluntariado corporativo
donde tradicionalmente se llevan a cabo actividades valiosas, pero de poco
impacto relativo al potencial de los involucrados, como plantar árboles,
prestar asistencia a personas en condiciones de desventaja, apoyar a escuelas,
etc. En el artículo Voluntariado corporativo: basta de malgastar recursos, proponíamos elevar
estratégicamente estas actividades a lo largo de los criterios que enunciamos arriba:
mayor impacto tangible, aprovechamiento de la capacidad de la empresa y de sus
empleados y directivos, alineación con sus objetivos, etc.
[ii] Comentábamos en un
artículo anterior ¿Es hora de pasar de la RSE a los ODS? la superioridad de la
estrategia de la RSE sobre las acciones puntuales de las contribuciones a los
ODS y la importancia de que estas fueran en el contexto de la estrategia de
sostenibilidad de largo para evitar algunos de los problemas mencionados y que
también pueden llevar al greenwashing.
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