dimarts, 13 de març del 2018

Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS)



Los estudios Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) constituyen una de las áreas más florecientes y productivas en el panorama internacional actual de la investigación social y humanística. En sus escasos 25 años de historia, los CTS han experimentado un ritmo de crecimiento ciertamente espectacular, tanto en el número de investigadores y docentes incorporados, como en el nivel de institucionalización y desarrollo académico alcanzado.

Los estudios CTS constituyen el primer esfuerzo serio y sistemático por establecer una base sólida y suficientemente amplia para el análisis de la ciencia y la tecnología, como fenómenos clave de la sociedad contemporánea, poniendo especial énfasis en su interacción con los distintos aspectos del ámbito social, económico, político y cultural. Una tarea de tal magnitud ha requerido, desde el principio, la ruptura de las barreras disciplinares tradicionales en el mundo académico. La interdisciplinariedad es, en efecto, uno de los rasgos más característicos de los CTS. Se trata, sin embargo, de una interdisciplinariedad sustantiva: la naturaleza multifacética de su objeto de estudio (la complejidad de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad) requiere una intensa colaboración entre expertos procedentes de disciplinas diversas (historia, sociología, ingeniería, filosofía, economía, politología, etc.), así como la necesidad de elaborar un terreno conceptual y temático común para la investigación y el intercambio de información.

El origen de los estudios CTS a principios de los setenta es consecuencia de una serie de circunstancias sociales características de nuestra época. En primer lugar, la ciencia experimenta tras la Segunda Guerra Mundial un crecimiento sin precedentes en la historia, tanto en el número de profesionales reclutados como en el volumen de ayuda económica dedicada por los estados a sus instituciones. Durante los años sesenta el crecimiento exponencial de la ciencia se convierte en un tema de debate en distintos ámbitos sociales y, por vez primera, aparecen estudios rigurosos sobre la dinámica del crecimiento científico y sus posibles consecuencias futuras (de Solla Price, 1963).

Por otro lado, durante la década de los sesenta la innovación tecnológica comienza a cobrar mayor relevancia como factor positivo en el desarrollo económico de las naciones. Los economistas empiezan a considerar la posibilidad de revisar el estatus pasivo y secundario que la teoría económica asigna a la tecnología. Consecuencia de ello, será, años más tarde, los primeros trabajos especializados en el estudio sistemático de la innovación como factor endógeno del crecimiento económico (Nelson y Winter, 1982).

La expansión de la ciencia y el aumento del protagonismo económico de la I+D traen consigo una creciente preocupación por encontrar mecanismos adecuados para planificar el apoyo público en dichos ámbitos. Cada vez se hace más patente la necesidad de establecer una base sólida para el diseño de políticas científicas y tecnológicas con objeto de rentabilizar al máximo la inversión pública en dichos ámbitos.

Paralelamente, comienza a emerger, tanto en Estados Unidos como en los países europeos más desarrollados, una mayor conciencia del impacto de la tecnología en el medio ambiente y en el tejido social. El incipiente movimiento ecológico y determinadas organizaciones en defensa de los derechos civiles, así como las discusiones en torno a los efectos de las nuevas tecnologías en el nivel de desempleo, hacen que algunos gobiernos empiecen a considerar seriamente la posibilidad de instituir organismos capaces de anticipar y atenuar los posibles impactos negativos de ciertos tipos de tecnología. Aparecen, como consecuencia de ello, las primeras agencias gubernamentales de evaluación de tecnologías al tiempo que los parlamentos toman conciencia de la necesidad de regular y dirigir, de alguna forma, los caminos trazados por el desarrollo científico-técnico, con objeto de maximizar sus beneficios sociales y minimizar los riesgos (Smits y Leyten, 1988).
Otro factor que hay que tener en cuenta es una cierta crisis de la enseñanza científico-tecnológica. Especialmente en Europa, se genera un largo y amplio debate acerca de los principios que deben regir la formación de futuros científicos e ingenieros –uno de los síntomas de dicha disputa es la famosa tesis de Snow sobre las dos culturas (Snow 1959). Son muchos los que abogan por una reforma de la enseñanza que, contrarrestando el excesivo acento en la especialización, acerque a científicos e ingenieros a la realidad humana y social en que deberán insertarse al acabar sus estudios (Edge, 1995).

La combinación de todos estos factores generó una demanda creciente de análisis que pudieran clarificar el estatus de la ciencia y la tecnología en la sociedad contemporánea, sus vínculos con otras instituciones sociales y las posibilidades reales de intervención en su desarrollo. Las disciplinas tradicionales en el estudio de la ciencia (filosofía, sociología e historia de la ciencia, principalmente) discurrían, sin embargo, por derroteros muy distintos y con un escaso grado de cooperación interdisciplinar. La capacidad individual de tales disciplinas para acometer la tarea de clarificar y valorar los diversos aspectos de la interacción entre ciencia y sociedad, resultaba por ello, como mínimo, poco plausible.
Por lo que respecta a la tecnología, la reflexión sistemática había sido hasta el momento prácticamente inexistente y había quedado relegada al ámbito de la historia, en que un descriptivismo a ultranza había impedido la búsqueda de generalizaciones más allá de las tradicionales narraciones genealógicas pobladas mayormente por inventores heroicos. Sociólogos y filósofos, al margen de algunas excepciones notables (Marx, Ortega, Heidegger, Ogburn), habían mostrado escaso interés por el tema de la tecnología y su papel en la cultura y la sociedad contemporáneas. Los economistas, por su parte, mayoritariamente adscritos a la perspectiva neoclásica, continuaban considerando la tecnología como un mero factor exógeno del desarrollo económico.

En resumen, la situación a principios de los setenta presentaba un desajuste evidente entre una demanda social cada vez más explícita de estudios sobre el entramado ciencia, tecnología y sociedad y una oferta académica demasiado dispersa y sin perspectivas integradoras entre las distintas áreas, ni en el terreno de la enseñanza ni en el de la investigación. En estas condiciones, la emergencia de los estudios CTS no resulta difícil de explicar.

El origen de los estudios CTS se encuentra, pues, más en las circunstancias concretas de la realidad social que en la dinámica específica de determinadas disciplinas académicas. Este hecho ha condicionado enormemente el desarrollo posterior de los CTS, primando aquellas líneas de investigación y aquellos problemas conceptuales más directamente relacionados a cuestiones de actualidad en el universo social, político o económico. El objetivo básico de los CTS puede ciertamente cifrarse en la apertura del análisis de la ciencia y la tecnología a los problemas sociales más apremiantes que su desarrollo plantea. En lugar de establecer una separación primordial entre ciencia, tecnología y sociedad, enfatizando los rasgos distintivos o suponiendo implícitamente la existencia de lógicas de desarrollo autónomas e independientes en cada uno de tales dominios, la investigación en CTS intenta promover la exploración de todo tipo de vínculos que se den entre ellos, mostrando la imposibilidad de entender el desarrollo de la ciencia y la tecnología al margen de condicionantes de tipo político, social, económico o cultural.

El resultado más apreciable de esta perspectiva ha sido la elaboración progresiva de una nueva estrategia interdisciplinar para el estudio de la ciencia y la tecnología, en que éstas aparecen como empresas esencial e irremediablemente humanas (y, por tanto, sociales), tanto en el contexto que las alimenta, apoya y dirige, como en su carácter interno. Bajo la perspectiva CTS, la ciencia y la tecnología no son ni monstruos autónomos con vida no propia, ni simples instrumentos neutrales que puedan ser fácilmente modificados y utilizados para necesidades o intereses varios. Son, más bien, complejas empresas que se desarrollan en contextos específicos configurados por, y a su vez configuradores de, valores humanos que se reflejan y refractan en las instituciones culturales, políticas y económicas. Los intereses detentados por consumidores, empresarios, gobiernos, grupos ecologistas, entidades financieras y otros muchos agentes sociales, definen los problemas, establecen en buena medida los parámetros bajo los que deben buscarse las soluciones a los problemas y determinan qué resultados serán aceptables. Simultáneamente, la ciencia y tecnología afectan a la configuración y definición de valores e instituciones, de manera que la situación global es un cúmulo dinámico de complejas relaciones bidireccionales.
Esta nueva forma de abordar el estudio de la ciencia y la tecnología desarrollada a través de sucesivas aportaciones durante las últimas tres décadas, ha alcanzado en la actualidad un alto grado de complejidad y precisión. La riqueza de los estudios CTS reside, en parte, en la diversidad de elementos, perspectivas y problemas que su enfoque plenamente interdisciplinar proporciona. Los estudios CTS son, de hecho, un producto híbrido fruto del encuentro –hasta no hace mucho, poco verosímil– de áreas de investigación, como la historia de la ciencia y la tecnología, la filosofía de la ciencia y la tecnología, la economía de la innovación tecnológica y la nueva sociología de la ciencia y la tecnología.
En términos generales, los estudios CTS han conseguido ofrecer una nueva perspectiva para el estudio de la ciencia y la tecnología, que se desmarca de los modelos clásicos vigentes hasta hace pocos años. En el caso de la tecnología, por ejemplo, los estudios evolucionistas del cambio tecnológico, la llamada nueva sociología de la tecnología, la historia y la filosofía de la tecnología, han coincidido en plantear las graves deficiencias del modelo lineal del desarrollo tecnológico, que durante mucho tiempo ha constituido la perspectiva hegemónica en el estudio de la innovación tecnología y en la intervención política sobre la misma. En el caso de la ciencia, tanto la sociología del conocimiento científico, como la denominada nueva filosofía de la ciencia, así como ciertos desarrollos en el campo de la historia de la ciencia, han coincidido en señalar el carácter ambiguo y no autoevidente de los resultados experimentales o la necesidad de entender el conocimiento científico bajo la óptica de la construcción colectiva activa, más que como producto del descubrimiento pasivo de investigadores aislados.
Por lo que respecta a los instrumentos metodológicos en CTS, la interdisciplinariedad ha tenido como consecuencia la fecundación mutua de los distintos enfoques disciplinares involucrados. El resultado es una amplia gama de metodologías que constantemente interactúan entre sí mediante trabajos comparativos, bajo el supuesto central de que un objeto de estudio tan polifacético como el entramado ciencia-tecnología-sociedad requiere herramientas metodológicas igualmente diversificadas. En el campo de los CTS conviven, por consiguiente, la metodología cualitativa de los estudios de caso –típicamente sociológicos–, los análisis cuantitativos de los estudios bibliométricos, los enfoques globalizantes y más abstractos de la filosofía, los estudios etnográficos de la práctica científica en el laboratorio, el análisis de controversias científico-tecnológicas o el análisis del discurso científico.

Los estudios CTS son, en definitiva, un espacio que pone en un primer plano la cualidad heurística que tendría que unir en los mismos análisis lo tecnológico, lo social, lo natural y la producción del conocimiento, puesto que los conflictos que cotidianamente nos exigen soluciones, los debates actuales en los que estamos inmersos, hacen patente que es artificial diferenciar los problemas calificándolos de técnicos, sociales, naturales, etc., así como pretender que las soluciones a los mismos se pueden alcanzar desde la especificidad de alguno de los clásicos campos disciplinares.

http://cv.uoc.edu/UOC/a/moduls/90/90_146/web/main/m0/fv1.html 
http://transfer.rdi.uoc.edu/es/sector-empresarial/economia-empresa-i-societat
http://www.uoc.edu/web/esp/art/one/0104013/one04.html 
http://www.uoc.edu/dt/20133/index.html
https://www.uoc.edu/portal/es/news/actualitat/2012/noticia_020/noticia_020.html

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