dimecres, 29 de gener del 2020

La economía del propósito

La economía del propósito

«En el contexto de cambio permanente en el que estamos inmersos, es necesario incorporar un enfoque integrado que refleje el coste social y ambiental de nuestro modelo de producción y consumo», escribe Antonio González, CEO de Impact Hub Madrid. 

En el contexto de cambio permanente en el que estamos inmersos, es necesario incorporar un enfoque integrado que refleje el coste social y ambiental de nuestro modelo de producción y consumo. El ebook La economía del propósito (editado por Impact Hub Madrid y Foxize) reúne la visión de veinte expertos globales en diferentes áreas para dar una perspectiva general de los nuevos retos que la especie humana tendrá que abordar este siglo.  
La economía atraviesa un periodo de transición entre los modelos de negocio tradicionales del siglo XX todavía vigentes y los nuevos retos que plantea un siglo XXI todavía emergente. Seguimos dominados por el cortoplacismo y la búsqueda del beneficio económico por encima de los efectos que las actividades económicas generan en el clima y las personas; pero somos conscientes, cada vez más, de la necesidad de incorporar un enfoque integrado que tenga en cuenta las externalidades de las empresas y refleje el coste real -social y ambiental- de nuestro modelo de producción y consumo.
Afrontar los retos del siglo XXI requiere un cambio en nuestra forma de generar y entender la economía de tal magnitud que no puede quedarse únicamente en la suma de acciones individuales, locales y descentralizadas. Es preciso buscar alianzas, trabajar en comunidad, con enfoque glocal, porque cuando actuamos juntos podemos abordar con eficacia grandes desafíos. No creo que, a estas alturas, haya dudas de que nos encontramos en un momento de la Historia de la Humanidad que representa un cambio de era, un cambio sistémico, posiblemente uno de los de mayor trascendencia e impacto en el futuro de nuestra especie.
«En los últimos años se han multiplicado los economistas que critican el estatus de su disciplina»
La tecnología, los límites del planeta, la globalización, el tamaño de la población junto con sus desplazamientos y concentración, el incremento de las desigualdades, la transformación del mundo del trabajo y el de los cuidados, unidos al agotamiento o desbordamiento de modelos de organización social, económicos y políticos, nos abocan a un escenario que Thomas Kuhn ya definió como ‘Cambio de Paradigma’. Como describe Kuhn en su libro La estructura de las revoluciones científicas, estos cambios se producen en un dilatado período de tiempo en el que las convicciones anteriores se cuestionan con una intensidad incremental a la vez que emergen hipótesis, experiencias y evidencias que van configurando modelos alternativos hasta alcanzar un punto de inflexión en el que el nuevo paradigma toma forma y se convierte en el modelo mayoritario.

Nuevos enfoques para nuevos retos

En los últimos años o décadas se han multiplicado los autores que hablan de un nuevo Renacimiento (Jeremy Rifkin, Otto Scharmer), de una sociedad red (Manuel Castells) o directamente del Hombre-Dios (Yuval Noah Harari). O más específicamente de economistas que critican el estatus de su disciplina y van tejiendo modelos alternativos más acordes con el paradigma emergente (E.F. Schumacher, Daniel Kahneman, Joseph Stiglitz, Amartya Sen, y más recientemente Thomas Piketty o Kate Raworth
También emerge una visión sobre el valor del dinero y su capacidad de transformación a través de nuevos modelos de inversión de impacto, banca con valores, donación y filantropía. Por supuesto los activistas del planeta que promueven modelos sostenibles de relación con la naturaleza (James Lovelock, Rob Hopkins, Serge Latouche, Georgescu Roegen, y ecofeministas como Wangari Maathai, Vandana Shiva o Marilyn Waring). Por último, autores que proponen nombres para calificar los modelos emergentes de economía: Purpose Economy (Aaron Hurst), Meaningful Economy (Mark Drewell y Björn Larsson), Economía del Bien Común (Christian Felber), Blue Economy (Gunter Pauli), etc. Cito estas referencias desde el único criterio de selección que aporta mi propia experiencia y siendo consciente de que hay muchas otras referencias valiosas, también en nuestro entorno más cercano.

El futuro que emerge

Sin embargo, aún estamos en momentos de experimentación y de experiencias emergentes dentro de un modelo antiguo que se resiste con fuerza a la transición y desaparición. Sin el foco y la atención de los grandes medios de comunicación ni de la academia institucional, o los grandes relatos políticos, en los últimos años el número de experiencias y personas implicadas en nuevos modelos e iniciativas ha ido creciendo de manera exponencial. Algunas prácticas empiezan a llamar a la puerta del mainstream y muchas se plasman en la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: producción y consumo ecológico, movilidad eléctrica, economía circular, transición energética, etc.
Con ellas conviven otras experiencias que introducen nuevas perspectivas desde opciones más minoritarias, pero no menos inspiradoras: ciudades de transición, ecoaldeas, Do It Yourself, neorrurales, la emblemática experiencia del país de Bután y su implementación del Índice Bruto de la Felicidad como complemento al Producto Interior Bruto. O conceptos como el Buen Vivir (sumak kawsay) recogido en la Constitución de Ecuador de 2008, y experimentos como la renta básica de Finlandia.
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Nos quedan décadas de transición, no exentas de riesgos, conflictos, tensiones y enfrentamientos de consecuencias impredecibles. Pero, hasta el momento, los cambios sistémicos han representado mejoras y avances desde un punto de vista global para el conjunto de nuestra especie (o eso queremos pensar los que elegimos el optimismo y positivismo como mirada y actitud vital).
«Hasta el momento, los cambios sistémicos han representado mejoras y avances para el conjunto de la especie»
Excede, por mucho, a la vocación y capacidades de este texto analizar las claves del paradigma dominante a lo largo del siglo XX, pero podríamos determinar dos claves en el siglo XX que en gran medida han condicionado -cuando no definido- su devenir histórico. La primera sería una determinada visión de la economía que prioriza criterios económicos y financieros específicos como norma y medida del resto de las esferas de la vida de las personas. La segunda hace referencia a la visión dual y centrada en el conflicto polarizado entre dos partes que ha acompañado toda la historia del siglo XX con algunas consecuencias terribles y devastadoras. Desde la división entre la razón y la emoción que nos genera disfunción y sufrimiento en las esferas más íntimas y personales, a los grandes relatos políticos que buscan la imposición de las ideas propias y la aniquilación del adversario, pasando por el modelo empresarial de competencia y crecimiento que tiende al monopolio.
Las dos son un producto histórico de pensadores que ofrecieron marcos conceptuales para un desarrollo que se complementa y retroalimenta con experiencias reales interpretadas o creadas desde estos marcos teóricos y conceptuales. Pero no son realidades inmutables en sí mismas. De hecho, forman parte de un paradigma que empieza a resquebrajarse y frente al cual emergen marcos conceptuales, evidencias y experiencias que progresivamente van configurando un nuevo paradigma emergente en el que la actividad económica se pone al servicio de un propósito basado en la dignidad y el bienestar de las personas y en la sostenibilidad del planeta. Y en el que la colaboración, la empatía y la conciencia se imponen a la dualidad y al conflicto. 
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Decálogo para el cumplimiento de los ODS en el turismo

Decálogo para el cumplimiento de los ODS en el turismo

 

El decálogo para la acción empresarial del sector turístico en clave ODS elaborado por la Red Española del Pacto Mundial fue presentado en el marco de FITUR por la secretaria de Estado de Turismo, Isabel Oliver y la directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial de Naciones Unidas, Cristina Sánchez.
Oliver ha señalado que “en España contamos con un sector turístico fuerte, pero es necesario redefinir políticas turísticas y desarrollar nuevas herramientas con las que dar respuesta a los desafíos y retos a los que se enfrenta el turismo”.
“No debemos entrar en medidas demagógicas con las que perdemos más de lo que ganamos. Estas medidas deben ir muy dirigidas y medidas para demostrar la sostenibilidad de cada acción. De hecho, trabajos ya con Segittur para aplicar metodologías que permitan medir los resultados. Tenemos ya un proyecto piloto en marcha en Sanxenxo y a partir ahí contaremos indicadores que nos ayudarán a saber si alcanzamos estos objetivos”, ha afirmado la secretaria de Estado de Turismo.
Por su parte, la directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial ha recordado que “nos encontramos en la década para la acción, en la que es imperativa la traducción de los compromisos que las empresas turísticas han ido asumiendo tradicionalmente en acciones concretas y ambiciosas, como las que se presentan en este decálogo. Es el momento idóneo para su publicación y qué mejor que hacerlo de la mano de Segittur, haciéndonos eco de la necesidad de este tipo de alianzas público-privadas para conseguir un mayor impacto”
En opinión de Cristina Sánchez, “nos queda una década para intentar mejorar la situación y queremos impulsar la transformación que necesita el sector turístico y poner en marcha acciones concretas. De ahí el motivo de este decálogo para un turismo sostenible. Asimismo, la colaboración público-privada debe jugar un papel fundamental y vemos que se está intensificando desde que se aprobó la Agenda 20/30”.
Entre las actuaciones que propone a las empresas turísticas este decálogo se incluye garantizar la igualdad de salarios y oportunidades para la mujer, consolidar una oferta de empleo de calidad y largo plazo, apostar por la innovación y la transformación digital y preservar los destinos promoviendo la cultura y productos locales para que sean más sostenibles.Asimismo, anima a las empresas a implementar criterios de transparencia, economía circular y medioambientales. ----Respecto a estos últimos, Sánchez ha querido enfatizar que “la lucha contra el cambio climático y la gestión responsable de los océanos y mares son dos de las prioridades marcadas para este año, en el que, además, se celebrará la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos. El impacto que tiene el sector turístico sobre estas áreas es muy alto, por lo que debe asumir su responsabilidad y trabajar en alianza para hacer frente a los retos que éstas plantean.” -----Por último, el director corporativo de Iberia, Juan Cierco, ha compartido cómo están trabajando desde la compañía para cumplir con los ODS de la Agenda 2030 y alinearse con los retos que se plantean en este decálogo.“La sostenibilidad es un objetivo de país. Para Iberia es una obligación y una convicción de que debemos trabajar en esta dirección”.





Según Cierco, es un error demonizar al transporte aéreo, que representa el 2,4 por ciento de las emisiones de CO2 y el 12 por ciento de las emisiones en el sector transporte.
“IAG es el primer grupo del sector que se ha comprometido en lograr una balanza de emisiones netas cero en 2050. Además, hemos incorporando 142 nuevos aviones, todos más eficientes, reduciendo el uso de energías no renovables con equipos eléctricos en tierra; inversión en tecnología, desarrollo de combustible sostenible e inversión en proyectos de compensación y herramientas para que los propios viajeros puedan conocer y compensar sus propias emisiones, ya que éste es un compromiso de todas las partes implicadas”, asegura Cierco.
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https://www.smarttravel.news/2020/01/27/decalogo-ods-turismo/

dimarts, 28 de gener del 2020

Indicadores alternativos al PIB (II)

 Indicadores alternativos al PIB (II)

1- Indice de Progreso social

Michael  Porter argumenta la adopción de un nuevo indicador de rendimiento nacional para guiar la estrategia de desarrollo





SOCIAL PROGRESS INDEX 2015



 




http://transicionsocioeconomica.blogspot.com/2015/04/indice-de-progreso-social.html

2-PROPUESTA DE UNA NUEVA METODOLOGÍA PARA MEDIR LA SOSTENIBILIDAD Y LA COMPETITIVIDAD. APLICACIÓN A LOS PAÍSES DE LA OCDE DURANTE LA GRAN RECESIÓN
Ricardo Aguado Doctor en Economía Aplicada (UPV/EHU) Profesor en la Deusto Business School Coordinador del departamento de economía de la U niversidad de D eusto en el campus de Bilbao y miembro de la Comisión de Doctorado de la Universidad de Deusto Jabier Martínez Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales (Universidad de Deusto) Profesor en la Deusto B usiness School Adjunto al Administrador Provincial de la Provincia Jesuítica de Loyola
Fecha de recepción:25 de junio de 2014 
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  • file:///C:/Users/morat/AppData/Local/Packages/Microsoft.MicrosoftEdge_8wekyb3d8bbwe/TempState/Downloads/articulos_4-12%20(1).pdf




2 Indicador de Progreso Genuino o Real (IPG)
Definido por Lew Daly, el IPG se usa ya en algunos estados de EE.UU. (Maryland o Vermont). Si comparamos el PIB con el IPG en ese país, vemos que mientras el primero no ha parado de subir, el segundo es casi estable desde 1968. Ahí se muestra que mientras una minoría gasta más dinero, hay sectores de la sociedad que están empeorando en aspectos claves de la calidad de vida. Mientras el PIB sólo mide un aspecto, el IPG incluye 26 indicadores en 3 áreas temáticas:
Indicadores económicos: Incluyen medidas económicas, como los gastos en general, pero también tienen en cuenta la duración de los bienes duraderos (electrodomésticos, coches...). Esto último beneficiará a las sociedades que construyan bienes más duraderos, evitando la obsolescencia programada. El PIB en cambio, crece más cuánto más se rompan las cosas. El IPG también tiene en cuenta lo que llama subempleo (desempleados crónicos, a tiempo parcial sin desearlo, etc.), además de la desigualdad de ingresos, y las inversiones netas (deudas y déficit).
Indicadores ambientales: Miden la contaminación del aire, del agua, y por ruido, además de la pérdida de ecosistemas (humedales, tierras de cultivo, bosques...). También se cuantifican los daños del cambio climático (93 dólares por tonelada de CO2), los costos del agotamiento del ozono, y los costos del agotamiento de recursos no renovables. Sin embargo, el actual PIB considera beneficioso el agotamiento de recursos, porque ese proceso mueve dinero.
Es absolutamente inaceptable que no se mida la ecología
Indicadores sociales: En este apartado se pretende medir la calidad de vida de las personas. Por tanto, considera positivo y cuantifica actividades que el PIB ignora totalmente: tareas del hogar, cuidados de los hijos, trabajo de voluntariado, valor de la educación, y el uso de infraestructuras. Ahora como algo negativo, mide el coste del crimen, si el tiempo libre disminuye, los gastos familiares para contrarrestar la contaminación (por ejemplo, en Chinamucha gente compra aparatos purificadores de aire, lo cual es bueno para el PIB, pero demuestra una peor calidad de vida), el coste de los accidentes de tráfico, y el coste en los desplazamientos (pagar el medio de transporte, y por emplear tiempo que podríamos usarlo en otra actividad más agradable o productiva). En general, se trata de valorar como negativas las principales cosas que empeoran la calidad de vida de la gente.
3. Sistema de Contabilidad Ambiental Económica Integrada (SCAEI)
Elaborado por la ONU en el lejano 1993, el SCAEI incluye un completo análisis ambiental, aunque deja fuera aspectos que sí mide el ya visto IPG. Sintetizando, el SCAEI incluye el agotamiento de los recursos naturales en la producción y el consumo final, además de los efectos de la contaminación causada por las actividades de producción y consumo en la calidad del medio ambiente (emisiones).
El SCAEI amplía el concepto de capital para abarcar no sólo el capital producido por el hombre sino también el capital natural no producido, como los recursos marinos o los bosques tropicales, la tierra, el suelo, los activos del subsuelo (yacimientos minerales), y los recursos aire y agua.
4. PIB Verde
Consiste en dar valor económico a los daños provocados a la Naturaleza, y restarlos al PIB tradicional. China prometió usarlo, pero los resultados fueron tan negativos que se descartó usar el PIB Verde, pues resultó mejor para la economía taparse los ojos a los daños ambientales. Aunque no es fácil medir el valor de la biodiversidad, de los bosques... lo cierto es que es un error muy grave no medir nada de eso, y eso es justamente lo que hace el actual PIB.
5. Índice de Desarrollo Humano (IDH)
Definido por la ONU, usa 3 parámetros para medir la calidad de vida de un país:
  • Esperanza de vida,
  • Nivel de vida digno (PIB per cápita), y
  • Educación (años de educación obligatoria, alumnos matriculados en distintos niveles, y tasas de alfabetización).
Es una medida muy referenciada, pero muy incompleta, pues no mide nada de lo ambiental, ni la desigualdad existente. Para evitar la injusticia de no considerar la desigualdad existe el IDH ajustado por desigualdad, que será igual al IDH en un país en el que no haya desigualdad en salud, educación e ingresos (los 3 únicos aspectos que se tienen en cuenta).
6. Indicadores tipo Huellas: La huella ecológica y la huella hídrica
Miden la sostenibilidad de una región, producto o actividad, respecto a su consumo de recursos naturales. Valores altos de estos indicadores indican un alto consumo de recursos, es decir, mayor huella indica menor sostenibilidad. La huella ecológica mide la cantidad de territorio que se requiere para mantener una actividad o modo de vida, y la compara con el territorio disponible real. Todos los países industrializados necesitan para mantener su estilo de vida más del doble del territorio que poseen, por lo que están usando recursos que, en justicia, corresponden a otras personas. La huella ecológica es una de las medidas que usa el Informe Planeta Vivo de WWF.
Por su parte, la huella hídrica mide el volumen de agua dulce empleado por un producto, empresa, país... teniendo en cuenta todo su ciclo y no sólo el empleo directo de agua. Así, por ejemplo suelen sorprender estos datos:
  • 1 kg. de oro requiere 230 000 litros de agua (además de la contaminación que no se cuenta aquí);
  • 1 kg. de carne de vaca requiere utilizar 13 000 litros de agua (y también produce contaminación que no contamos);
  • 1 kg. de pollo necesita 3 920 litros de agua;
  • 1 camiseta de algodón, 2 700 litros de agua;
  • 1 kg. de papel, 2 000 litros de agua;
  • 1 café necesita más agua que la que se bebe: 140 litros de agua;
¿Cuál es la huella ecológica de lo que usas cotidianamente, o de lo que fabrica tu empresa? Por internet haywebs que te permiten calcular tu huella personalizada.
7. Felicidad Interior Bruta (FIB)
Conscientes de que tener muchos bienes materiales no implica tener felicidad, en Bután definieron este indicador que tiene en cuenta la asistencia sanitaria, el tiempo disponible para la familia y los amigos, la conservación de los recursos naturales y el medio ambiente, o el disfrute del arte. Así por ejemplo, reducir la jornada laboral es sin duda una buena medida, porque no sólo se reduciría el paro, sino que tendríamos más tiempo libre. La idea es muy interesante, siempre que no sirva para dejar de preocuparse por la pobreza y la desigualdad.
 

  • https://transicionebc.blogspot.com/2020/01/alternativas-al-pib.html