dissabte, 27 d’abril del 2019

El capitalismo ha muerto, ¡viva el capitalismo! Josep M. Sayeras /Debate

El capitalismo ha muerto, ¡viva el capitalismo! Josep M. Sayeras /Debate

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  • Abstract
    La actual crisis económica y financiera ha implicado un debate sobre qué sistema económico debería ser el imperante. ¿Debería ser el capitalismo? O por el contrario, ¿tendría que buscarse un sistema nuevo? El autor repasa dicho concepto desde sus inicios para intentar encontrar, si fuera posible, sus elementos irreductibles porque el "capitalismo" es uno de los términos más usados, tanto coloquial como científicamente en los últimos tiempos; pero, ¿se sabe, a ciencia cierta, qué es el capitalismo? ¿Existe un único sistema capitalista? Posteriormente, analiza si esos elementos son caducos o sobrevivirán el presente envite.
    Josep M. Sayeras Maspera*
     
    EL CAPITALISMO HA MUERTO,
    ¡VIVA EL CAPITALISMO!
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    La actual crisis económica y financiera ha implicado un debate sobre qué sistemaeconómico debería ser el imperante. ¿Debería ser el capitalismo? O por el contrario,¿tendría que buscarse un sistema nuevo? El autor repasa dicho concepto desde susinicios para intentar encontrar, si fuera posible, sus elementos irreductibles porque el«capitalismo» es uno de los términos más usados, tanto coloquial como científicamenteen los últimos tiempos; pero, ¿se sabe, a ciencia cierta, qué es el capitalismo?
     
    ¿Existeun único sistema capitalista? 
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    Posteriormente, analiza si esos elementos son caducos osobrevivirán el presente envite.
    Palabras clave: historia del pensamiento, macroeconomía y economía monetaria, sistema capitalista.
    Clasificación JEL: B30, B31, E00, P1.
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    ¿Por qué tenemos que dedicar tanto tiempo al estudiode los pensadores pasados si en la actualidad sabemos mucho más que ellos? Básicamente porque«ellos» son lo que sabemos.
    T. S. Elliot
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    1. Introducción
    La actual crisis económica y financiera ha comportamiento la aparición en paralelo de un debate sobre cuál es elmejor sistema económico o cuál debería ser el que seadoptara a partir de ahora. La discusión sobre el futurodel capitalismo se ha realizado en numerosas plataformas y foros. 
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    Las conclusiones han sido muy dispares;casi tanto como el diagnóstico sobre los «culpables» de la crisis. Sin embargo, y en honor a la verdad, cabe decirque la controversia no es en absoluto novedosa.
    En 1976, para no remontarse muchos tiempo atrás, enmedio de la crisis energética y de la inflación recesionaria,Michael Harrington publicó un libro titulado The Twilight ofCapitalism1—dedicado a Karl Marx— donde explicabaque la crisis de los años setenta sería el fin del capitalismo.
    En esa misma época, Paul M. Sweezy —profesor de Harvard— junto con Harry Magdoff —editor de la revistaMonthly Review— aseguraron igualmente que el capitalismo estaba en su declive en The End of Prosperity (1977).
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    Evidentemente estas predicciones no se cumplieron. 
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    Másrecientemente, David Schweickart (1996), sugirió que sedesarrollaría alguna forma de democracia económica después de que el capitalismo se hubiera agotado.

    La historia de la Economía Moderna empieza en1776. Anteriormente, los humanos luchaban por su supervivencia y su vida había cambiado relativamentepoco desde el principio de los tiempos hasta esa fecha,económicamente hablando. Entonces comenzó una período conocido como el Siglo de las Luces (3)que transformó totalmente su vida para siempre (véase Gráfico 1).
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    El 4 de julio de 1776 Thomas Jefferson proclamaba«la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad» 4 como bienes inalienables en la Declaración de Independencia Americana. Sólo unos cuantos meses antes —el 9 de marzo— los impresores londinenses WilliamStrahan y Thomas Cadell publicaban un trabajo de másde 1000 páginas en dos volúmenes bajo el título de UnaInvestigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones (An Inquiry unto the Nature and Causes of the Wealth of Nations). El autor era el Dr. AdamSmith, un tranquilo y distraído profesor que enseñaba«filosofía moral» en la Universidad de Glasgow.
    La economía es hoy una ciencia cuyo objeto parecealejado de la actual filosofía, pero no siempre fue así.
    En sus inicios, Smith, Hume, Malthus, Mill... cultivaban, como se verá, de forma indisociable la cienciaeconómica y la filosofía moral. Adam Smith tenía enmente un proyecto sistemático de filosofía social queinició con la Teoría de los Sentimientos Morales
    (Theory of Moral Sentiments, (1759)), aunque la famade La Riqueza de las Naciones y la no finalización delmismo, han diluido a los ojos de la opinión pública eseobjetivo; puesto que dicho libro era sólo una parte deaccionistas (stockholders) a una mayoría, mucho mayor, de partesinteresadas (stakeholders).
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    GRÁFICO 1
    RENTA REAL PER CÁPITA EN EL REINO UNIDO (1100-1995)
    FUENTE: WIMMER, L., Brigham Young University.
    0
    2.000
    4.000
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    12.000
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    18.000
    1100 1200 1300 1400 1500 1600 1700 1800 1900 1995
    1776:
    Declaración deIndependencia;
    La Riqueza delas Nacionesese ambicioso proyecto sobre «los principios genera-
    les del derecho y del gobierno».
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    Sin embargo, ese «fragmento» era enormemente relevante para el autor dado que las ciudades portuarias yel comercio fueron parte integral de su vida. AdamSmith nació en Kirkcaldy, en la costa este de Escocia—cerca de Edimburgo—, en junio de 1723. Desgraciadamente ese mismo año moría su padre. Adam Smith—junior— parecía destinado, como el resto de tocayos,a ser un estudioso del comercio y un agente de aduanas(West, 1976). Su padre, que también se llamaba Adam Smith, fue un agente de aduanas en Kirkcaldy. Su tutorlegal, casualmente también llamado Adam Smith, fue un recaudador de aranceles en la misma ciudad, y su primosirvió como inspector de aduanas en Alloa. El nombredel primo, como habrá deducido el lector/a no era otroque Adam Smith.
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    Al analizar un pensador o su obra, es imposible sustraerlo de la época en que vivió; por esta razón, debe tenerse muy presente su contexto histórico. Uno de losprincipales objetivos de Adam Smith al escribir La Riqueza de las Naciones, era refutar la visión dominante en laeconomía de la época. Ésta estaba dominada por la teoría mercantilista cuya piedra angular se basaba en la afirmación de que el crecimiento de las naciones tenía queser depredador, agresivo, puesto que la riqueza era unjuego de suma cero —lo que obtiene una nación es loque pierden las otras—. Sin embargo, para Smith las claves eran la producción y el intercambio. Pero ¿qué podría provocar ese incremento de producción si no la captación depredadora de los recursos? 
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    La respuesta se encontraba en una nueva técnica de management: ladivisión del trabajo; con ella, podría expandirse el mercado a través del comercio mundial. Y no sólo eso, sino queimplicaría a su vez que la especialización y la división deltrabajo también podían expandirse, y así, sucesivamen-
    te. Por tanto, a través de ese aumento en la productividad, la frugalidad de las personas y el trabajo duro de losindividuos, la producción mundial podía incrementar. Así,la riqueza ya no era una cantidad fija y los países podíancrecer sin dañar o explotar a los otros. Pero, ¿cómo se
    conseguiría que los hombres maximizaran la produccióny el intercambio y, de esta manera, aumentar la opulenciauniversal?
    ¿Qué fuerza motriz llevaría a la humanidadhacia aquella senda? 
    Adam Smith tenía una respuestasimple: dando a las personas libertad económica; lo queel denominó «el principio de libertad natural» —o lo queposteriormente se ha entendido, a veces malintenciona-
    damente, como «dejar el sistema de mercado a sus propios instrumentos»—.
    Sin embargo, Smith distinguía entre dos impulsos naturales —la simpatía y el egoísmo—, ambos dirigidos a lafelicidad. Uno —el egoísmo— surge tras el cálculo racional, tras la valoración de consecuencias positivas y negativas. Éste sería el sentimiento interesado, el verdadera-
    mente utilitarista. El otro —la simpatía— surgiría inmediatamente antes de cualquier cálculo, como reaccióndirecta de la naturaleza humana ante cualquier situación.
    En La Riqueza de las Naciones es el egoísmo, inherente a la naturaleza humana, el que está en la base detoda la iniciativa económica, de modo que su fuerza deautosatisfacción realiza conscientemente el bien económico, la armonía y el progreso social. La obra es, en esesentido, un gran monumento a la libertad del individuocon pasajes sumamente ilustrativos como «todo hombre, con tal que no viole las leyes de la justicia, debequedar perfectamente libre para abrazar el medio quemejor le parezca para buscar su modo de vivir, y sus intereses; y que puedan salir sus producciones a competir
    con las de cualquier otro individuo» (Smith, 2000[1776])5; o el archiconocido de «no es la bondad del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procurael alimento, sino su egoísmo; (...) ni les hablamos denuestras necesidades, sino de sus ventajas» (Smith,2000 [1776])6. Por tanto, la Regla de Oro de Smith es...
    Del mismo modo, en la Teoría de los SentimientosMorales es la simpatía, sentimiento igualmente inherente a la naturaleza humana, el que está en la base detoda la conducta moral, de manera que su fuerza generosa, neutral, realiza inconscientemente el bien del propio individuo al hacer posible la vida social.
    Por tanto, la libertad individual junto con la sabiduríainscrita en la condición humana, es la que espontánea-
    mente decide lo justo o lo injusto, contribuyendo de esta
    forma no sólo al bienestar del individuo sino a la armo-
    nía de la sociedad. Ello se hace patente en las célebres
    palabras donde manifiesta que «[el individuo] es condu-
    cido como por una mano invisible a promover un fin que
    nunca tuvo parte en su intención. Ni es contra la socie-
    dad el que este loable fin no sea por todos premeditado,
    porque siguiendo el individuo por un camino justo y bien
    dirigido hacia las miras de su interés propio, promueve
    el del común con más eficacia a veces, que cuando se
    piensa en fomentarlo directamente» (Smith, 2000
    [1776])7. Sin embargo, esa búsqueda de la felicidad a
    través de un cálculo racional, tras la valoración, tras la
    representación imaginaria de consecuencias positivas y
    negativas es coherente sólo por un principio optimista
    de que todos los impulsos del individuo, aunque espon-
    tánea y directamente estén destinados a la anarquía,acabarán interaccionando globalmente de tal forma que
    el resultado sea un orden armonioso.
    En resumen, Smith pensaba que un sistema econó-
    mico bajo las condiciones de la «libertad natural» y la
    competencia llevarían a una economía menos regulada
    y más próspera. En consecuencia, esos tres ingredien-
    tes —libertad, competencia y justicia— conducirían a
    una armonía natural de intereses entre los trabajadores,
    los terratenientes y los capitalistas. Su doctrina, basada
    en el famoso pasaje de La Riqueza de las Naciones8,de
    la «mano invisible»9será una metáfora popular para el
    capitalismo de mercado sin regulación. No obstante,
    ello no implica la eliminación del Estado puesto que te-
    nía que cumplir una serie de obligaciones sin las cuales
    el sistema se vería abocado al desastre10.
    David Ricardo es la figura más enigmática y en algu-
    nos aspectos la más polémica en la historia de su disci-
    plina (Galbraith, 1987). Enigmática, porque la naturale-
    za y la profundidad de su influencia sobre el tema están
    lejos de resultar claras; y polémica, porque dicha in-
    fluencia prestó maravillosos servicios a quienes, en opi-
    nión de muchos, no lo merecía —especialmente a Marx
    y los marxistas—.
    David Ricardo creó una nueva manera económica de
    pensar, lejos del modelo de crecimiento armonioso de
    Adam Smith y cerca de un modelo distributivo antago-
    nista, en el que trabajadores, terratenientes y capitalis-
    tas lucharían por las rentas de la economía. En su vi-
    sión, si los terratenientes y capitalistas obtenían un tro-
    zo mayor del pastel, los trabajadores obtenían menos; y
    viceversa. Además, existía una relación negativa entre
    los salarios de los trabajadores y los beneficios de los
    capitalistas: el denominado Teorema Fundamental de la
    Distribución. No sólo eso sino que los salarios eran el
    precio necesario para permitir a los trabajadores subsistir y perpetuar su raza, sin aumento ni disminución (Ricardo (1996) [1817]); esta idea ha sido conocida comola Ley de Hierro de los Salarios. Y de esa ley dominante
    provenía la convicción de Ricardo de la pobreza inevita-
    ble de quienes viven bajo el capitalismo, y de la futilidad
    y error de cualquier acción correctora. Así que no dudó
    en expresarlo en las siguientes palabras: «Como todos
    los demás contratos, los salarios deben quedar librados
    a la justa y libre competencia del mercado, y nunca de-
    berían someterse a la interferencia de la legislatura»
    (Ricardo, 1996 [1817]: 105).
    En conclusión, Ricardo enfatizó el conflicto de clases
    mientras que Smith puso el acento en la «armonía natu-
    ral» de intereses.
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    3. 1848, el año de la revolución: las primeras crisisOtra fecha clave en esta pequeña historia del capitalismo es 1848. Fue un año de revoluciones y protestasmasivas en la Europa continental; Karl Marx y Friedrich
    Engels escribieron su tratado revolucionario, el Manifiesto Comunista; y John Stuart Mill publicaba su libro
    Principles of Political Economy. La preocupación principal de la época era explicar las leyes de distribución del
    producto social entre las clases y cómo esas leyes re-
    gían los procesos económicos del mercado y, en gene-
    ral, los movimientos sociales.
    John Stuart Mill volvió a formular el sistema clásico en
    una versión más reflexiva y exacta que la de Smith y Ri-
    cardo, y se adhirió a la defensa del utilitarismo —la ma-
    ximización del placer o de la felicidad podía conseguirse
    con la maximización de la producción de bienes, y la
    máxima felicidad para el máximo número; serían dos de
    sus leyendas— que habían asumido su padre y Jeremy
    Bentham (Galbraith, 1987).
    Una de las principales aportaciones del libro de Mill
    era que las leyes de producción estaban objetivamente
    determinadas, mientras que las de distribución eran va-
    riables. Para él, la producción, como venía dirigida porleyes técnicas, no tenía que intervenir en la economía
    política sino sólo como una restricción predeterminada.
    En cambio, la distribución, en tanto que regida por leyes
    sociales sujetas al control humano, constituía el núcleo
    de la materia, dado que era mucho más fácil cambiar la
    distribución de los ingresos y la riqueza que superar las
    limitaciones técnicas de la producción. Asimismo, creía
    que el sistema clásico era brutalmente injusto, pero que
    habría que mejorar; ¡¡hasta los capitalistas se volverían
    más bondadosos!! Su conclusión final fue que se esta-
    blecería un equilibrio más benévolo en el cual todos
    —patronos y empleados— sobrevivirían con cierto bie-
    nestar y satisfacción.
    El Estado tenía que cumplir, según Mill, una doble
    función estabilizadora. Por un lado, tenía por obligación
    llevar una política fiscal que permitiera invertir los im-
    puestos recaudados en proyectos socialmente benefi-
    ciosos; y del otro, fomentar las exportaciones para im-
    pedir un descenso de la tasa de beneficios. Además, te-
    nía que promover la inversión en el exterior para
    obtener materias primas y alimentos a bajo coste para la
    metrópoli.
    Cuando se habla de Karl Marx, uno de las principales cuestiones se plantea con el insoluble problema
    de cómo unir y distinguir a la vez lo que pensó elpropio Marx y lo que ha sido su influjo intelectual y político.
    Paradójicamente, Karl Marx nunca puso en tela de jui-
    cio las realizaciones productivas del sistema capitalista.
    Es más, formuló elogios como al escribir que «durante
    la hegemonía de apenas cien años, ha creado fuerzas
    de producción más sólidas y colosales que las de todas
    las generaciones juntas» (Manifiesto Comunista, 2005
    [1848]: 10). Sin embargo, es recordado por sus ataques
    a los puntos vulnerables del sistema capitalista. Uno de
    ellos es la distribución del poder entre los distintos agen-
    tes; cuestión que había sido ignorada por los economis-
    tas «clásicos». Otra distribución desigual, a tenor de las
    ideas de Marx y Engels, era la de la renta; que si bien la
    tradición clásica explicaba, no conseguía justificarla
    convincentemente. Finalmente, otro aspecto a destacar
    era la susceptibilidad del capitalismo a la crisis y al de-
    sempleo.
    La tradición clásica había postulado, como se ha vis-
    to, un equilibrio. Según esta tesis, las relaciones básicas
    entre patronos y trabajadores, entre la tierra, el capital y
    el trabajo, nunca se modificaban. Podían producirse
    cambios en la oferta de mano de obra y de capital pero
    sólo para determinar a su vez un nuevo equilibrio análo-
    go. El poder era, para Marx, un factor ineludible de la
    vida económica. Su origen residía en la posesión de bie-
    nes, y por ello era atributo natural del capitalista. En ese
    sentido, aceptar la propiedad privada como un dato, y
    partir del mismo implicaba hacer frente a la siguiente di-
    cotomía. Por una parte, toda la miseria que pudiera deri-
    varse de la misma habría de verse como contingente,
    como efecto de algún fallo de funcionamiento y por tan-
    to, éste era controlable y corregible. En caso contrario,
    era vista como un mal necesario y como tal se tendría
    que aceptar.
    Marx se dedicará a mostrar su necesidad, por unlado; y su descontrol por el otro, porque de esta manerase ponía en cuestión la propiedad privada. Si ésta vanecesariamente acompañada de la miseria de los hombres y no es posible corregirla, su legitimidad queda negada, y por tanto, amenazada en su existencia contingente.
    La primera necesidad importante derivada de la pro-
    ducción en sociedad será la división del trabajo, en la
    que Marx apoyará toda su teoría. División del trabajo
    que en sus orígenes tendría carácter técnico —al igual
    que Mill—, es decir, correspondería a las cualidades de
    cada uno y sin que implicara ningún privilegio, pero que
    en su desarrollo acabaría desembocando en la propie-
    dad privada y aliándose con ella. Es decir, a partir de
    ese momento, la división del trabajo, el lugar que cada
    uno ocupa en la producción, vendría determinado fun-
    damentalmente por su relación con los medios de pro-
    ducción, o sea: por su propiedad o no propiedad de los
    mismos. Del mismo modo, en función de esa relación se
    determinará su mayor o menor participación en el producto social.
    Paralelamente a la extraordinaria desigualdad en la
    distribución del poder tiene lugar una distribución suma-
    mente desigual de la renta, el segundo de los argumen-
    tos críticos de Marx.
    El tercero se refería a las crisis del capitalismo. Eneste caso, la historia de la humanidad puede verse, según este autor, como una sucesión de fases en las quese pasa de un momento de adecuación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, a otroen el que entran en conflicto, en el que las relacionesdevienen un freno, un obstáculo que origina conflictos y,
    en última instancia, revoluciones sociales. Dado que las
    fuerzas productivas tienden a crecer continuamente y
    las relaciones de producción a permanecer invariables,
    esa dialéctica se hace inevitable.
    La historia tiene una razón, una ley: camina hacia for-
    mas de producción que posibiliten al hombre satisfacer
    sus necesidades, es decir, liberarse. Las diferentes for-
    mas históricas de la propiedad tienen una lógica: su es-
    tudio podría servirnos para conocer hacia dónde camina
    el presente, cuál será la forma de propiedad en el futuro.
    Las diferencias entre Marx y Smith en este punto radi-
    can en su visión opuesta de la historia. Según el punto
    de vista de Smith, la historia era una sucesión de etapas
    por las que la humanidad transitaba; para Marx, era una
    continua lucha entre clases sociales.
    En resumen, el modo de producción del capitalismo
    industrial lleva la propiedad privada a la necesidad, lógi-
    ca y moral, de su propia superación, que ocurrirá inexo-
    rablemente, no sólo a la larga, por la rebelión de los
    pauperizados proletarios, elevándose a transitoria dicta-
    dura antes de abolir el Estado, sino también por presión
    horizontal de la competencia, que va dejando fuera de
    combate cada vez a más empresarios (incluso la con-
    quista del Estado, el viejo enemigo, realizada por el neo-
    capitalismo en nuestros días, probablemente no habría
    pasado de parecerle a Marx, si la hubiera previsto, un
    recurso para ganar tiempo). No obstante, el sistema ca-
    pitalista ha resistido; como mínimo hasta la fecha.
    4. 1929: ¿La Crisis de todas las Crisis?o el año de los economistas
    -
    El crecimiento económico y la expansión del capitalismoimplicaron la extensión y el perfeccionamiento de los instrumentos que canalizaron los fondos monetarios hacia la
    inversión y la generación de negocios. La banca, tanto lacomercial como la industrial, y la bolsa son dos organizaciones básicas para entender el nexo del desarrollo indus-
    trial con el financiero. Durante todo el Siglo XIX se produje-
    ron cambios en la estructura y en la legislación bancaria
    para hacer los bancos más potentes y más eficaces en la
    captación de recursos y en la canalización de inversiones.
    Asimismo empezaron a crearse los bancos nacionales.
    ¿Qué sistema monetario era el ideal? ¿Qué debía ca-
    racterizar un sistema bancario sólido? Estas cuestiones,
    hoy de rabiosa actualidad, empezaron a formularse a
    principios del siglo pasado a raíz de las crisis económicas
    y financieras del Siglo XIX. Sin embargo, el economista
    Irving Fisher, en los años 20, sugirió que los ciclos econó-
    micos se habían terminado puesto que se había entrado
    en una «nueva era» de prosperidad permanente basada
    en la producción industrial y el desarrollo de la bolsa. En
    octubre de 1929, una semana antes del crash bursátil
    hizo una sorprendente declaración, «las acciones pare-
    cen haber llegado a una permanente meseta»11.
    No obstante, esa visión no era unánime en la profesión.
    Durante los años veinte hubo una escuela económica que
    predijo la crisis. Concretamente, Mises y Hayek argumen-
    taron, contrariamente a Fisher, que la inflación monetaria y
    las políticas monetarias laxas son inestables y crean desajustes estructurales en la economía que, tarde o temprano, tiene que ajustar. 
    ¿La historia se repite?
    -
    5. 1936: «Todos somos keynesianos»
    El comportamiento de los inversores; concretamentesu mal comportamiento, provocó la crisis de 1929. Almenos eso pensaba John Maynard Keynes que se quejó que los «animals spirits» —sensaciones irracionalesa corto plazo— de los especuladores, en su preferencia
    por la liquidez en períodos de «turbulencias», habrían
    provocado las ventas masivas de acciones y con ellas el
    crash. Probablemente por esta razón, en La Teoría Ge-
    neral esbozó un modelo macroeconómico basado en
    una hipótesis de inestabilidad financiera. Algunos auto-
    res hacen hincapié en que la inquina dominó su lógica
    puesto que en el período 1929-1933 vio como se des-
    truía su portafolio sin ninguna causa racional (Skousen,
    2007), hasta el punto de denominar la demanda «irra-
    cional» de efectivo que se produjo en Wall Street como
    «fetiche de liquidez» (fetish of liquidity) (Keynes, 1997
    [1936]: 155).
    Además, el factor clave que provoca una depresión
    es, según Keynes, la desconexión entre los ahorros y la
    inversión. Si los ahorros no se invierten, el gasto total en
    la economía caerá por debajo del pleno empleo. Por el
    contrario, si los ahorros se acumulan o se dejan como
    reservas bancarias de forma excesiva, como sucedió en
    los años 30, la huida hacia la liquidez implicará una dis-
    minución de la renta nacional. En consecuencia, Key-
    nes argumentaba que los ahorros no invertidos eran la
    principal amenaza para la renta y, por tanto, para el de-
    sarrollo del capitalismo.
    Keynes rechazó la noción clásica que el sistema capitalista llegaba por sí solo al equilibrio en el largo plazosin ningún tipo de intervención externa. Escribió La Teo-
    ría General (The General Theory of Employment, Inte-
    rest and Money, 1936) para crear un modelo basado en
    la idea que el sistema de mercado era inherentemente
    inestable e imperfecto. Según Keynes, la inestabilidad
    del capitalismo podía provocar que quedara anclado in-
    definidamente a un equilibrio con desempleo, depen-
    diendo del nivel de incertidumbre de un sistema finan-
    ciero frágil. En estas situaciones, el Estado tenía que in-
    tervenir. Por esta razón, Keynes es conocido como el
    padre de la idea de una «economía mixta» (Heilbroner,
    1999). Este pensamiento tuvo un éxito clamoroso en las
    décadas posteriores hasta el punto que Milton Fried
    man, padre del monetarismo, exclamó «Ahora somos
    todos keynesianos» —probablemente esta afirmación
    se podría repetir en nuestros tiempos—.
    Sin embargo, a medida que este «nuevo» capitalismo
    se fue desarrollando en distintas sociedades, adoptó di-
    ferentes formas organizativas y administrativas. Asimis-
    mo, las instituciones formales e informales, en el sentido
    de Douglass North (1990) eran distintas. Por ejemplo, la
    Soziale Marktwirtschaft del ministro Erhard (República
    Federal Alemana) no tiene nada que ver con el Fair Deal
    de Truman (Presidente de los Estados Unidos).
    La Soziale Marktwirtschaft (Economía Social de Mer-
    cado) se ha constituido en un paradigma para la mayo-
    ría de los países de Europa. Su popularidad se debe al
    «milagro económico» que lograron la República Federal
    Alemana y Austria con la aplicación de sus principios.
    La plasmación de ese encanto puede observarse en los
    Objetivos del Tratado por el que se establece una Cons-
    titución para Europa. En ellos, la Soziale Marktwirtschaft
    aparece como uno de ellos, de forma explícita y todo el
    texto rezuma implícitamente dicha filosofía.
    «La Unión obrará en pro del desarrollo sosteni-
    ble de Europa basado en un crecimiento económi-
    co equilibrado y la estabilidad de los precios, una
    economía social de mercado competitiva, tenden-
    te al pleno empleo y al progreso social, y en un ni-
    vel elevado de protección y mejora de la calidad
    del medio ambiente» (Art I-3.2; Tratado por el que
    se establece una Constitución para Europa).
    ... pero no avancemos acontecimientos.
    -
    1970: «Las Crisis aún no han Terminado...»
    Después de la Segunda Guerra Mundial, el sistema
    capitalista parecía que había conseguido, por fin, ven-
    cer su tendencia a las crisis. La producción había au-
    mentado de forma considerable, gracias sobre todo al
    avance tecnológico. Sin embargo, la demanda tam-
    bién se había incrementado de forma constante, lo
    que había evitado las crisis. Además, la productividad
    aumentaba, lo que hacía bajar los precios y permitía a
    los trabajadores un incremento de su capacidad adquisitiva.
    No obstante, en 1970 todo cambió. El proceso quehabía permitido el crecimiento de las dos décadas anteriores chocó, como el Titanic, con un iceberg de considerables dimensiones: la subida de las materias primas,sobre todo el petróleo, provocó el aumento de los costes
    de las empresas y estos fueron trasladados a los pre-
    cios de venta al público. Esta concatenación afectó a los
    beneficios empresariales e implicó la reducción de los
    salarios reales y con ello, del poder adquisitivo. A ello,se añadía un nuevo problema: el mundo había sido invadido de dólares —debido al gasto militar y a las importaciones americanas— y el sistema financiero internacional no podía absorber tal magnitud con un sistema detipos de cambio fijo (el denominado sistema de BrettonWoods).
    La crisis de los setenta fue muy distinta a la experimentada en los años treinta. Mientras que en la décadade 1930 la demanda se colapsó, en los setenta se produjo lo contrario: había un exceso de demanda. En consecuencia, las medidas a adoptar para salir de la crisisno podían ser las mismas, pero ¿podían ser las contrarias?
    -
    1980: «Todos somos monetaristas»
    La contrarrevolución monetaria había empezado enlos sesenta y recorrió un largo camino hasta restable-
    cer las virtudes de los mercados libres y la economía
    clásica. La principal fuerza que lideró esta revolución
    contra el keynesianismo fue la Escuela de Chicago,
    con Milton Friedman a la cabeza. Se especializó en
    política monetaria y la teoría cuantitativa del dinero.
    Sus teorías fueron especialmente atractivas en un pe-
    ríodo de elevadas inflaciones. Además, en una escala
    más filosófica, la investigación monetaria de Fried-
    man rechazó uno de los pilares de la economía keyne-
    siana; a saber: que el sistema capitalista era inheren
    temente inestable y que podía permanecer indefinida-
    mente por debajo del pleno empleo a no ser que el
    gobierno interviniera incrementando la «demanda
    efectiva» y de esta forma restablecer la vitalidad de la
    economía. Friedman escribió que «la depresión, lejos
    de ser un fallo del mercado, es un trágico fallo del go-
    bierno» (Friedman, 1982 [1962]: 172). Llegó a la con-
    clusión: que si el sistema monetario era estable, y los
    precios y salarios permanecían flexibles, el sistema
    de la libertad natural de Smith podía tener lugar. En
    oposición a Keynes, Friedman pensaba que el modelo
    neoclásico representaba la «teoría general» y que
    sólo una perturbación monetaria ocasionada por el
    banco central o el gobierno podía provocar el desca-
    rrilamiento del tren de la economía de libre mercado.
    Además, se consolidaban dos tendencias que se
    habían iniciado en los setenta. Por un lado, la banca
    comercial empezaba a vender su riesgo de crédito a
    inversores en los mercados de capital; y por el otro,
    adoptaba sistemas complejos para medir dichos ries-
    gos de crédito, a menudo basados en modelos com-
    puterizados importados de las «ciencias duras».
    En 1976, en el segundo centenario de la Declara-
    ción de Independencia y de la publicación de La Ri-
    queza de las Naciones, venía como anillo al dedo que
    Friedman ganara el Premio Nobel de Economía; como
    así fue. Sólo una frase de uno de sus muchos best-se-
    llers es necesaria para entender su pensamiento: «La
    mano invisible ha hecho más por el progreso que la
    mano visible por el retroceso» (Friedman, 1982
    [1962]: 200).
    Esa visión teórica junto a otros desarrollos (comunicaciones, internet) y acontecimientos (caída del muro de
    Berlín, 1989), así como determinados planteamientos
    políticos (Reagan en los Estados Unidos y Thatcher en
    Inglaterra) ayudaran en sobremanera a pensar que «elmundo es plano»12 (Friedman, 2005).
    1990: «¡Vive la Globalisation!»
    -
    El fenómeno de la globalización de las economías nacionales ha constituido el fenómeno más importante que
    ha tenido lugar en el último cuarto del Siglo XX. La glo-
    balización puede entenderse como un proceso o como
    el resultado de este proceso.
    La globalización es «el nombre genérico con el que se
    conoce actualmente a un conjunto de fenómenos so-
    cioeconómicos relacionados entre sí, que han implicado
    una interdependencia funcional entre sociedades distin-
    tas y alejadas geográficamente» (De Sebastián, 2002:
    14). Aunque se hable de este «conjunto de fenóme-
    nos», el campo o sector donde la globalización ha sido
    más evidente y ha gozado de mayor fuerza ha sido el de
    los mercados financieros (véase Gráfico 2). Esta afirma-
    ción es de gran trascendencia puesto que en ellos se
    determinan las condiciones generales para todas las
    economías particulares del mundo (de Sebastián,
    2002). Además, una crisis de los mercados financieros,
    como la que se observará más adelante, se contagiará
    con rapidez a todos los rincones del planeta. Sin embar-
    go, esta globalización no es una red equilibrada de mer-
    cados financieros similares o simétricos; sino que el
    mercado financiero de los Estados Unidos es el mayor y
    más influyente de todos, por lo que cualquier estornudo
    (léase hipotecas subprime) puede provocar neumonías
    en el resto de países del mundo (léase crisis financie-
    ras, económicas y sociales).
    -
    6. El capitalismo del Siglo XXI: «no se vayantodavía, aún hay más...»
    El 2001 fue un año trufado de acontecimientos relevantes para el desarrollo de esta historia. Se produjo lacrisis del Nasdaq —también denominada explosión de laburbuja de internet—, escándalos corporativos —como elcaso Enron— y el ataque terrorista a las torres gemelas yal pentágono del 11-S. La Reserva Federal (FED), conAlan Greenspan a la cabeza, decidió una drástica reduc-
    ción del tipo de interés —bajó en dos años el precio del
    dinero del 6,5 por 100 al 1 por 100—. Esta política fue se-
    guida por el Banco Central Europeo y el resto de autori-
    dades monetarias del mundo con el objetivo de evitar una
    recesión. No obstante, ésta no sólo no se dio, sino que la
    actividad económica mundial inició un ciclo expansivo im-
    pulsado por las economías de Estados Unidos y los paí-
    ses emergentes asiáticos (China, India...).
    Los bajos tipos de interés junto a una política moneta-
    ria laxa generaron un exceso de liquidez mundial que se
    trasladó, a través de los mecanismos de crédito, hacia
    los mercados bursátiles e inmobiliarios. Así, las econo-
    mías domésticas estadounidenses pudieron acceder a
    los préstamos inmobiliarios. La presión de la demanda
    de vivienda residencial impulsó la continua revaloriza-
    ción del activo inmobiliario. Éste actuaba como garantía
    del apalancamiento en sucesivas renovaciones de la fi-
    nanciación hipotecaria. La fiesta parecía no tener fin. No
    obstante, la concesión de hipotecas reducía el caudal
    de las entidades financieras. ¿Cómo solventarlo?
    En primer lugar, se acudió a bancos extranjeros para
    que prestaran el dinero. La creciente globalización e in-
    tegración financiera, que se ha observado en el aparta-
    do anterior, permitía este tipo de flujos, impensables
    sólo unos años antes. En segundo término, surgió la ti-
    tulización. El agente originador transmutaba los créditos
    hipotecarios en paquetes denominados MBS (Mortgage
    Backed Securities) u obligaciones garantizadas por hi-
    potecas que vendía a terceros. Con ese producto finan-
    ciero se conseguían dos cosas: mezclar los préstamos
    buenos con los malos y mejorar la ratio caja/créditos
    concedidos, por lo que podía seguir operando bajo la
    misma lógica indefinidamente. ¿Pero quién compraba
    los MBS? Básicamente fondos (hedge funds) creados
    por los bancos. De esta forma, dado que no son socie-
    dades, no tenían la obligación de consolidar sus balan-
    ces con los del banco matriz.
    Y, ¿de dónde obtenían el dinero los fondos? Básica-
    mente mediante créditos de otros bancos o contratando
    los servicios de bancos de inversión para vender los
    MBS a fondos de inversión, sociedades de capital ries-
    go, financieras, sociedades patrimoniales, fondos de
    pensiones. Por tanto, el factor de apalancamiento era
    muy elevado y todavía fue incrementándose hasta nive-
    les desconocidos anteriormente.
    Sin embargo, para poder producirse la venta y portanto, la diversificación del riesgo, faltaba un paso inter-
    medio; los MBS tenían que ser calificados por las agen-
    cias de rating. Éstas otorgaron excelentes calificaciones
    crediticias lo que diluyó los riesgos de iliquidez y facilitó
    dicho apalancamiento.
    Esta transmisión y diversificación del riesgo crediticiodisipó todavía más los incentivos de las entidades prestadoras a realizar un seguimiento de sus clientes hipote-
    carios. Los bancos y brokers originadores incurrieron en
    riesgo moral (moral hazard), al esperar un elevado re-
    torno si los préstamos eran pagados y soportar sólo la
    pequeña pérdida de los primeros impagos en caso de
    que los préstamos titulizados devinieran fallidos. El ca-
    pital reputacional que se exponían a perder era insignifi-
    cante, o al menos, eso pensaban inicialmente.
    La crisis financiera que apareció en el agosto del
    2007, se fue trasladando paulatinamente a la economía
    real. El escenario de recesión mundial estaba servido
    puesto que a la recesión de la economía americana, si-
    guió la europea, y empieza a dejarse notar, mientras se
    escribe este artículo, en los países emergentes. El
    avanzado grado de globalización de la economía mun-
    dial de principios del Siglo XXI ha provocado una rápida
    transmisión de las perturbaciones a través de las distin-
    tas áreas económicas, generando una crisis de magnitud y duración todavía inciertas, pero, sin duda, de lasmás profundas de las últimas décadas. 
    -
    ¿Será el fin deldenominado sistema capitalista?
     
    7. Paso a paso... ¿Qué es el capitalismo?
    La cuestión es un problema profundo y complejopuesto que no existe ninguna claridad conceptual cuando se trata de definir los elementos irreductibles de estesistema económico. Fernand Braudel, por ejemplo, ensu gran obra sobre la vida económica, Civilización y Ca-
    pitalismo (1984), menciona el vocablo capitalismo sólo
    de pasada en el primer volumen (de tres). En el segundo, explica la etimología de capital y capitalista; pero no
    de capitalismo. Finalmente, evita explícitamente la defi-
    nición del término en el tercero, donde el capitalismo
    aparece como un conjunto de actividades comerciales y
    de intercambio, pero lejos en cualquier sentido de un
    sistema claramente definido de orden social. O Heilbro-
    ner habla del «mundo de los negocios» (business world)
    porque «la presencia de las empresas y de las prácticas
    mercantiles constituye el capitalismo del día a día»
    (Heilbroner, 1985: 25), o de la «sociedad industrial mo-
    derna».
    Sin embargo, un elemento común a todas las definiciones es la obtención de riqueza de las actividades productivas de la sociedad en forma de capital como fuerzamotora. Además, esa riqueza obtenida puede utilizarse
    de varias maneras pero no como un fin en sí mismo sino
    como un medio para acumular más riqueza. Así, el obje-
    tivo esencial de este sistema económico es la acumula-
    ción del capital.
    -
    Luego, ¿qué es el capital? ¿Máquinas y fábricas (capital físico)?, ¿dinero (capital financiero)?, ¿personas(capital humano o capital intelectual)? Marx —como
    economista su descripción de las esferas me parecemuy valiosa para la comprensión de este concepto—
    inicia su argumentación en base a un proceso de circu-
    lación del tipo mercancía (M)-dinero (D)-mercancía (M’),
    que representa que el intercambio de mercancías a con-
    secuencia de la especialización en el trabajo y donde el
    dinero sólo sirve como medida de cambio. Pero el capi-
    talista empieza a ver el mundo distinto, concretamente
    en términos de «hacer dinero» más que «producir bie-
    nes y servicios». Luego, el proceso deviene D-M-D’; el
    comerciante usa su dinero (capital) para producir bienes
    (M), que a su vez son vendidos por más dinero (D’). Fi-
    nalmente, el sistema de mercado avanza un paso más y
    la variable mercancía no entra en la foto. D-D’ donde se
    refleja el mercado financiero o de capitales. En conse
    cuencia, el capital no es algo material sino un proceso; y
    en el centro del mismo está la relación social entre los
    propietarios de bienes y dinero (como representaciones
    del capital) y los que lo utilizan en la actividad producti-
    va. La característica central y esencial de esta relación
    radica en el derecho de exclusividad, y por tanto, en el
    significado de propiedad; es decir, en que los propieta-
    rios pueden legalmente rechazar que sus propiedades
    sean utilizadas por otros para según qué fines. Por tan-
    to, la institución de la propiedad privada es el otro ele-
    mento común a las definiciones del capitalismo.
    Otra característica que aparece ampliamente en la li-
    teratura es el sistema de mercado. Pero ¿qué es un sis-
    tema de mercado? Una posible definición sería que es
    uno en el que las actividades económicas son realiza-
    das por las personas libremente respondiendo a las
    oportunidades, necesidades y desafíos del mercado; y
    por lo tanto, no establecido por rutinas o por los dictados
    de alguien (Heilbroner, 1985). En ese sentido, se debe-
    ría hacer referencia al concepto de libertad económica;
    pero ya desde sus inicios ha existido una tensión entre
    el laissez-faire y la intervención. Por ejemplo, pocosaños después del concepto de la mano invisible, se dic-
    tó la English Factory Act (1833), en la que se establecía
    un sistema de inspectores para prevenir el abuso de
    menores y mujeres en el trabajo. Por tanto, si bien el sistema de mercado podría ser una característica definitoria, no es posible definir con precisión su contexto.
    En resumen, los elementos irreductibles del sistemacapitalista serían:
    — La titularidad privada de los medios de producción.
    — La acumulación del capital como objetivo esencial.
    -
    8. El futuro: ese país desconocido
    El presente artículo se iniciaba repasando la finalidadque asignaba Adam Smith al sistema económico. Éstaconsistía en proveer a una sociedad democrática y liberal, un «sistema de libertad natural», donde la economía, la política y la religión pudieran maximizar su utilidad a través de la libertad, dentro de unos fundamentosmorales proporcionados por las leyes, las costumbres y los valores.
    Smith representaba la visión optimista de esta cienciacon su tesis de que no solamente era compatible el interés privado con el interés general, sino que la mejor manera de servir a éste era dejar el interés privado en total
    libertad y estimular los instintos de apropiación privada.
    Sin embargo, Marx discrepaba de este optimismo. Leparecía evidente que, visto desde el lado del obrero, lascosas no resultaban tan prometedoras.
    Las crisis hasta el Siglo XIX, a pesar de tener gravesconsecuencias, no tenían un fuerte impacto en la eco-
    nomía debido al poco grado de intervención en las uni-
    dades económicas. El crecimiento de la producción po-
    sibilitó un incremento de los vínculos intersectoriales
    que, en caso de crisis, facilitaban el contagio a toda la
    economía. Esa tendencia a la sobreproducción era, se-
    gún Marx, la que generaba unos círculos viciosos que
    conducían a la bancarrota de las empresas y a un eleva-
    do nivel de desempleo. Paradójicamente eran esas cri-
    sis las que hacían posible el mantenimiento del capita-
    lismo porque eliminaban las presiones de la sobrepro-
    ducción y hacían posibles esos círculos viciosos (Marx,
    2005 [1848]). En cualquier caso, hasta la crisis del 29 y
    la Gran Depresión de la década posterior (1929-1939)
    no hubo ninguna crisis lo suficientemente fuerte como
    para que el sistema económico capitalista viera sus ci-
    mientos removidos y las predicciones de hundimiento
    del sistema se cimentaban en aspectos teóricos.
    La Gran Depresión provocó la aparición de un nuevo
    conjunto de medidas destinadas a que aquello no vol-
    viera ocurrir. Hasta ese momento, los gobiernos redu-
    cían su gasto o aumentaban su presupuesto siguiendo
    los dictados del sistema monetario internacional; sin
    embargo, John Maynard Keynes sostenía que los go-
    biernos podían contrarrestar la tendencia aumentando
    la demanda agregada de la economía.
    Keynes, fue un economista que preveía que el mundoevolucionaría hacia un punto de acumulación infinita delcapital. Keynes creía que expansionando progresiva-
    mente el crédito se promovería el pleno empleo y que el
    problema económico universal de la escasez sería final-
    mente superado. En La Teoría General transmite la idea
    que el nivel de actividad económica en un sistema capi-
    talista es determinado por la voluntad de sus emprende-
    dores de realizar inversiones de capital (Keynes, 1997
    [1936]). Cada cierto tiempo, esa voluntad se ve limitada
    por consideraciones que hacen que la acumulación de
    capital sea difícil o imposible. En el modelo de Adam
    Smith era la posibilidad que los salarios aumentaran de
    manera demasiado rápida, y la teoría de Karl Marx se-
    ñalaba las dificultades en cada etapa del proceso. Sin
    embargo, a diferencia de Smith y de Marx que pensa-
    ban que el error en la acumulación de capital podía ser
    temporal, Keynes creía que podía ser estructural. Por
    tanto, dado que el sistema de mercado no tenía ninguna
    propiedad autocorrectora para mantener el crecimiento
    del capitalismo, el gasto del Estado podía ser una políti-
    ca económica esencial para que una economía en rece-
    sión recobrara su vitalidad.
    La aplicación de las políticas keynesianas así comootros factores subyacentes fueron las fuentes de una
    estabilidad sin precedentes después de la Segunda
    Guerra Mundial. Sin embargo, ese espejismo duró 25
    años; hasta 1970. Sin embargo, esta crisis también se
    superó y a mediados de los años ochenta, las circuns-
    tancias que la habían provocado parecían bajo control:
    la inflación había retrocedido hasta límites tolerables, la
    oferta de petróleo era abundante y los bancos centrales
    parecían finalmente atinar en la dirección de la econo-
    mía (Krugman, 2008). En esos momentos, aparece la
    maximización del valor del accionista (shareholder va-
    lue) como piedra angular o guía en los negocios —lo
    que North calificaría de institución informal—. Así, JackWelch, en un famoso discurso que tuvo lugar en el Hotel
    Pierre de Nueva York (8 de diciembre de 1981), hablaría
    de la necesidad de incrementar los beneficios y dividen-
    dos de cada cuatrimestre como objetivo a corto plazo de
    la empresa con el fin de recompensar a los accionistas;
    Alfred Rappapport escribiría que «el test definitivo de laestrategia corporativa es si ésta crea valor económico
    para los accionistas o no» (Rappapport, 1986: 52).
    -
    Finalmente, hemos sido protagonistas de la crisis
    económico-financiera actual. 
    ¿Será este el fin del sistema capitalista?
    -
    El sistema económico capitalista ha sufrido, a lo largo
    de la Historia, numerosas crisis financieras y económicas; y de todas ellas ha salido renovado y fortalecido.
    Pero ¿qué es el capitalismo? El concepto del capitalismo y la mecánica del sistema capitalista han sido inter-
    pretados de muchas maneras. Por ejemplo, hoy en día
    «el capitalismo autoritario» de China combina la apertu-
    ra de mercado con el estricto control policial y social, y
    tiene poco que ver con el denominado capitalismo ame-
    ricano o el europeo. No obstante, todos los regímenes
    capitalistas parecen caracterizados por dos elementos:
    la propiedad privada de los medios de producción y laacumulación de capital como objetivo motriz del sistema.
    -
     ¿Sobrevivirán éstos la presente crisis? o ¿deberánmodificarse y con ellos el sistema?
    La presente crisis ha tenido numerosas causas necesarias (exceso de crédito, diseño de incentivos perversos, conflictos de intereses,...) pero si se buscara lacausa suficiente sería la no alineación de las instituciones formales con las informales. Paradójicamente unsistema que se basa en la propiedad privada ha sufridouna crisis provocada por unos agentes que no eran lospropietarios del capital, como mínimo de forma legal;aunque procedieran con toda libertad como si lo fueran.
    Sin embargo, ni la propiedad privada ni el objetivo delsistema parecen estar, mientras se escriben estas líneas, en entredicho. Esto es así porque probablementese producirá una modificación de las instituciones formales para ajustarlas a las instituciones informales.
    Esta solución no es en absoluto novedosa. Se produjocon los pasos del capitalismo mercantil, al industrial; ydel industrial al financiero. Ahora sólo cabe esperar aconocer cuál será el «nuevo» calificativo que recibirá el«viejo» capitalismo.
    LA PRIMERA CRISIS GLOBAL: PROCESOS, CONSECUENCIAS, MEDIDAS
    Septiembre-Octubre 2009. N.º 850 109
    ICE
    * Profesor titular del Departamento de Economía de ESADE.
    Universitat Ramon Llull.
    1Por cierto, el uso del término Twilight no es baladí. Sin ir más lejos,
    B. KAGARLITSKY escribió The Twilight of Globalization: Property, State
    and Capitalism (1999), con predicciones parecidas sobre el fin del
    capitalismo.
    2La democracia económica es un movimiento socio-filosófico que
    sugiere la transferencia del poder de decisiones desde una minoría de
    Este artículo pretende analizar la evolución del capita-
    lismo así como sus distintas «muertes» y «resurreccio-
    nes» para intentar dilucidar qué sucederá en un futuro
    próximo.
    2. 1776, el año de los sueños: los orígenes
    3Enlightement, en inglés o L’Age des lumières, en francés.
    4Life, liberty and the pursuit of hapiness


    GRÁFICO 2
    COMERCIO (EXPORTACIONES COMO PORCENTAJE DEL PIB) Y FINANZAS
    (ACTIVOS EXTERNOS NETOS COMO PORCENTAJE DEL PIB) MUNDIALES
    FUENTE: WEO 9/02, 4/05 y 10/07.
    0
    20
    40
    60
    80
    100
    120
    4,5
    47,5
    7,5
    55
    8,5
    49,5
    5,5
    28
    4,5
    26
    6,5
    18,5 16,5
    36
    17,5
    71
    30,5
    111,8
    1870 1900 1914 1930 1938 1960 1980 1995 2006

    5«Every man, as long as he does not violate the laws of justice, is left
    perfectly free to pursue is own interest his own way, and to bring both
    his industry and capital into competition with those of any other man, or
    order of men» (SMITH, 2000: 745).
    6«It is not from the benevolence of the butcher, the brewer, or the
    baker, that we expect our dinner, but from their regard to their own
    interest. We adress ourselves, no to their humanity but to their self-love,
    que uno sólo puede ayudarse a sí mismo, ayudando a
    otros; y todo esto a través del mecanismo de la compe-
    tencia.

    and never talk to them on our own necessities but of their advantages»
    (SMITH, 2000: 15).
    7«[he] intends only is own gain, and he is in this, as in many other
    cases, led by an invisible hand to promote an end which was no part of
    his intention. Nor is it always the worse for the society that it was no part
    of it. By pursuing his own interest he frequently promotes that of the
    society more efectually than when he really intends to promote it»
    (SMITH, 2000: 485).
    8«By pursuing his own self interest, every individual is led by an
    invisible hand to promote the public interest».
    9Sorprendentemente, A. Smith usó la expresión «mano invisible»
    sólo tres veces en sus escritos; y sólo una en La Riqueza de las
    Naciones.
    10 En La Riqueza de las Naciones A. Smith establece la necesidad de
    un Estado fuerte para «(1) the need for a well-financed militia for
    national defense; (2) a legal system to protect liberty and property rights,
    and to enforce contracts and payment of debts; (3) public workd - roads,
    canals, bridges, harbors, and other infrastructure projects; and (4)
    universal public education to counter the alienating and mentally
    degrading effects of specialization under capitalism» [SMITH, 2000
    (1776): 104].
    11 «stocks appear to have reached a permanent plateau».
     12 LA PRIMERA CRISIS GLOBAL: PROCESOS, CONSECUENCIAS, MEDIDAS
    Septiembre-Octubre 2009. N.º 850
     
    12 «The World is Flat» es el título de un libro de T. FRIEDMAN. El
    «aplanamiento» del mundo es una metáfora de la globalización.
     
     
    EL CAPITALISMO HA MUERTO, ¡VIVA EL CAPITALISMO!
    LA PRIMERA CRISIS GLOBAL: PROCESOS, CONSECUENCIAS, MEDIDAS
    Septiembre-Octubre 2009. N.º 850 121
    ICE
    Referencias bibliográficas

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    https://www.researchgate.net/publication/38292679_El_capitalismo_ha_muerto_viva_el_capitalismo

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